miércoles, 3 de febrero de 2010
Chérie de Stephen Frears: una trágica historia de amor en la Belle Époque
Stephen Frears es un director que consigue hacer de cada una de sus películas una pequeña y preciosa obra de arte, baste acordarse de Mi hermosa lavandería, Las amistades peligrosas, Café irlandés o The Queen. Con Chéri, el director nos demuestra que tiene mucho que decir aún sobre el amor, los sentimientos, la seducción y el dolor que todo ello conlleva. Frears ha hecho una preciosa y exacta adaptación de la hermosa novela de Colette, copiando incluso diálogos enteros de los personajes de papel. El trabajo de los actores es excepcional: una bellísima pero ya envejecida Michelle Pfeiffer, como exige su papel de cortesana dispuesta a retirarse; una espléndida como siempre y malévola Kathy Bates; y un seductor y guapísimo Rupert Friend. La puesta en escena y ambientación en el París de la Belle Epoque de principios de siglo es impecable, y la película nos conduce hasta el trágico final sin que casi nos percatemos de ello. El film relata cómo la cortesana Léa de Lonval (Pfeiffer) se hace cargo de un abúlico Chéri (Friend), hijo de una cortesana (Bates). Chéri ha vivido siempre en el lujo, sin obligaciones, apenas sin educación, abandonado al alcohol y las mujeres, cuando empieza a convivir con Léa. Él tiene 19 años y ella casi 50, pero eso no impide que lo que empezó casi como una distracción, se acabe convirtiendo en una convivencia de 6 años. Pasado ese tiempo, se concierta la boda de Chéri con una chica de su edad, Léa tendrá que aprender a vivir sin él, y aceptar que su edad es un condicionante para la sociedad. Lo más trágico de esta historia es que ninguno de sus protagonistas se da cuenta del amor que sienten el uno por el otro hasta que lo pierden, y entonces resulta demasiado tarde para los dos. Además, la profunda reflexión que se hace sobre el paso del tiempo, la vejez y cómo ésta nos condiciona, es sobrecogedora. Una obra maestra del que sólo le pondría unos pequeños peros: el abuso de la voz en off (odio ese recurso, no puedo evitarlo), un principio demasiado didáctico explicando quiénes eran las cortesanas y poniéndonos en situación en la época y llamar abiertamente 'putas' a las cortesanas, un término que Colette jamás utilizó en sus novelas, y que en la época tampoco se hubiese utilizado jamás. Por lo demás, una película más que recomendable, así como el libro que tras ver la película estoy devorando con auténtica pasión.
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