viernes, 30 de diciembre de 2011

Mis mejores lecturas de 2011

 Seymour Joseph Guy, Joven leyendo (1877)
Mis lecturas de 2011 han sido en general bastante satisfactorias, he conocido a autores nuevos que me han fascinado, como es el caso de Michel Houellebecq que me tiene totalmente cautivada o en otra línea, Irène Némirovsky, con una prosa espectacular. Han caído algunos clásicos y novedades, y he "viajado" a través de los libros a lugares donde nunca había estado antes, literariamente hablando. También ha habido decepciones y libros que he dejado sin terminar. A raíz de la preparación de esta entrada me he hecho unas cuantas reflexiones personales de cosas que voy a intentar cambiar el año que viene. Como vengo viendo en otros blogs, me he dado cuenta de que mi blog también me está influyendo demasiado en las lecturas que hago, libros más cortos para no detener el ritmo de publicación, compromisos y libros que me envían editoriales que se me van acumulando... Pero lo que ha sido catastrófico para mí ha sido darme cuenta de que durante este año solo he leído un libro de poesía, el de Kerouac. Sé que muchos no sois lectores de poesía, pero es que a mí me encanta la poesía, siempre ha sido uno de mis géneros favoritos, y veo que por culpa del tema reseñas y demás, está perdiendo terreno frente a la novela. Lo mismo pasa con el teatro (¡no he leído nada de teatro este año!) o la no ficción. Las novelas son geniales, sí, pero hay otros géneros que siempre me ha gustado leer y que veo que han perdido a lo largo de este año un peso importantísimo. De todos modos, es algo a lo que estoy poniendo ya remedio.

André Kertesz: Greenwich Village, Nueva York, mujer leyendo en la ventana de incendios
Así que, primera reflexión, nada de retos. Este año no me apuntaré a retos nuevos salvo a aquellos que ya por tradición estoy apuntada como el Reto de Meribélgica. En cuanto a las lecturas conjuntas, de momento me voy a quedar tan solo con el recién creado Café literario por su frexibilidad, leemos lo que queremos cuando queremos y a nuestro ritmo, sin presiones, podéis apuntaros libremente. Por último, ser más ordenada con mis lecturas, elegir mejor los títulos, con cabeza, no sentirme presionada por el blog. A ver si lo consigo que sé de más de uno y de dos que han terminado por echar el cierre a sus blogs por este tipo de presiones y no quiero que me pase esto.

Marilyn Monroe
Este año he decidido dar un giro a mis lecturas y decantarme por los clásicos, la literatura oriental y los autores menos conocidos. Pensaréis que eso ya lo hacía, pero ahora más, espero que no dejen de interesaros las cosas de las que hable, pero es que de verdad necesito darle otro rumbo a mis lecturas. Por supuesto, seguirá habiendo alguna que otra lectura comercial y actual, tengo algunos libros acumulados de este tipo, pero por ejemplo, si tengo que tirarme un mes sin reseñas de libros porque estoy con un tocho clásico, lo haré. Espero que siga gustándoos el blog a pesar de mis nuevas intenciones.


Ver Viajes Literarios 2011 en un mapa más grande

Algo que me ha dado que pensar ha sido hacer este mapa de mis viajes literarios durante 2011. La idea la he tomado del blog Leer sin prisa, me pareció una idea tan buena y original que con su permiso, he decidido hacer también mi mapa. En él reflejo los países por los que he viajado con la imaginación gracias a los libros que he leído este año. Una de las cosas que más me gusta de leer es poder ir a otros países y otras épocas e impregnarme de su cultura, espero poder deciros algún día que he visitado en persona todos esos lugares, pero de momento, la lectura es un sucedáneo de lo más apetecible. Pensaba que no serían muy variados los destinos que he visitado con los libros, pero sí que lo han sido. Este año ha predominado Francia frente al resto, he pasado mucho tiempo en París gracias a libros increíbles y a autores franceses o no que han querido situar allí sus novelas. Otro destino recurrente ha sido Estados Unidos, en especial Nueva York, aunque con cierta fuerza también California. Más arriba, he llegado hasta la siempre fascinante Alaska. En América del Sur me he detenido tan solo en Perú y en Brasil, este año que viene me pongo como deberes viajar más al continente americano. Aunque la literatura española es hoy en día la que menos me interesa, me he detenido en Madrid, Barcelona y Valencia. En el resto de Europa, he estado algo en Inglaterra, Alemania, Austria, Bélgica, Italia, Suecia, Lituania y Turquía. En Rusia me he detenido brevemente, llegando incluso a Siberia y al Circulo Polar Ártico. Ya en el continente asiático, como sabéis, mi favorito, ha habido viajes a Bangladesh, Birmania, China, y en especial, cómo no, a mi adoradísimo Japón. En Oceanía, he visitado Australia y Nueva Zelanda, a los que pienso volver, esta vez con autores autóctonos. Esta vez África se ha quedado fuera igual que gran parte del mundo árabe o la India, un país que me encanta en literatura pero que este año no he tocado. Espero que en 2012 sean aún más los destinos a los que llegue gracias a los libros.



Charles Dickens
No quiero dar por terminada esta entrada de repaso a este año que dejamos, sin recordaros que en este 2012 que comenzamos se va a celebrar un importantísimo aniversario: el bicentenario del nacimiento de Charles Dickens el 7 de febrero. En Inglaterra se van a llevar a cabo numerosas actividades, y por mi parte, contribuiré leyendo algún libro del novelista inglés, en mente tengo Historia de dos ciudades, aunque acepto sugerencias. Otro al que recordaremos durante este año es al genial Bram Stoker, creador de Drácula, el 20 de abril se cumple el centenario de su muerte. Como ya he leído un par de veces su obra cumbre, investigaré a ver si encuentro algo más suyo.

Al igual que el año pasado, repito deseos para 2012, que sea un año lleno de más y mejor cultura, en el que consigamos por fin salir de la crisis y lograr todas nuestras metas.

¡Feliz Año!

miércoles, 28 de diciembre de 2011

'Un dios salvaje' de Roman Polanski



Con los años una va cogiendo experiencia, o creyendo que la coge, y volviéndose categórica, lanzando máximas de las que luego puedo y creo que me arrepentiré a los dos días, pero bueno, allá va la máxima que me ronda la cabeza últimamente: para acertar y ver una buena película hay que pasar olímpicamente del argumento de la misma, de sus actores o de los tráilers que muchas veces son más un resumen de la película entera (final incluido) que un reclamo. Para acertar a la hora de ver una peli solo hace falta fijarse en el director. Ya está, dicho queda. Y es que últimamente la experiencia me dicta que si voy a ver un film de Clint Eastwood, Lars von Trier, Woody Allen o Almodóvar, me da exactamente igual lo que quieran contarme, que me hablen de rugby que no me interesa nada, del apocalipsis que me es indiferente, de crisis de identidad o de cambios de sexo imposibles que me dejan fría, me da igual, porque hablen de lo que hablen, conseguirán engancharme en argumentos que en principio no me llamarían la atención, saldré encantada del cine y tendré la sensación de que ha sido un dinero bien gastado. Dentro de esa nómina de directores que nunca me defraudan (y crucemos los dedos porque siempre puede haber un batacazo) vamos a incluir a Roman Polanski, aunque haya hecho de las suyas con bodrios infumables como La novena puerta. Pasando eso por alto, Polanski suele ser sinónimo de buen cine y además entretenido. Quién me hubiera dicho a mí que las discusiones, fobias y problemas domésticos de dos parejas con hijos me iban a interesar. Y sí, Un dios salvaje me ha gustado y mucho. Ya me quedé con ganas de ver la obra de teatro de Yasmina Reza cuando estuvo en Madrid, así que no puedo comparar obra y film, pero lo que es la película, me ha encantado.


El argumento es tan sencillo como dos parejas de neoyorquinos reunidas en el apartamento de uno de ellos. El hijo de uno de los matrimonios ha pegado al hijo del otro, y los padres se han reunido para hablar civilizadamente del asuntillo y tratar de resolverlo lo más cordialmente posible. Pero no cuentan con ese dios salvaje que habita en todos nosotros, esa bestia que ni siquiera siglos de evolución ha conseguido apaciguar, y ya os podéis imaginar que la cosa se les va de las manos. Divertidísima a ratos, reflexiva en otros, Un dios salvaje nos hace reír mientras pensamos lo humanas que son esas reacciones y que quizá nosotros mismos caeríamos en ellas también. Kate Winslett, una actriz que antes no me decía nada y que cada vez me gusta más y más, está simplemente perfecta en su papel. El otro destacado es Christoph Waltz, absolutamente genial, y el personaje más divertido del film. Jodie Foster está perfectamente insoportable, el personaje que más he odiado del film, la típica mujer acomodada que sin embargo dice sufrir por las tragedias ajenas y se le llena la boca hablando de derechos humanos, sin ni siquiera darse cuenta de lo absurdo de su discurso y lo falso que resulta. John C. Reilly, en la piel del marido sumiso, borda también su papel. Una película como esta, que transcurre prácticamente toda en un apartamento y que recuerda constantemente al teatro e incluso a las películas clásicas donde lo importante eran los diálogos, las réplicas y contraréplicas agudas, sin ayuda de efectos especiales ni giros traídos de la mano del guión, necesitaba unos actores de altura, y los tiene. Las máscaras y convencionalismos sociales acaban cayendo "Yo sí sé lo que se sufre en África" dice una Jodie Foster rodeada de carísimos catálogos de Kokoschka en edición vintage desde su cómodo y lujoso piso neoyorquino. Polanski borda una película que pone sobre la mesa la falsedad de nuestra sociedad actual, las máscaras tras las que nos escondemos, las mil y una hipocresías que vivimos y esa falsa urbanidad en la que nos refugiamos a diario. Una película para disfrutar desde el primer minuto y a la que solo le puedo poner la pega de su brevedad, tan solo 80 minutos de metraje que dejan con ganas de más, o quizá eso también sea una virtud.

lunes, 26 de diciembre de 2011

'Santuario' de Edith Wharton


Título: Santuario (Sanctuary)
Autor: Edith Wharton
Editorial: Impedimenta (diciembre 2007)
Año de publicación: 1903
Páginas: 176
Precio: 17,50 euros

Resulta poco frecuente que la juventud se permita una felicidad perfecta. Da la impresión de que deben realizarse demasiadas operaciones de selección y rechazo como para poder ponerse al alcance del subyugante despertar de la vida.

Aunque tengo en casa desde hace tiempo La edad de la inocencia, al final ha sido Santuario la novela con la que me he estrenado con Edith Wharton, una autora que llevaba tiempo queriendo probar y que no me ha decepcionado nada. Como siempre, he de decir, que la edición de Impedimenta es impecable, nada más verlo en la biblioteca se me pegó a las manos. Volviendo a la novela en sí, esta se divide en dos partes, una primera en la que nos narra la historia de Kate, una joven feliz y despreocupada, que ha sido siempre educada entre algodones para que no conozca los "males del mundo". Kate va a casarse con Denis Peyton, guapo y de buena familia. Todo parece perfecto, hasta que Kate descubre por azar un oscuro secreto en Denis, una forma de ser y de actuar que no cuadra con la imagen idílica que Kate tiene de él, y que le hace replantearse su amor por él. Con esa actitud, descubre la hipocresía de la sociedad en la que vive, que apoya siempre al más fuerte en detrimento del más débil, que prefiere mirar hacia otro lado. En la segunda parte, Kate, siendo ya la señora de Denis Peyton, tiene que luchar de nuevo contra ese lado oscuro que ella adivina ha pasado del padre a su hijo Dick, al que idolatra con una pasión que raya la obsesión, erigiéndose en guardiana de su moralidad.

Edith Wharton

La novela es bastante breve y nos lleva directamente a los momentos de conflicto, no se anda por las ramas y nos presenta los momentos en que Kate se enfrenta a ese lado oscuro que parece vivir en los hombres de su familia. Los valores éticos, la moral o la inmoralidad, el fin justifica los medios, son los ejes en torno a los que se desarrolla esta novela. ¿Es aprovechar la desgracia ajena, coger la oportunidad al vuelo para mejorar socialmente, válido? ¿Lo es aunque lo único que se deje en el camino sea la honestidad y la buena conciencia? Wharton no enjuicia a sus personajes, los muestra tal cual, cómo hablan, cómo actúan. De hecho, la propia Kate, que se erige a sí misma como guardiana de la moralidad de su marido y su hijo, tiene momentos en que muestra que ella también puede ser cobarde, egoísta y contradictoria con lo que predica. Se trata de un personaje con muchos matices, en cierto modo comprendemos a la joven Kate, hija de su época, una mujer educada para casarse, viviendo siempre entre comodidades y sin preocuparse por la vida real y cruda, que se enfrenta por primera vez a todo aquello que le han ocultado. Sin embargo, en la Kate adulta no deja de haber cierta hipocresía, en ese mirar hacia otro lado, en esa constante vigilancia de su hijo de madre posesiva y celosa, que no admite que otra mujer pueda pasar a ser el eje que hasta el momento era ella de su hijo.

Alfred Stieglitz, Two towers-New York (1903)

Es esta una de esas novelas en las que en pocas páginas se tratan muchos temas trascendentales y se abren muchos interrogantes ¿cómo hubiera actuado yo? ¿Son los buenos tan buenos, los malos realmente lo son? El dinero, el poder, la presión de la sociedad que nos empuja muchas veces a hacer cosas que no queremos solo porque nos sentimos obligados a hacerlas, siguen tan vigentes hoy en día, que la novela puede situarse a principios del siglo XX o ahora mismo, el fondo de la cuestión es el mismo ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar para lograr nuestro pedazo de felicidad? Por otro lado, los temas propios de la época, la mujer siempre en un segundo plano, tras el marido primero, tras el hijo después, viendo que sus opiniones solo pueden tener valor en el hogar e intrigando, nunca abiertamente como un miembro más de la sociedad, aunque su inteligencia sea igual o mayor que la de los hombres que dirigen todo. El estilo me ha recordado muchísimo al de Henry James, del que la escritora fue amiga y discípula. Santuario, publicada por primera vez en 1903, es una rarísima novela de la primera época de Edith Wharton, inédita hasta esta edición en español, que os recomiendo no dejéis pasar.

*** Espero que hayáis pasado todos unas felices fiestas y que os hayan dejado muchos regalos. Yo vuelvo de casa de mis padres con la maleta y la tripa más llenas. Ahora toca preparar la Nochevieja y los regalos de los Reyes. ¿Lo he dicho ya? ¡Me encanta la Navidad!

viernes, 23 de diciembre de 2011

'We Wishlist a Merry Xmas': mi lista de deseos en Fnac




Un año más Fnac propone su concurso por un lado para blogueros y por otro para usuarios de Facebook: We Whislist a Merry Xmas. El año pasado ya me apunté, aunque por desgracia no tocó nada, como la esperanza es lo último que se pierde, participo de nuevo cruzando los dedos a ver si este año hay más suerte. Tan sólo hay que publicar en el blog o en Facebook (depende de la modalidad que elijáis) una lista con los productos de la Fnac que os gustaría llevaros por Navidad, el premio es ni más ni menos que un vale por valor de 2.012 euros para gastar en lo que queráis. Vamos, un regalazo navideño. Os dejo aquí las bases para el concurso de bloggers por si os animáis a participar. Este año hay un poco de todo en mi lista, aunque es verdad que aprovechando lo suculento del premio, me he tirado mucho a lo tecnológico. Esta es mi Whislist de este año:

miércoles, 21 de diciembre de 2011

'El Palacio de la Luna' de Paul Auster

  
Título: El Palacio de la Luna (Moon Palace)
Autor:  Paul Auster
Editorial: Biblioteca Anagrama (2009)
Año de publicación: 1989
Páginas: 310

Mi primer encuentro con Paul Auster no pudo ser mejor, ya había visto las geniales películas Smoke y Blue on the Face, y mi primera novela de este autor fue El país de las últimas cosas a la que le siguió Leviatán, ambas siguen siendo mis favoritas del escritor norteamericano. Después de unos libros tan increíbles, que me trasladaron literalmente dentro del libro, le siguió una fiebre total austeriana por la que en poco tiempo leí La música del azar, Mr. Vértigo y El libro de las ilusiones que seguían fascinándome. Sin embargo, de repente, y sin previo aviso, La trilogía de Nueva York, La noche del oráculo, Brooklyn follies, Viajes por el scriptorium y Un hombre en la oscuridad, me hicieron perder la fe en él. Ya veis que me costó renunciar a este escritor, he leído prácticamente todo lo que ha escrito y pese a las decepciones, nunca he terminado de rendirme con él, siempre he pensado que volvería aquel Auster que me enamoró con sus historias. Esta última tanda de libros me pareció repetitiva, cada vez más igual, tan achacosa y acabada como sus personajes de viejos sin futuro. He tardado mucho en volver a coger una obra de Auster, años, de hecho, le había dado por perdido, y aún así me he animado con un libro más suyo, con El Palacio de la Luna, publicado en 1989 cuando Auster aún era aquel maravilloso Auster del que me enamoré. Y aunque me ha gustado, he de decir que creo que ese Auster ya no volverá a mí, algo se ha roto en nuestra conexión autor-lectora.

Saul Leiter, Red Umbrella (1957)

El Palacio de la Luna, aunque tiene varios escenarios espaciales y temporales, nos sitúa principalmente en el Nueva York de los años 60: "Fue el verano en que el hombre pisó por primera vez la luna", comienza la novela, y de hecho, la luna estará continuamente presente en el relato de forma figurada o real, a lo largo de la continua huida hacia delante del protagonista, M.S. Fogg, un joven en busca de su identidad, ya sea como estudiante universitario, como mendigo en Central Park, conviviendo con la pequeña Kitty Wu o trabajando para el excéntrico señor Effing. M.S. Fogg es un personaje cien por cien austeriano, lleno de contradicciones, dejándose llevar por los acontecimientos, comienzan los relatos dentro del relato, como si abriéramos una caja y encontráramos otra en su interior, que alberga una nueva caja. Todas esas historias, aparentemente sin relación, van tejiéndose entre sí hasta encontrarse y tocarse puntos que en principio deberían estar alejados. Gracias a la entrada de LilVia en su blog he descubierto además que Auster se vale de personajes y escenarios reales que ensambla a la perfección en sus novelas con sus creaciones de ficción, creando así un mundo paralelo al nuestro en el que ambos, reales e imaginados, conviven.

Saul Leiter, Taxi (1957)

El libro, en general, me ha gustado, Auster es un gran contador de historias, como comentaba en twitter donde hemos hecho lectura conjunta, es como si te sentaras en la barra de un bar con un amigo parlanchín un poco pasado de copas, es divertido, es ágil, su prosa nos lleva por donde quiere, sus historias son únicas, llenas de azar, de encuentros y desencuentros, de reencuentros, de casualidades que no lo son tanto, sus relatos están llenos de magia. Auster consigue construir un mundo muy sencillo y complejo a la vez, plagado de personajes inolvidables como el tío Víctor, Kitty Wu, el señor Effing, Zimmer o Barber, personajes que se mueven entre lo real y lo irreal, con historias increíbles detrás que permitirían desarrollar un nuevo libro para cada uno de ellos. Pero como digo, esa gran magia, ese flechazo que tuve con los primeros libros que leí de él no ha vuelto a suceder. Puede ser saturación; (aunque lo dudo porque llevaba tiempo sin leer nada suyo) puede que ya no pueda encandilarme con más historias, como un viejo narrador parece que ha agotado ya todos sus trucos conmigo, me los conozco demasiado bien, resultan repetitivos, y cuando intenta algo nuevo, nunca está a la altura de lo que hizo antes. Quizá le exija demasiado a Auster, esta entrada no es para desanimaros a la hora de leer El palacio de la luna, leedlo, por favor, es un libro único y lleno de magia, os gustará, pero es que creo que a mí con Auster me ha pasado como cuando te desenamoras de una persona, ya no hay vuelta atrás.

Saul Leiter, Walk with Soames (1958)

Buscando imágenes con las que ilustrar la entrada, me topé con el magnífico fotógrafo estadounidense Saul Leiter, al primer vistazo, sus fotografías me cautivaron y supe al instante que encajarían a la perfección con el mundo un tanto onírico de El palacio de la Luna. Quizá no sean las imágenes más representativas de Nueva York, pero si son las imágenes de la ciudad que veo en mi mente al leer a Auster. Como ya os he comentado más arriba, hemos hecho lectura conjunta de este libro (si queréis apuntaros a cualquiera de las lecturas conjuntas que hacemos tan sólo tenéis que ir a la página Café literario en Facebook o en twitter a través de nuestros perfiles), así que si queréis saber qué opinión les ha merecido este libro a mis compañeras de lectura, tan solo tenéis que seguir los enlaces a sus respectivos blogs donde irán publicando las reseñas.

El blog de Lahierbaroja
libro-génica
Leer sin prisa
LilVia

lunes, 19 de diciembre de 2011

Red Hot Chili Peppers abarrotan el Palacio de Deportes de Madrid demostrando que siguen en buena forma



Pasa siempre igual, esperas con ansiedad que llegue determinado momento, la espera se hace interminable, y luego, ¡pum!, cuando quieres darte cuenta ya ha pasado todo en un suspiro. Es lo que me ha sucedido con el concierto de este sábado de Red Hot Chili Peppers en el Palacio de Deportes de Madrid. Compré las entradas antes del verano (tuve una suerte y una rapidez increíbles ya que se agotaron en cuestión de horas) y desde entonces llevaba esperando impacientemente poder verles por primera vez en directo. El sábado llegó y pasó en un pestañeo, y es que he de decir que fue un conciertazo, de esos en los que no puedes parar de bailar, saltar y berrear. Diversión pura y dura, y encima, de la mano de un grupo hiperveterano y que domina el escenario a la perfección. RHCP me retrotrajeron a los 90, aún recuerdo el momento en que salió su popularísimo disco Blood Sugar Sex Magik, y me hice con él. Me acuerdo porque entonces tendría unos 13-14 años, compraba mis primeros CD, veía con pasión religiosa la MTV a todas horas y comenzaba a salir. RHCP fueron la banda sonora de toda una generación, estaban por todas partes, Give it Away era indispensable en cualquier bar rockero o alternativo que se preciara, sin un descontrolado pogo de los RHCP, la noche no había tenido sentido. Os pongo en antecedentes para que veáis que además de por la música, este concierto tenía para mí un gran valor sentimental. Para abrir boca pudimos ver a los teloneros, los británicos Foals, que sin ser una revelación tienen ese sonido divertido y resultón del rock indie actual. Sonaron potentes y convincentes, así que investigaré un poco más sus canciones, a la espera de que vengan de nuevo en solitario.



Y a lo que vamos, los Red Hot, 18.000 personas dispuestas a disfrutar, entrega de público total. Salieron, vieron y vencieron, tanto con los temas clásicos que hacían que el Palacio de Deportes estuviera a punto de venirse abajo: Californication, Under the Bridge, By the way, Give it Away o una que no esperaba y me hizo mucha ilusión escuchar, la preciosa Breaking the girl; como con los del nuevo álbum I'm with you que está recibiendo unas injustas críticas. Personalmente creo que es muy buen disco, y que no tienen razón quienes critican que con este álbum se han rendido a lo comercial. Red Hot Chili Peppers siempre han sido un grupo a medio camino entre lo innovador y lo comercial. De hecho, recuerdo cuando salió el célebre Blood Sugar Sex Magik, tan celebrado y añorado ahora por los fans, y cómo en su momento leí una crítica en la que se decía que mezclaban "música para amas de casa", muy comercial, con canciones más cañeras. Lo mismo pasó con el imprescindible Californication o con By the way, discos que tienen canciones para todos los gustos y edades. Es su seña de identidad, y en I'm with you hay grandes canciones, os lo aseguro.



Fui al concierto con algo de miedo por lo que podía encontrar, ya que había estado leyendo críticas de su actuación en el Palau Sant Jordi de Barcelona, en las que por ejemplo se criticaba muchísimo al nuevo guitarrista Josh Klinghoffer, sustituto de John Frusciante quien ha abandonado al grupo. Bien, sin ser un gran guitarrista, y reconociendo que en algunos momentos simplemente no llegaba con su guitarra, hay que recordar que RHCP no son un grupo que se caracterice por su guitarra, nunca lo ha sido, ni de grandes solos ni de punteos espectaculares. Más me hubiese dolido perderme al increíble Flea, tan loco como siempre, pero tan genial como siempre también. Una demostración de que el tan denostado bajo en el rock puede dar mucho de sí, y no ser la mera base rítmica de un grupo: solos de bajo, punteos espectaculares y mucha, muchísima caña. Sobresalientes también el potente batería Chad Smith y la increíble voz de Anthony Kiedis. Y en general, asombroso cómo se conservan estos cincuentones que saltan, bailan, o incluso caminan con las manos (Flea) como si fueran adolescentes. Para mí fue una noche espectacular, hora y media de concierto bien pagado, un grupo ya clásico e imprescindible con el que he disfrutado tanto como cuando compraba mis primeros discos.

** EDITO: Se me había olvidado algo muy importante. Sé que con la velocidad con la que volaron las entradas mucha gente se ha quedado con las ganas de poder verles en directo, algo que tiene solución. Red Hot Chili Peppers han confirmado que volverán el 7 de julio a Madrid, será en el marco del festival Rock in Rio, del que se han comenzado ya a vender las entradas, tenéis toda la información aquí.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Museo ABC: otra Blancanieves, personajes animados de Japón e ilustraciones de moda del París de los años 30


Hoy os traigo tres exposiciones que pueden verse ahora mismo en el Museo ABC de Dibujo e Ilustración, dos de ellas muy originales y que me han gustado mucho, y una tercera que menos, pero que creo que a algunos os puede interesar. La primera de ellas es la preciosa La caja secreta de Snowhite basada en el libro homónimo de Ana Juan, en el que la autora hace una libre interpretación del cuento de Blancanieves de los hermanos Grimm.


La muestra supone una recreación del mundo oscuro de Snowhite (que, por cierto, me ha recordado mucho a Tim Burton): una caja de madera de edición limitada con objetos personales de la protagonista; un cuaderno de bocetos; figuras interactivas colgadas del techo que podemos mover con hilos; figuras tridimensionales; cajas mágicas; o una casita creada con el más mínimo detalle.


Con la excusa del hallazgo de una caja escondida hace tiempo en el jardín de la mansión, Ana Juan nos cuenta la historia de Snowhite, hija de Lord Hawthorn y de su primera esposa, quien desapareció siendo una niña en extrañas circunstancias. 

 

La ilustradora valenciana Ana Juan inició su carrera ilustrando revistas que caracterizaron la época de la transición, como Madriz, La Luna o El Víbora. Posteriormente colaboraría con El País, El Mundo, Elle, Woman, Time Magazine o Boston Globe. Además, ha publicado numerosos libros ilustrados como Snowhite, Demeter y Wackfield. Actualmente es colaboradora de The New Yorker, y ha sido galardonada con innumerables premios en el mundo de la ilustración y el diseño gráfico, como el Premio Nacional de Ilustración en 2010 o la medalla de oro de la Society of Newspaper Design. La muestra puede verse hasta el 15 de enero.

Foto: Museo ABC

Me imagino que muchos de vosotros habréis crecido, como yo, con los personajes animados japoneses. Si es así os encantará Japón, paraíso de los personajes animados, que nos retrotrae a nuestra infancia o no tanto (yo tengo ahora mismo algunas cosas de Hello Kitty, uno de mis personajes animados favoritos). En colaboración con la Fundación Japón y Casa Asia, se ha organizado esta exposición que muestra que, si esas figuras han sido importantes para nosotros, han sido decisivas en Japón, donde son auténticos iconos que pueden encontrarse por doquier, desde la decoración al completo de una casa, hasta hombres de negocios que consiguen evadirse de su día a día con esas figuritas y personajes que les recuerdan tiempos más felices de su infancia, pasando por adolescentes que llevan un auténtico arsenal de objetos con la imagen de su personaje favorito. Desde los años 50 a la actualidad se hace un repaso a algunos de los personajes más populares: Astroboy, Ultraman, Hello Kitty, Monchhichi, Mazinger z, Doraemon, Tamagotchi o Pokemon. Podéis verla hasta el 8 de enero.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

'El baile' de Irène Némirovsky

 
Título: El baile (Le Bal)
Autor:  Irène Némirovsky
Editorial: Salamandra (2006)
Año de publicación: 1930
Páginas: 96
Precio: 10,50 euros

Me encantan los libros breves, pero intensos, que pueden leerse de una sentada en una tarde ociosa como hice con El baile de Irène Némirovsky. Me gustan este tipo de libros que no consiguen despegarse de las manos, una vez comenzado ya no se puede, ni se quiere dejar de leer. Me apasionan este tipo de obras que quedan en la memoria, que a pesar de haberlas terminado hace unos días, seguimos rumiándolas. Este tipo de libros me recuerdan por qué me gusta tanto leer, por qué un libro, una mantita y una taza de té siguen siendo el mejor de los planes. Irène escribió esta breve obra con 27 años, en una especie de desahogo por su propia infancia solitaria, con un padre banquero siempre en el trabajo y una madre desinteresada por su hija, siendo educada por una niñera francesa. El baile es un retrato de personajes certero y agudísimo, nos recuerda la crueldad tan inmensa que albergan niños y adolescentes, y cómo el relevo generacional siempre ha de llegar a través de un acto violento, ya sea meramente con las palabras o, como en este caso, a través de una acción espontánea pero decidida.

 Irène junto a sus dos hijas

La novela nos sitúa en París, en una lujosa vivienda habitada por los Kampf, una familia de nuevos ricos que ha conseguido muchísimo dinero gracias a la bolsa. Sin embargo, no pueden ocultar su origen humilde: su forma de hablar, su ansiedad por entrar en los círculos de la alta sociedad, su ostentación, la misma decoración de la casa, los delatan como los nuevos ricos que son. Para poder entrar a formar parte de la élite de la sociedad parisina, deciden dar un baile para 200 personas en el que no escatimaran en oros, lentejuelas, ostras, foie gras y todo lo que ellos consideran que es de postín. Sin embargo, en la sombra se encuentra su hija Antoinette. Ignorada por sus padres, la jovencita de 14 años quiere asistir a ese baile, bailar, flirtear con hombres, pasar en definitiva de niña a mujer. Su madre se lo prohibe tajantemente: "Que sepas, niña, que apenas he empezado a vivir yo ¿me oyes?, yo, y que no tengo intención de preocuparme tan pronto por una hija casadera..." La reacción espontánea y fruto de un arrebato de cólera de Antoinette será la venganza, una venganza que va más allá de lo que podría haber imaginado, una venganza que hace que el muro y la máscara que existía entre su madre, dominante y egoísta, y ella caiga, y la vea como es realmente, una mujer que comienza a tener sus primeras canas y arrugas, sus inseguridades, y que llora como una niña con una rabieta cuando no tiene lo que quiere. Antoinette tiene un secreto deseo por enfrentarse a su madre y vencerla, por pasar a la edad adulta y dar el cambio generacional. ¿Quién  no recuerda haberse sentido como ella alguna vez cuando no nos dejaban hacer lo que queríamos?

"Sucios egoístas; soy yo la que quiere vivir, yo, yo; yo soy joven... Me están robando, me roban mi parte de felicidad en la tierra... ¡Oh! ¡Entrar en ese baile milagrosamente, y ser la más bella, la más deslumbrante, con los hombres a mis pies!"

Eso no quita que nuestros sentimientos hacia el personaje sean contradictorios, por un lado podemos entender a la niña que quiere crecer, por otro, no deja de asombrarnos y horrorizarnos su crueldad e insensibilidad hacia su madre.

Irène y Michel con sus dos hijas, Denis e Élisabeth

Irène Némirovsky es una excelente escritora con una prosa certera y adictiva a la vez. Por desgracia, su vida no fue todo lo feliz y tranquila que debiera haber sido. Tras huir con su familia de Rusia en 1918, escapando de la revolución rusa, se instalaron en Francia, donde Irène se casaría con Michel Epstein con quien tendría dos hijas, Denise y Élisabeth. A pesar de ser una escritora reconocida y con prestigio en los círculos literarios y de la sociedad francesa, el gobierno francés rechazó su petición de nacionalización por su condición de judía. A pesar de que toda su familia se convirtió al catolicismo, fueron víctima de las leyes antisemitas del gobierno de Vichy, con lo que Michel tuvo que dejar su trabajo y a Irène le prohibieron volver a publicar, además, como todos los demás judíos tuvieron que llevar la estrella amarilla identificativa. En 1942 Irène fue arrestada e internada en el campo de Phitiviers de donde sería deportada a Auschwitz donde murió de tifus apenas un mes después de su arresto A pesar de que su marido lo intentó todo para lograr su liberación, fue inútil, y él mismo fue arrestado y deportado a Auschwitz donde fue asesinado en la cámara de gas tres meses después de la muerte de su mujer. Sus hijas, sin embargo, lograron sobrevivir escondidas por amigos de la familia. Ellas guardaron durante todo ese tiempo los manuscritos inéditos de su madre, entre ellos Suite Francesa, inacabada al haber sido deportada antes de poder terminarla. Esta se publicó en 2004 recibiendo el Premio Renaudot a título póstumo. Una historia terriblemente triste que nos da la medida de la cantidad de vidas valiosas que se perdieron en esa época por la locura y la barbarie humana. Os invito a que conozcáis la obra de Irène Nemirovsky, una autora a día de hoy fundamental, que he tardado demasiado en conocer, pero de la que pienso leer pronto todo lo que caiga en mis manos.

lunes, 12 de diciembre de 2011

De viaje a Dublín: una ciudad llena de literatura, música, cultura y mucho más...

Molly Mallone

No tenía pensado tomarme un descanso tan largo, pero en el último momento surgió la oportunidad de hacer un viaje cortito, y no nos lo pensamos dos veces. Luego, he decidido aprovechar esta semana de puente para hacer un descanso algo más largo del blog, ya que llevaba tiempo sin oxigenarme de él y creo que a veces es bueno hacerlo. Llevaba años soñando con conocer Dublín y por fin he podido pasar unos días en la capital irlandesa y volver aún más enamorada de lo que me fui de su cultura.  Hemos pasado muchísimo frío, eso sí, y la lluvia no ha dado descanso, eso, sumado a que anochecía apenas llegadas las 16.30-17.00, y que cerraban más o menos a esas horas todos los museos, han hecho que nos quedaran muchas cosas en el tintero. De todos modos, creo que ha sido un viaje bastante aprovechado. Como podréis imaginar os muestro tan solo una minimísima muestra de las fotografías que he tomado estos días, pero en líneas generales creo que representan muy bien lo que ha sido el viaje.

Oscar Wilde

Si había algo prioritario en mi visita era todo lo relacionado con los magníficos escritores irlandeses, muchas veces e injustamente confundidos entre la maraña de escritores anglosajones. Es increíble como una pequeña isla ha podido contener tanto genio. Además de los que ya conocía, me traigo muchísimos nombres nuevos que voy a buscar para devorar sus obras y que podréis ver pronto por aquí. El que no podía faltar era mi admiradísimo Oscar Wilde (no os perdáis El retrato de Dorian Gray o La importancia de llamarse Ernesto) del que fuimos a ver su estatua en Merrion Square y su casa natal enfrente que ahora alberga la Irish American University.

James Joyce

Otro imprescindible es James Joyce, después del esfuerzo que os podéis imaginar que supuso leerme el Ulises, ha sido un placer poder pasear por las calles que retrata y ver cómo la impronta del autor está presente en toda la ciudad. No podía faltar su estatua en las inmediaciones de O'Connell Street y la visita al James Joyce Centre, una preciosa casa del siglo XVIII donde podemos ver la puerta original rescatada de la demolición del edificio número 7 de Eccles Street, donde sitúa el autor la residencia de Leopold Bloom, el protagonista de Ulises.

Puerta número 7 de Eccles Street

Si no os animáis con el Ulises (recomiendo que se lea siempre una edición crítica, si no es imposible, la mía es la de Cátedra Letras Universales, muy bien explicada y con resúmenes de cada capítulo), algo comprensible por lo complicada que es esta obra, os animo a que leáis otras dos de sus obras, estás totalmente asequibles y magníficas ambas: Dublineses y Retrato del artista adolescente.

Dublin Writers Museum


La gran parada literaria, y uno de los lugares donde más he disfrutado, ha sido el Dublin Writers Museum, donde se hace un repaso a la vida y obra de la gran cantidad de excelentes escritores que ha dado Irlanda: los ya nombrados James Joyce u Oscar Wilde, Jonathan Swift, William Butler Yeats, Bernard Shaw, Samuel Beckett (imprescindible su Esperando a Godott, magnífica obra tanto leída como puesta en escena), Thomas Moore, Maria Edgeworth... Un larguísimo etcétera que se detiene también en la enorme cantidad de escritores infantiles que ha dado este país, uno de los más conocidos C.S. Lewis autor de las Crónicas de Narnia, pero también los cuentos de Oscar Wilde o las innumerables historias de hadas o de leprechaun, esos duendecillos que guardan un caldero lleno de oro al final del arco iris.

Libro de Samuel Lover

En el Museo podemos admirar desde primeras ediciones, hasta manuscritos escritos por los autores, objetos personales... Podéis imaginar lo muchísimo que disfruté aquí y lo muchísimo que me demoré en cada sala. La propia casa que alberga el Museo merece una visita por sí sola, se trata de un precioso edificio del que podemos visitar sus habitaciones cuidadosamente decoradas.

En la zona de Temple Bar: "Feed your head, read" (Alimenta tu mente, lee)

Pero si hay algo que me ha entusiasmado realmente es el hincapié que hacen los irlandeses en sus escritores, por doquier hay referencias a estos, desde las mismas salas de espera del aeropuerto donde podemos leer fragmentos de diversas obras en enormes paneles, hasta cualquier rincón de la ciudad como este que os muestro cercano a la famosa zona de pubs de Temple Bar, incluso en las escaleras de los baños de un pub me encontré con un enorme graffiti con los retratos de varios escritores irlandeses. Otras visitas que hicimos fue la preciosa Chester Beatty Library, una librería que contiene en su interior una importante galería de arte oriental obra del coleccionista Alfred Chester Beatty; y la Marsh's Library, una biblioteca que se conserva tal y como se construyó en el siglo XVIII.

Saint Patrick

No podía faltar nuestra visita a la magnífica catedral de Saint Patrick, fundada en 1192. En ella se encuentra la tumba del escritor Jonathan Swift junto a la de su amada Stella, así como las tumbas de otros personajes importantes de la vida de la ciudad. El interior es impresionante, con estandartes antiguos colgando en jirones del techo y zonas conmemorativas a los caídos en las distintas guerras en las que ha participado Irlanda, entre ellas las dos guerras mundiales.

Cementerio de la catedral de Saint Patrick

Otras iglesias que vimos fueron la Christ Church Cathedral, el edificio de piedra más antiguo de la ciudad, legado de los normandos, fundada por el rey escandinavo Sitric Silkenbeard en 1038.
 
Christ Church Cathedral

También vimos la Findlater's Church, una iglesia construida en 1860 en estilo nuevo gótico para la creciente congregación presbiteriana de la ciudad, y financiada por un comerciante de la ciudad, Alexander Findlater, de quien tomó su nombre el edificio. La iglesia es popular por haber aparecido en un par de novelas de James Joyce.

Findlater's Church

El Dublin Castle, que fue sede el dominio inglés durante más de 700 años, se utiliza actualmente para reuniones de Estado. Se alza sobre un asentamiento vikingo, cuyos restos pueden visitarse también. Se encuentra en la esquina sudeste de la antigua ciudad normanda amurallada conocida como laguna negra o dubh linn, de donde derivó el actual Dublín. Lo interesante del castillo es la visita guiada que se hace en la que además de explicarnos el origen y posterior historia del edificio, conocemos interesantes datos de la historia irlandesa, tanto durante la ocupación inglesa, como con su posterior independencia. Hay visitas guiadas en varios idiomas, aunque si se puede, lo mejor es hacerla en inglés. Nosotros la hicimos así y pudimos entrar los primeros sin tener que esperar. El inglés que hablan los irlandeses es muy claro y con un nivel medio-alto se entiende todo a la perfección, aunque estas visitas estén pensadas para angloparlantes.

Dublin Castle

No podía faltar una visita un poco más ligera a la Guiness Storehouse, la fábrica de la popular cerveza Guiness. Además de explicarnos el procedimiento de fabricación de la cerveza, que su característico color negro se debe a la utilización de cebada en su preparación, o la importancia social y económica que ha tenido, al final de la visita se puede tomar una pinta de Guiness en la parte alta del edificio, en el Gravity Bar, donde hay unas vistas espectaculares de Dublín, gracias a que se trata de una sala circular situada a gran altura con las paredes totalmente cubiertas por cristal.

En el exterior de la Guiness Storehouse

Una de las mejores visitas fue la del Trinity College, la famosa Universidad de Dublín por la que pasaron la inmensa mayoría de sus célebres escritores y personajes ilustres. El campus es precioso, un pequeño oasis dentro de la ciudad, pero lo más impresionante es su preciosa biblioteca de forma abovedada, donde tienen una gran cantidad de libros de valor incalculable desde el suelo hasta el techo. No se podían hacer fotografías en el interior, por lo que si queréis verla, os enlazo a esta imagen. Allí también podemos ver el libro de Kells un antiquísimo evangelio, así como una importante colección de manuscritos medievales.

Trinity College

A Irlanda se la conoce como la isla esmeralda por lo verde que es, aún así sobrecoge verlo por uno mismo, el verde es el más verde que hayáis podido ver jamás, en las imágenes por desgracia no se aprecia, es tal el color que parece incluso artificial, un color realmente precioso y que encontraréis por doquier, porque otra cosa que les gusta y respetan los irlandeses es la naturaleza

St. Stephen's Green
Todo está limpísimo, los animales van tan tranquilos por los parques y siempre hemos visto a alguien dándole migas de pan a los pájaros. Estuvimos en el precioso St. Stephen's Green, que antiguamente era un territorio comunitario donde tenían lugar los ahorcamientos y que ahora es un precioso y verdísimo parque con patos y cisnes además de, como no, estatuas de ilustres escritores y personajes irlandeses. Es un placer poder pasear por él aunque, en nuestro caso, llovía bastante, pero si queremos verde y unos parques tan maravillosos, la lluvia es un ingrediente imprescindible en la ecuación.
St. Stephen's Green
¿Y qué otra cosa además de la literatura podía encantarme de esta ciudad? Pues sí, la música. De nuevo, una pequeña isla ha tenido grandes genios en este terreno, conocidísimos son U2 (que no paran de sonar en todos los pubs), Van Morrison, Sinead O'Connor, The Corrs, o los grupos de música celta The Chieftains o The Dubliners. Me quedo con Thin Lizzy y su cantante Phil Lynott. No os imagináis la ilusión que nos hizo encontrarnos con una estatua de él que no sabíamos que existía, ¡nos hicimos hasta cuatro fotos en ella! Thin Lizzy quizá no sea tan conocido por todo el público en España, pero en Irlanda son toda una institución, se escuchan continuamente en los pubs, sus discos están bien visibles en las tiendas de música, y hay imágenes de Phil Lynott por todos lados.

Phil Lynott, cantante, bajista y compositor de Thin Lizzy

Nos encantó ver este muro en una de las calles de Temple Bar, donde se refleja la gran riqueza musical de Irlanda. Y ahora que me doy cuenta, aún no os he hablado de Temple Bar. En Dublín estos días apenas llegadas las 16.30 de la tarde anochecía, con un frío espantoso y venga a llover, con todos los museos cerrados a partir de las 17 horas, ¿cuál era la mejor opción? Pues hacer lo que hacen los autóctonos, que siempre es la mejor idea: irnos de pubs a Temple Bar. Esta es una céntrica zona que toma su nombre de un aristócrata angloirlandés, William Temple, quien fue propietario de los terrenos en el siglo XVII.

Temple Bar
Esta zona peatonal está abarrotada de pubs con una estética cuidadísima y con actuaciones en directo todas las noches en todos ellos, un auténtico lujo, con lo que me gusta la música podéis imaginar lo que  ha supuesto para mí poder ir hasta a cinco o seis conciertos diferentes en una misma noche tan solo cambiando de pub. Y es que estos son gratuitos y a diferencia de lo que sucede muchas veces en España la gente está entregadísima, bailan y cantan las canciones (suelen ser un par de guitarristas o guitarra y bajo en acústico que tocan versiones de canciones conocidísimas). Que presumimos mucho en España de que tenemos la mejor juerga nocturna, pero a mí la de Dublín me ha parecido espectacular: música en directo todas las noches en todos los pubs (incluso el lunes), mucha animación, buena cerveza y gente animadísima.

Temple Bar


Podría estar horas y horas hablándoos de todo lo que hay que ver en Dublín y de lo muchísimo que he disfrutado en la ciudad, pero voy a ir terminando. Son muchas las cosas que visitar, y muchas se nos han quedado en el tintero, por lo que volveremos al país seguro. Uno de los paseos imprescindibles es O'Connell Street donde se encuentra la General Post Office donde se proclamó la República Irlandesa en 1916 y donde aún pueden verse los agujeros de bala en las columnas del pórtico. En esta calle también está el Monument of Light al que se conoce como The Spire (la aguja) con una impresionante altura de 120 metros. La ciudad se extiende a uno y otro lado del río Liffey, desde sus puentes hay unas preciosas vistas de la ciudad.
Río Liffey

La mezcla de pasado vikingo, celta y normando le da a Dublín un carácter muy personal. Algo con lo que me quedo es con lo impresionántemente amables, simpáticos y acogedores que son los irlandeses, nada que ver con los ingleses. En el Bed & Breakfast en el que nos alojamos todo fueron facilidades, en la calle, todo el mundo se paraba a ayudarnos con alguna dirección o duda, las visitas guiadas eran un gusto por lo simpatiquísimos que eran los guías. En especial el guía de la casa Number Twenty Nine, una visita obligada, fue encantador, contándonos constantemente anécdotas y chistes que hicieron la visita aún más divertida. Esta es una casa del siglo XVIII de estilo georgiano que se ha conservado íntegramente como era en la época para que podamos ver cómo era la vida de una familia de clase media-alta. Campanillas con distintos sonidos para que los criados acudieran a cada una de las salas de la casa, el cuarto del ama de llaves, los salones para recibir, los dormitorios de la familia o el cuarto de los niños son una delicia. Aunque se trate de épocas diferentes y de clases sociales diferentes, me ha recordado muchísimo a la serie británica Downton Abbey. También es buena idea darse una vuelta por la National Gallery donde hay una sala en exclusiva para los pintores irlandeses, muy poco o nada conocidos en España, y el resto de las salas con pintura de diversos países y donde es interesante ver obras de pintores británicos difíciles de ver en nuestro país.




La desventaja de ir a Dublín en diciembre ha sido el frío, la innegable ventaja ha sido ver la ciudad preciosamente decorada (allí no escatiman en decoración, las luces incluso las encienden mucho antes de que anochezca). El espíritu navideño está por todas partes, una época que sé que muchos odian, pero que a mí con los años cada vez me gusta más. Los escaparates y calles están decorados de una manera que no había visto jamás aquí. En una tienda de ropa, por ejemplo, representaban con maniquíes distintos ballets como El cascanueces o El lago de los cisnes. Otros eran más graciosos, como el del pavo que os dejo abajo que se movía en un baile muy loco e iba perdiendo las plumas.



En cuanto a la comida, la cosa ha ido mucho mejor de lo que esperaba, el Irish Stew (cordero asado en un lecho de puré de patata) estaba delicioso, también era excepcional la ternera irlandesa, y por supuesto, las patatas fritas son de categoría, caseras y deliciosas. Lo mejor es parar a comer o cenar en un pub, la comida está buenísima y son mucho más económicos que un restaurante. Y aunque hemos tirado mucho de sandwich para poder visitar mucho, éstos están bastante buenos y hay puestos donde comprarlos muy baratos. El , obviamente, delicioso, pero el café, a diferencia de en Inglaterra está también muy bueno, la leche y lácteos en general son también muy buenos. Hay que probar el extraordinario café irlandés, soy muy fan de este tipo de café, incluso lo he preparado en más de una ocasión en casa, y hay que reconocer que el que hacen ellos es excelente, por no hablar de que hacer una parada para tomar uno con el frío que hace allí, consigue que recuperes las fuerzas de manera inmediata. 

 

Para los golosos, malas o buenas noticias, según como se vea, porque hay dulces y pastelería por doquier, y lo presentan de una manera increíble como podéis ver en la foto de abajo, yo no caí, así que no os puedo decir qué tal está, pero todo tenía una pinta estupenda. Y por supuesto, hay que probar la Guiness que está increíblemente más buena que en España (es menos amarga), la Harp, la rubia irlandesa me ha gustado menos, era demasiado floja, como aguada. Tenéis de todos modos un montón de marcas en los pubs, y ante la duda se pueden beber pintas de la siempre socorrida Heineken.



Pero bueno, paro ya que me estaría todo el día, tan solo quiero recomendaros que si podéis visitéis esta magnífica ciudad, donde hay de todo: cultura y muchísima marcha nocturna. Me despido con la canción que ha sido la sintonía del viaje tanto en su versión tradicional como la que nos gusta a nosotros de Thin Lizzy, Whiskey in the jarr, y os deseo una feliz navidad en gaélico irlandés:

Nollaig shona duit