miércoles, 24 de febrero de 2010
Sí de Thomas Bernhard, la neurosis sobre el papel
Lo que empezó sólo como un libro más para alcanzar El reto con carácter 2010, se ha convertido en un auténtico flechazo. Thomas Bernhard, un autor al que sinceramente no conocía de nada, me ha enganchado totalmente con su novela Sí, tanto es así, que he devorado sus 128 páginas en un sólo día, del tirón, algo que no suelo hacer con casi ningún libro, aunque éste sea breve. La novela es un tanto extraña, y ha sido encuadrada muy a menudo al lado de autores como Kafka, Beckett o incluso del Ulises de Joyce. Pero Bernhand tiene su propia identidad, su propio universo desquiciado y personal. La trama de la novela es casi lo de menos: un hombre, del que no conocemos el nombre, se dedica a dejar por escrito un momento de si vida en el que, totalmente encerrado en su trabajo, había perdido el contacto con el mundo. Un día en casa del corredor de fincas Moritz, único vínculo que le queda con la sociedad, conoce a los Suizos, y en particular a la Persa, una mujer que como él, se encuentra aislada del mundo, y con la que comienza una atípica relación. Pero eso mismo que les ha unido es lo que tiende a separarles. Como he apuntado antes, lo de menos es el tema, como sucedía con el Ulises -aunque en este caso con una complejidad mucho menor-, el valor de la novela se encuentra en cómo está escrita. Al ser el protagonista, una persona neurótica y sin contacto con otros seres humanos, el que escribe los hechos, la escritura es así mismo neurótica y hermética. Sorprende la cantidad de circunloquios y repeticiones de palabras que podemos encontrar, la novela podría ser perfectamente un ejercicio de estilo sobre todo aquello que nos han dicho siempre que no se puede hacer al escribir. Y eso supone un soplo de aire fresco en lo que estamos acostumbrados a leer. La novela comienza densa y parece no tener un sentido definido, sin embargo, pasadas las diez primeras páginas todo empieza a cobrar sentido, y el ritmo se acelera hacia un final trágico, que se hace previsible en el tono general de la novela.
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Carol tal y como la describes mi niña, da ganas de leérsela. Eres de esas personas la cual sabes meternos de lleno en el mundo de la lectura (tan recomendado para todos). Por cierto Carol ¿qué opinas tu de la lectura digital?, ¿Crees que es lo mismo? o piensas que donde haya un buen libro...Besitos y me alegro de que el catarro te haya dado algo de respiro. Cuídate mucho.
ResponderEliminarSé que suena fatal y anticuado, pero donde esté un libro que se quite todo lo digital. Como ya habrás podido comprobar Chari, me encanta leer, pero no es sólo leer en sí, sino ir a una librería o biblioteca y echar un vistazo a los libros, poder llevarlo a todas partes contigo, notar su tacto e incluso su olor, releerlo todas las veces que quieras y subrayar párrafos que te hayan gustado especialmente.
ResponderEliminarSi tienes un libro digital donde directamente puedes descargarte toda la obra de un autor, esa obra pierde su valor, prefiero seguir buscando y encontrando libros increíbles.
Besos Chari, gracias por tus comentarios, y aunque aún acatarrada, ya voy algo mejor.
Estoy leyendo la novela y me pasa lo que a tí. No puedo dejar de leerla. Saludos.
ResponderEliminarLuis Lópec, es muy adictiva ¿verdad? Me alegra que estes disfrutándola. Un abrazo!
ResponderEliminarYo ando leyéndolo y estoy enganchado. Esas reiteraciones también las usa Jose María Pérez Alvárez en su novela La soledad de las vocales, también con éxito. Le seguiré la pista a Bernhard.
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