martes, 20 de noviembre de 2012

'Caribou Island' de David Vann

caribou island

Título: Caribou Island
Autor: David Vann
Traducción: Luis Murillo Fort
Editorial: Mondadori (octubre 2011)
Año de publicación: 2011
Páginas: 288
Precio:  21,90 euros

El agua ya no era turquesa. De un azul oscuro, muy oscuro, con un toque de negrura, transparente, sin fango glaciar en la superficie. Irene no sabía cómo podía cambiar tanto de la noche a la mañana. Un lago diferente. Otra metáfora del yo, cada nueva versión una impugnación de la anterior. La persona que ella era hoy no cuadraba con la de dos semanas atrás, antes de los dolores de cabeza, y la que era entonces no cuadraba tampoco con la de hacía unos cuantos meses, sin jubilar aún, todavía en el aula con los niños. Y la persona que era entonces no cuadraba con la de cuando sus hijos vivían en casa, antes de que dejaran de ser una presencia cotidiana, y la que era entonces no cuadraba con cuando ella y Gary pisaron Alaska por primera vez, llenos de esperanza, menos aún con la época inmediatamente anterior, ella licenciada y con un empleo, libre e independiente por fin, un momento luminoso en que todo parecía posible.

No sé muy bien qué me sucede últimamente, pero estoy de lo más exigente con los libros que leo, aún gustándome, no puedo evitar encontrarles pegas, pequeños fallos que hacen que no lleguen a ser redondos. Con Caribou Island creo que el problema han sido las altísimas expectativas que tenía, esperaba muchísimo de él. Después de lo impactada que me dejó Sukkwan Island esperaba encontrar otro libro que me dejara tan impresionada, y me ha decepcionado. Tengo claro que la novela no me ha gustado tanto porque las comparaciones son odiosas, y la primera novela de Vann era impresionante, un listón muy alto que el autor no ha sabido alcanzar en esta segunda obra. Si Sukkwan Island condensaba en pocas páginas una tragedia que se palpaba en el ambiente, con apenas dos personajes, solos en medio de una naturaleza salvaje, con una economía del lenguaje que nos acercaba aún más a ellos, Caribou Island peca de todo lo contrario: demasiados personajes y tramas que no terminan de encajar unas con otras, y la sensación de que la misma historia se podría haber contado mejor con menos páginas y menos circunloquios.

Lago Skilak (Alaska), hogar de la pareja protagonista

Caribou Island vuelve a trasladarnos a Alaska, allí, Irene y Gary, un matrimonio que lleva más de 30 años juntos, vive la última y aplastante crisis de pareja. Gary trata de exorcizar su descontento con la vida que lleva y consigo mismo construyendo una cabaña en una remota isla a la que solo se puede llegar en barca. Trata así de hacer realidad un sueño de retorno a la naturaleza, al primitivismo y a lo más básico del ser humano en comunión con el entorno. Sin apenas conocimientos para poner en pie esa cabaña, el proyecto se revela pronto como un fracaso y una huida grotesca de lo que es su vida hacia el viejo sueño romántico de la Alaska salvaje. Por su parte, su mujer Irene asiste a este desmoronamiento casi sin rechistar, ya que adivina que el objetivo final de toda esta pantomima es que Gary encuentre algún motivo para poder abandonarla. Con una gran sensación de fracaso ante una vida que no ha sido lo que esperaba, un matrimonio lleno de silencios e incomunicación, Irene se enfrenta además a su máximo temor: el repetir el suicidio que cometió su madre cuando ella era solo una niña tras ser abandonada por su marido. Alrededor de estos dos personajes centrales encontramos a los hijos de la pareja, Mark, pescador interesado tan sólo en sí mismo, indiferente ante el drama que viven sus padres; y Rhoda que vive sin saberlo su propia crisis con Jim (ambos personajes aparecían ya en Sukkwan Island, el padre del autor y la segunda esposa de este) quien no acaba de comprometerse con ella y merodea alrededor de Monique, una excursionista que junto a su novio Carl han ido a pasar una temporada en Alaska, y a través de cuyos ojos vemos la belleza del entorno, pero también su dureza y lo despiadado que puede ser con quienes no se aclimatan a él.

Península de Kenai (Alaska) 

Como comentaba antes, uno de los grandes fallos de esta novela es la inclusión de tantos personajes, ya que muchos de ellos no tienen fuerza suficiente o historias lo suficientemente interesantes como para igualar a la de la pareja protagonista. Parece que el autor se va por las ramas y que, al contarnos con detallada minuciosidad el trabajo en una fábrica de pescado, las infidelidades de uno de los personajes o una jornada de pesca, tan solo trata de hacer tiempo y rellenar páginas. No es que no sean historias interesantes, sino que con quienes queremos estar constantemente es con Irene y Gary, verdadero eje de la tragedia, que, al final, después de darle tantas vueltas y revueltas queda algo diluida y no tiene el impacto emocional que hubiera tenido en una historia más condensada en páginas, personajes y tramas. Aún así, los pasajes protagonizados por esta pareja son inigualables, los silencios cuentan tanto como las palabras, las críticas implícitas en sus actitudes o en lo que se dicen, retratan a la perfección a una pareja que ya no puede ni quiere hacer nada por salvar su matrimonio.

Montañas en Kenai (Alaska)

De nuevo, y como ya sucediera en Sukkwan Island, Alaska es un personaje más, con sus impresionantes paisajes, su dureza capaz de vencer a cualquier ser humano, más aún a esos aprendices de Thoreau que creen que sin conocimientos ni experiencia pueden vivir en medio de la naturaleza salvaje. Sin haberme entusiasmado, especialmente porque creo que le sobran muchas páginas, el libro, aunque de ritmo reposado, se lee con facilidad gracias a la abundancia de diálogos y a la tensión continua que se respira entre los personajes y que hace intuir desde el principio que todo esto no puede acabar muy bien. Si tuviera que recomendar a David Vann lo haría sin dudarlo con Sukkwan Island, de la que sigo pensando que es una de las mejores novelas que he leído este año. Si ya conocéis al autor y queréis seguir explorando ese complejo mundo interior que parece albergar y que exorciza con la literatura, adelante con Caribou Island. Quizá no sea culpa del libro sino algo personal y ciertamente esté excesivamente crítica y exigente con los libros que leo últimamente.

David Vann

David Vann nació en 1966 en la isla Adak (Alaska), y en la actualidad vive en California y da clases en la Universidad de San Francisco. Ha recibido numerosos galardones por su novela Sukkwan Island, entre ellos el Premio Médicis Étranger 2010 y el Premi Llibreter 2011. Caribou Island ha sido galardonada con Le Prix de la librairie Nouvelle de Voiron 2011 y Le Prix des Lyceens de Pau 2011. Vann ha colaborado en publicaciones como Esquire, National Geographic Adventure, Sunday Times, The Observer o Finantial Times, entre otras. Tanto Sukkwan Island como Caribou Island toman trágicos sucesos reales que han tenido lugar en su familia y que posteriormente ha transformado y novelado. En la primera, el suicidio de su padre, y en la segunda. la muerte de los padres de su madrastra. El propio Vann lo explicaba en una entrevista: “Cuando tenía 12 años, la madre de mi madrastra asesinó a su marido y acto seguido se pegó un tiro. Esto sucedió once meses antes de que mi padre se suicidara. Así que ambos sucesos llevan treinta años enfriándose dentro de mi cabeza. Para mí es importante que esta historia se conozca, porque pienso que la escritura es un proceso subconsciente pero real, que es un acto de transformación del mundo que te rodea. De ese modo, los lectores pueden conocer los cambios que se han producido entre realidad y ficción. Hace algunos meses, durante una lectura pública, comenté que con este libro había intentado comprender los motivos que llevaron a la madre de mi madrastra a matar a su marido, y varias mujeres entre el público me contestaron que no, que en realidad no les costaba tanto imaginárselos”. 

martes, 13 de noviembre de 2012

'La cena' de Herman Koch

lacena

Título: La cena (Het Diner)
Autor: Herman Koch
Traducción: Marta Arguilé Bernal
Editorial: Salamandra (enero 2012)
Año de publicación: 2009
Páginas: 288
Precio:  8,50 euros


Llevaba tiempo queriendo leer este libro y la verdad es que me ha sorprendido, porque no era lo que esperaba, porque tanto los personajes como lo que sucede en ella parecen una cosa y luego son otra. Aún así, aunque me ha gustado, la he devorado y la he comentado hasta la saciedad, ha habido dos detalles que han hecho que no fuera tan redonda como esperaba. El primero, un final algo predecible que se ve venir de lejos (aunque mi chico que la leyó primero me dijo que no se lo esperaba en absoluto y que tuvo incluso que volver atrás porque no se lo creía, así que igual es cosa mía) y en segundo lugar, el extremismo de cierto personaje principal que termina justificando las malas acciones de otro de los personajes. A pesar de esos dos "peros" y de alguno más que os comentaré más adelante, se trata de una novela muy recomendable, de las que se leen casi de una sentada, con un estilo ágil y muy fluido, muy cinematográfico en ocasiones (no es difícil imaginar su adaptación al cine o al teatro), plagado de diálogos y de giros que nos mantienen ávidos de saber más y más.


La cena nos sitúa en un lujosísimo restaurante de Ámsterdam, de esos en los que los enormes platos muestran más blanco que comida, y por los que te sacan un ojo de la cara. Allí se reunen dos parejas muy diferentes entre sí que tienen que abordar una peliaguda situación: sus hijos adolescentes Michel y Rick han hecho algo terrible, muy difícil de justificar, y es el momento de decidir qué hacer con ellos. Por un lado, el instinto de protección de los padres, de otro, el deber y la moral ¿Qué hacer? ¿Encubrir a un hijo aún a expensas de que ese mal comportamiento no sea castigado de ningún modo? ¿O permitir que la justicia haga su función y acaben en la cárcel? Hasta aquí, tan solo la superficie de lo que plantea la novela, ya que uno de los grandes puntos fuertes de ella es que invita a un extenso debate. Desde la responsabilidad de los padres hacia los hijos, las relaciones mal entendidas de "colegueo" que establecen muchos progenitores, la falta de disciplina, castigo o autoridad, el tratar a los niños como iguales e incluso el temor a decirles algo que pueda molestarles. Todo un catálogo de cómo son algunas relaciones padres-hijos hoy en día y que llevan a extremos como la violencia escolar, ejercida tanto por los hijos como por los padres que agreden a unos profesores a los que se les ha despojado de toda autoridad, o la incapacidad de algunos jóvenes para tener límites, saber lo que está bien o mal y actuar en consecuencia.


Antes de leer el libro pensaba que se encontraba en la línea de Un dios salvaje de Roman Polanski de la que hablé aquí, pero, una vez leído he visto que no tiene absolutamente nada que ver, ya que aquí el tono no es en absoluto humorístico y el tema se trata de una manera muy diferente. Además de las muchas reflexiones que el libro propone sobre la educación, la novela nos va presentando a esos padres a través de los ojos de uno de ellos, así que la realidad resultará un tanto distorsionada en función de lo que este piensa de los demás. Iremos de este modo descubriendo poco a poco quienes son, quién se esconde realmente detrás de esos matrimonios de clase media-alta que parecen haber perdido los valores esenciales para la convivencia. Por otro lado, la estructura de la novela, gracias al escenario en que se desarrolla (un restaurante de lujo) es de lo más original, dividiendo los capítulos en función de los distintos platos que van tomando (aperitivo, entrantes, segundo, postres, digestivo y propina), presentándonos cada uno de los platos que van pidiendo los protagonistas, y haciendo así una sutil crítica a esa clase pudiente que va a restaurantes carísimos en los que hay que reservar con meses de antelación y de los que se sale con más hambre de la que se tenía antes de entrar.


El libro es muy entretenido, como digo, tiene un estilo muy visual y ágil, con lo que su lectura es muy amena, algo a lo que ayuda el hecho de que la información se nos da con cuentagotas, con lo que queremos seguir leyendo para saber qué fue eso tan terrible que hicieron los chicos y cómo van a actuar finalmente sus padres. También ayuda el hecho de que se den varios giros que hacen que cambiemos nuestra percepción sobre los personajes, ya que, al final, ni los malos son tan malos, ni los buenos tan buenos, e incluso hay malos que son aún peores de lo que pudiéramos imaginar. El libro invita a la reflexión sobre una sociedad que ya no sabe o no quiere ocuparse de la educación de los hijos, que se recrea en el gasto y el despilfarro por sí mismo, en regodearse en su posición social-dinero-cultura-estatus. Sin embargo, creo que podría haberse sacado más partido al tema, el autor se saca de la manga unos cuantos recursos muy efectistas, que llaman la atención, que propician ese giro en la percepción que teníamos de los personajes, pero que diluyen la verdadera cuestión: ¿en qué se está fallando en la educación de los jóvenes? No puedo contar mucho más sin destripar el argumento, sin duda, lo más jugoso del libro, ir descubriendo poco a poco la trama por nosotros mismos. Sin embargo, sí puedo apuntar que quizá con unos padres y una situación más normales, hubiese sido un libro más redondo. A pesar de que no se trate de una obra maestra y que mi valoración de la novela sea menor que las expectativas que tenía sobre ella antes de leerla, es un libro que vale la pena leer y recomendar, que da que pensar, que entretiene y que sabe jugar con el lector, bazas las tres más que suficientes para que haya sido una lectura satisfactoria.

Herman Koch

El escritor holandés Herman Koch (1953) escribe además columnas periodísticas y trabaja como actor en televisión. Publicó por primera vez en 1985 con la colección de relatos De voorbijganger. Fue su novela La cena la que le hizo saltar a la fama, tomando curiosamente como punto de partida unos hechos reales que sucedieron en Barcelona. La novela fue escogida Libro del Año 2009 y fue galardonado con el Premio del Público,  pasando a ser un superventas al superar los 340.000 ejemplares vendidos. Acaba de publicar una nueva novela, Casa de verano con piscina, que de momento ha recibido buenas críticas tanto de público como de crítica.

** He aprovechado el hecho de haber estado en Holanda hace unos años para ilustrar esta entrada con fotografías propias que hice de los canales de Ámsterdam. Un país y una ciudad que si no conocéis os animo a que lo hagáis ya que tienen muchísimo para ver y son una preciosidad. 

martes, 6 de noviembre de 2012

'Las baladas del ajo' de Mo Yan

Lasbaladasdelajo

Título: Las baladas del ajo (T'ien-t ang suan t'ai chich ko)
Autor: Mo Yan
Traducción: Carlos Ossés
Editorial: Kailas (2008)
Año de publicación: 1989
Páginas: 489
Precio: 21,90 euros

[...]"¡cualquier partido político o gobierno que  se olvide del bienestar de su pueblo está pidiendo a gritos ser derrocado por éste!"

A raíz de la concesión del Premio Nobel de Literatura 2012 al escritor chino Mo Yan el pasado mes de octubre, organizamos en el Café Literario una lectura conjunta de su obra Las baladas del ajo. En mi caso se trata del segundo acercamiento a este autor, del que ya leí hace un par de años su conocidísima Sorgo Rojo (gracias a la preciosa película del director Zhang Yimou) de la que podéis leer aquí la reseña. Si Sorgo Rojo me pareció una obra maestra que justificaba más que de sobra la concesión de tan prestigioso premio, con Las baladas del ajo quedo plenamente convencida de que Mo Yan es uno de los grandes escritores vivos que existen actualmente. Muchos de los obstáculos de Sorgo Rojo desaparecen en esta obra, mucho más breve, sencilla, cercana y de un ritmo ágil, que han hecho que se convierta inmediatamente en mi favorita del autor. Las baladas del ajo, pese a su aparente sencillez, no deja de ser un libro complejo, en el que se tratan multitud de temas, el lenguaje es muy rico y hay un gran manejo de las técnicas narrativas utilizadas, como por ejemplo, los saltos temporales del presente al pasado, muy logrados para que queramos seguir leyendo ya que sabemos en el presente lo que sucedió por lo que se nos cuenta, pero solo asomándonos al pasado, vemos realmente lo que pasó. 


Las baladas del ajo nos sitúa en el corazón de China, en una de esas aldeas de campesinos que tratan de salir adelante gracias a sus cultivos. Nos encontramos a finales de los años 80 y el Gobierno comunista tiene la "genial" idea de pedir a los granjeros que se dediquen a plantar únicamente ajo. No hace falta tener unos conocimientos profundos de economía para darse cuenta de que una idea semejante lo único a lo que conduce es al colapso de los mercados, el Gobierno no puede comprar todo el ajo cultivado por los campesinos, así que estos ven cómo se pudren sus cosechas y sus posibilidades de poder alimentar a sus familias. Cuando los campesinos, desesperados por el hambre, se alzan contra el Gobierno, este, en vez de reconocer su error, reprime y castiga duramente a estos campesinos que, un poco por ignorancia (que aprovecha el Gobierno en su beneficio) y otro poco porque no les queda más remedio que obedecer, han dedicado todas sus tierras de cultivo al ajo y ahora se han quedado sin nada.


Hasta ahí la trama política, pero es que además, Las baladas del ajo contiene una preciosa segunda línea argumental, con los campesinos como protagonistas. Por un lado, Gao Yang, un cultivador de ajo, padre de dos niños que se ve envuelto en las revueltas. Y principalmente, la trágica historia de amor de Gao Ma y Jinju, enamorados pero a los que la familia de ella impiden estar juntos. Sin duda, esta historia, conmovedora pero realista, ha sido lo que más me ha gustado de la novela. Los personajes no se idealizan en ningún momento, la relación de los amantes no es romántica sino muy apegada a la realidad, Gao Ma apesta a ajo y suelta eructos al comer, ambos son campesinos, algo que Mo Yan no olvida en ningún momento ni nos deja que nos olvidemos de ello. Su vida es dura, ellos mismos no han conocido nunca otra cosa, pero en medio de esa vida, de los problemas diarios, puede nacer algo bello.


La novela es muy dura en el sentido de que no escatima en escenas violentas (por ejemplo, la represión del Gobierno hacia esos campesinos rebeldes) o en plasmar la realidad tal y como es sin dulcificarla (la suciedad, la peste continua a ajo, los piojos en la prisión...). Sin embargo, como ya sucediera con Sorgo Rojo, a pasajes de gran violencia le siguen otros llenos de poesía y belleza. El campo es brutal, sí, pero también tiene una belleza primigenia que hay que saber ver a través de esa suciedad. Tengo que destacar también algunos pasajes que remiten al "realismo mágico" como las apariciones de muertos, un bebé hablando desde el útero de su madre, imágenes oníricas que rozan el surrealismo o la mezcla de realidad y sueños. A esa poesía narrativa se suma el hilo conductor de la novela, esas baladas del ajo a las que alude el título y que encabezan el principio de cada capítulo, cantadas por el rapsoda ciego Zhang Kou que nos va adelantando los acontecimientos.


El choque entre tradición y modernidad, entre campo y ciudad, es acusadísimo. El Gobierno comunista quiere imponer unas maneras de pensar y actuar (para ellos modernizadoras del país) que chocan frontalmente con las tradiciones y con la realidad del campo. Así, por poner un ejemplo, se obliga a incinerar a los muertos pagando unas tasas altísimas que los campesinos no pueden permitirse, pero es que además, la costumbre entre ellos es el enterramiento. En una sociedad tan apegada a la familia, contravenir el último deseo de un familiar que va a morir es algo impensable por grande que sea el castigo del Gobierno. Además, también podemos ver cómo en las culturas orientales el individuo se encuentra en un segundo plano frente al colectivo (ya sea la familia, el pueblo...) algo vital para la supervivencia, y algo que el Gobierno comunista aprovechó en su beneficio. Resulta realmente injusto ver cómo los funcionarios ricos se aprovechan de su poder para someter a los campesinos pobres, quienes no tienen ninguna oportunidad frente a ese sistema abusivo. Pero es más chocante aún ver cómo algunas críticas que valen para el comunismo, plasmadas en este libro, son muy válidas para el momento que vivimos actualmente y para nuestras sociedades capitalistas: malos gobernantes que lo único que piensan es en enriquecerse a costa de los ciudadanos cada vez más pobres, la ineptitud y el absurdo de las administraciones (que provocan escenas realmente kafkianas en las que un cultivador debe ir dando cantidades cada vez más grandes de ajo a los funcionarios para poder llegar al mercado donde finalmente no podrá vender lo poco que le queda), la brutal represión de las fuerzas de seguridad a quienes solo piden lo que es justo...



Sin dudarlo me atrevo a decir ya que esta va a ser una de las mejores lecturas que haga este año. A mí me ha sorprendido, como digo, Sorgo Rojo me gustó, pero es que Las baladas del ajo me ha entusiasmado. Tiene todo lo bueno que debería tener una novela: técnicas narrativas originales y muy bien utilizadas, una prosa que mezcla realismo crudo y pasajes de gran belleza, una historia que combina lo político y lo humano y un ritmo que consigue atraparnos para saber qué les sucederá a esos personajes por los que es difícil no apiadarse. Eso sí, aviso que la novela es muy dura y que Mo Yan no parece sentir esa piedad hacia sus personajes algo que, por otro lado, acentúa el realismo crudo y sin edulcorantes de la novela. Aún así, como suele suceder siempre con una lectura, que al final no deja de ser un acto que pasa por la subjetividad de cada uno, no ha gustado a todos los participantes en la lectura conjunta, os iré dejando los enlaces a sus reseñas a medida que las vayan publicando: 




** Para ilustrar esta entrada he utilizado las maravillosas imágenes de China del fotógrafo Feng Jiang que nos muestran un país lleno de bellos paisajes.