martes, 22 de diciembre de 2009

Spike Jonze nos lleva al lugar Donde viven los monstruos


Hay películas que consiguen hacerte un poquito más feliz al salir del cine, Donde viven los monstruos de Spike Jonze es una de ellas. Una película infantil dirigida a esos adultos que no queremos o no podemos aun pasar página de nuestro yo mas niño, y que nos encerramos en nuestro mundo de sueños y monstruos. La película es realmente maravillosa, desde la música, los movimientos de cámara, los decorados y especialmente los monstruos creados por la Jim Henson Company, creador éste de mundos tan inolvidables como los de Cristal oscuro o Dentro del laberinto. El film creo que sería dificilmente digerido por un niño, la acción es casi inexistente y todo se desarrolla mas bien dentro del personaje, es mas una evolución interior que exterior. Max es un niño caprichoso, irascible y nervioso, vamos, un niño como cualquier otro. Sus padres se han divorciado y vive con rabia la nueva relación de su madre con otro hombre. Un día Max explota y se escapa de casa, atraviesa un mar embravecido y llega a la isla donde viven los monstruos, sus monstruos interiores: el que no puede parar de destruir, al que no hacen nunca caso, quien se enfada por todo... Una vez allí consigue hacerse el rey de los monstruos y decide crear un mundo perfecto donde todo el mundo sea feliz, algo que descubrirá, no es tan fácil, porque conjugar los deseos de todos es bastante complicado. Los mejores momentos del film son aquellos en los que Max y los monstruos desatan su libertad: gritan, corren y se persiguen, duermen todos juntos tras haberse abalanzado los unos sobre los otros, hacen guerras de terrones de tierra... La libertad individual y la búsqueda de la felicidad mas sencilla, aquella que nos da el sol picando en la piel, o el agua rodeando nuestro cuerpo, un abrazo o un simple beso, es lo que reivindican Max y sus monstruos. Aunque al final, Max tenga que admitir y decirles a los monstruos "ojala tuvierais una madre" que solucionase todos vuestros conflictos.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Siruela recoge en la antología El vampiro los mejores relatos de terror del género

Los vampiros y todo lo que les rodean parecen estar más de moda que nunca, pero basta echar un vistazo al pasado, para darse cuenta de que lleva siglos siendo un fenómeno de masas. La antología El vampiro editada por Siruela propone un viaje por la literatura más clásica (esencialmente el siglo XIX) hasta los primeros años del XX. Relatos como No despertéis a los muertos de J.L. Tieck, abren un género que se mueve entre lo fantástico y lo romántico, pero siempre desde el lado del terror. Estos vampiros no son nada agradables, de hecho se refuerza la idea de que se trata de muertos vivientes que han perdido todo vínculo con su pasado y a los que lo único que les mueve es el ansia de sangre. No podían faltar El vampiro de Polidori, el relato que impuso la imagen del vampiro como noble cruel; la magnífica Drácula de Bram Stoker; o el vampirismo con toques lésbicos en Carmilla de Sheridan Le Fanu. En medio, Vampirismo de Hoffmann como representante del romanticismo alemán; Poe y su inquietante Berenice, con un impresionante final que nos lleva del terror a la hilaridad; La muerta enamorada de Gautier; Varney,el vampiro de Rymer; Las metamorfosis del vampiro de Baudelaire o El conde Magnus de M.R. James. Destacaría además La familia del Vudalak de Alexei Tolstoi (primo del autor de Guerra y paz), que consigue dentro del clima de pesadilla momentos de un humor increíble; o la originalidad en el tratamiento de la temática vampírica por Horacio Quiroga en El almohadón de pluma y Porque la sangre es la vida de F.M. Crawford, que recupera la atmósfera romántica y gótica del vampirismo pero actualizándola a nuestros tiempos. Una gran selección de grandes autores, no sólo imprescindible para conocer la literatura en torno a los vampiros, sino la literatura de terror en general, y una excelente muestra de lo grande que puede llegar a ser un pequeño relato.

Editors, impresionantes en Vistalegre pese a los problemas de sonido


Editors actuaban anoche en el Palacio de Vistalegre de Madrid, un recinto del que ya me habían advertido de su pésimo sonido. La espectación por ver al grupo fue tal, que tuvieron que cambiar el recinto original, La Riviera, que aunque no destaca por su buena acústica, hubiese resultado mucho mejor que el de Vistalegre. La música se oía bajísima y mal, hasta que a la cuarta canción, uno de los altavoces murió definitivamente. La banda tuvo que marcharse y volver a los diez minutos, aunque el altavoz se había arreglado, el sonido seguía siendo terrible. Es totalmente injusto que en Madrid no haya recintos con un sonido bueno, por lo que no nos podemos extrañar de que los grupos extranjeros vayan siempre a Barcelona y pasen de la capital.
Aparte del tema del sonido, que en absoluto fue culpa del grupo, Editors se portaron de diez. Tocaron todos sus grandes éxitos y se entregaron a un público que no estaba nada entregado: Race of rats, Munich o Papillon fueron sus momentos estelares. Yo me quedo de lejos con Eat raw meat = Blood drool, mi favorita del disco y para mi gusto la mejor canción de sus tres álbumes.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Drácula en el teatro Valle-Inclán


Quien no sepa de mi pasión por el tema de los vampiros es que no me conoce. Dicho eso, el espectáculo teatral Drácula, que representan estos días en el teatro Valle-Inclán de Madrid merece ser visto tanto por aquellos que como a mí les encantan los vampiros como a los que no. El director, Ignacio García May en colaboración con el Centro Dramático Nacional, sigue fielmente la novela de Bram Stoker con algunos matices: elimina totalmente el aspecto sensual del vampiro y su historia de amor con la joven Mina, y se centra en el dolor y las consecuencias que traen en los seres queridos los ataques de Drácula, así como en una reflexión sobre la pérdida de la identidad y la mortalidad del ser humano. Pero que nadie se asuste, la obra no pretende adoctrinar a nadie, ni ser un ejercicio de erudición pedante. Es entretenida, terrorífica y en algunos momentos hasta divertida. A pesar de la sobriedad del escenario que sabe jugar muy bien con pocos elementos, tiene momentos de una escenografía espectacular, como la entrada y muerte en la tumba de la ya vampirizada Lucy, la levitación de Mina o el espléndido amanecer que acaba con la vida del conde. Si hubiera que ponerle algún pero, diría que hay momentos en que pesa demasiado la película de Francis Ford Coppola, y no podemos dejar de pensar en las increíbles actuaciones de Tom Waitts o Gary Oldman.
Negrita

viernes, 4 de diciembre de 2009

El Museo del Romanticismo de Madrid por fin abre sus puertas

Por fin podemos visitar el Museo del Romanticismo de Madrid tras años cerrado por reformas, desde hoy hasta el domingo día 6, las visitas serán gratuitas, y a partir de entonces, de tan sólo 3 euros. Una oportunidad así no podía perdérmela, así que esta mañana estaba allí a las 10 para ver qué había de tanta expectación. Y la verdad es que merece la pena, mucho más que eso, a partir de ahora debería ser una visita obligatoria para todos los que se acerquen a Madrid. Por un lado, tenemos el edificio que lo alberga, un palacio neoclásico construido en 1776 de una belleza increíble. El palacio está perfectamente ambientado, al pasear por sus habitaciones podemos imaginar cómo vivían en él, al recorrer su pasillos nos vemos inmersos en tantas y tantas novelas que hasta el momento sólo habíamos podido imaginar y que ahora podemos vivir. Por mi cabeza no dejaban de pasar las obras de románticos como Goethe, Austen, Brönte... o nuestros Bécquer, Zorrilla o Larra, que por supuesto tienen su lugar en el Museo. Encontramos la típica escalera señorial que nos conduce a distintas estancias como el salón de baile, el comedor donde la porcelana y la cristalería están perfectamente colocadas a la mesa como si de un momento a otro fuese a sentarse a comer una familia decimonónica, el boudoir -donde por fin he podido ver cómo eran los carnets de baile que aparecen en tantas novelas-, la sala de juegos de los niños -con increíbles casas de muñecas, soldaditos de plomo, muñecas de porcelana...-, el fumador o la sala de billar, por citar sólo algunas de ellas. Pinturas de Goya, Madrazo, Esquivel y Valeriano Domínguez Becquer, hermano del famoso poeta; muebles de ensueño; pequeñas piezas como porcelanas, relojes, figuritas... San Gregorio Magno de Goya, en el oratorio

Destaca además el llamado gabinete de Larra, donde además de dos pistolas que pudieron ser como las que el literato usó para suicidarse frente a un espejo, hay un manuscrito de su puño y letra, una de las bandas que se usaron en el entierro de Zorrilla o un retrato de Bécquer en su lecho de muerte. Como curiosidad, y que puede dar la medida del espíritu romántico de la época, una mesita circular en el anteoratorio, cuya piedra blanca no es sino una antigua lápida. ¡Bienvenidos al romanticismo!

martes, 1 de diciembre de 2009

Yasmina Khadra conjuga barbarie y poesía en Las golondrinas de Kabul

No puedo ocultar mi entusiasmo por Yasmina Khadra, pseudónimo femenino tras el que se esconde el escritor argelino Mohammed Moulessehoul. Había leído ya El atentado, Lo que sueñan los lobos y Los corderos del señor, obras que me habían impresionado profundamente. Sin embargo, Las golondrinas de Kabul va más allá, puedo decir que hasta el momento es mi obra favorita de Khadra, una novela corta pero de una gran intensidad, donde conviven los opuestos con total naturalidad: el amor y el odio, la poesía y la brutalidad. El autor nos introduce en la vida cotidiana de dos parejas que viven en el Kabul infestado de talibanes. Un carcelero que ya no ama a su mujer enferma, y una pareja de jóvenes licenciados que han visto como su vida ha sido rota en pedazos por los fanáticos. La novela es de una crudeza y un realismo escalofriantes, cómo los niños juegan a lapidar, cómo las ejecuciones públicas son algo totalmente asumido para los ciudadanos, y cómo cualquiera, y eso es lo que realmente produce un escalofrío porque podríamos ser nosotros mismos, se une a la barbarie aún sin quererlo. Una vez más, se demuestra que el hombre es un lobo para el hombre, y como ya sucediera en otras circunstancias extremas -la Alemania nazi o el conflicto de los Balcanes-, vecinos, universitarios, gente normal en definitiva y en apariencia cultos, se lanzan a la violencia y secundan a los que en un principio eran sólo un hatajo de criminales. L obra tiene un final demoledor y muy poético, que no voy a contar, pues supone un climax inesperado a todo lo que nos han contado antes. Es una novela fundamental, porque no sólo habla de Kabul o de los afganos, sino que refleja lo que viene siendo y será el ser humano, quizá si nos contemplamos en un espejo, logremos no caer en la tentación de unirnos a la masa y empezar a apedrear un cuerpo solo porque los demás lo hacen.