lunes, 28 de mayo de 2012

'La broma' de Milan Kundera

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Título: La broma (Žert)
Autor: Milan Kundera
Editorial: Tusquets (abril 2012)
Año de publicación: 1967
Páginas: 325
Precio: 18,27 euros

...aquellos años afirmaban ser los más alegres de todos los años y quienquiera que no se alegrara era inmediatamente sospechoso de estar entristecido por la victoria de la clase obrera o (lo cual no era delito menor) de estar individualmente sumergido en sus tristezas interiores.

Mi primer encuentro con Milan Kundera fue a través de La insoportable levedad del ser que a día de hoy sigue estando entre mis novelas favoritas. La leí en la adolescencia, la mejor edad para que un libro produzca un impacto definitivo, nos transforme, nos moldee. Volví a ella cuando estaba en la Universidad, y esa segunda lectura volvió a apasionarme, mostrándome matices que no había captado en la primera. Han pasado por mis manos otras lecturas de Kundera, pero esa primera siempre tendrá para mí algo especial. Ahora, vuelvo una vez más al autor checo con La broma, su primera novela, publicada en 1967, que le valió un año más tarde el Premio de la Unión de Escritores Checoslovacos, pero también, con la invasión soviética, la prohibición de sus obras, la pérdida de empleo y la expulsión de su país. Un novela en la que destino, responsabilidad, inoportunidad, castigo y venganza, juegan papeles muy importantes, todo ello barnizado con un matiz del absurdo que deja a la gran mayoría de personajes en evidencia.


Brno, ciudad natal de Kundera


La broma está protagonizada por Ludvik Jahn, un universitario miembro del Partido Comunista checo quien verá cómo su vida como la conocía hasta el momento le es arrebatada por una estúpida broma. Ludvik sale con Marketa, una chica que no tiene ningún sentido del humor, por lo que es el objetivo de las bromas de todos. Ludvik le manda una postal: "¡El optimismo es el opio del pueblo! El espíritu sano hiede a idiotez. ¡Viva Trotski!" con la única intención de tomarle el pelo. Pero Marketa no es de las que se ríe, los miembros del Partido Comunista tampoco, así que Ludvik es expulsado de la Universidad y del Partido y es obligado a cumplir con un servicio militar que puede prorrogarse todo lo que sus jueces y verdugos quieran. Ludvik comienza a sentir un odio visceral por aquellos que le vendieron, por los amigos que le dieron la espalda y por los que claramente le señalaron, y maquina una venganza que cree, conseguirá darle algo de paz, pero que, al igual que lo que generó su caída en desgracia, acaba degenerando en una broma pueril.


Ostrava, ciudad checa en la que Ludvik cumple el servicio militar

La novela está compuesta por varios prismas,  una gran parte de ella nos la cuenta el propio Ludvik, pero también tenemos capítulos narrados por otros personajes relacionados con el protagonista: Helena, Jaroslav y Kotska, con lo que no contamos con una única visión de los hechos. A la única que se deja sin voz, sin embargo, es a la enigmática e incorpórea Lucie, de la que Ludvik se enamora durante su estancia en el cuartel, y a la que sin embargo, no conoce de nada. Uno de los personajes más sobresalientes de la novela, de la que iremos conociendo poco a poco su historia que acaba entretejida con la de Ludvik. Los capítulos narrados por nuestro protagonista son los más dinámicos, los que nos cuentan los hechos, mientras que el resto son algo más densos, llenos de monólogos interiores y reflexiones acerca de temas muy diferentes como la música, el folclore y las tradiciones, o la religión. A través de ellos podemos reconstruir un mosaico de cómo era la vida y el pensamiento en esa época marcada por la dictadura comunista en la República Checa.

Praga

Lo que más llama la atención, como en todas las dictaduras, es el fanatismo y la obediencia de la gente ante un sistema que lo único que hace es anularles como individuos. De hecho, individualismo o intelectual, son palabras despectivas que pueden acarrear una condena a quien se le acuse de ello. Son muchos los males que señala y denuncia Kundera del régimen comunista, sin embargo, el tema del humor contrapuesto al optimismo centra la novela. El humor como algo totalmente prohibido, del que carece Marketa, la novia a la que manda la postal que acabará por perderle, pero del que carecen por completo también los miembros del partido. Sin embargo, todo ciudadano ha de mostrar una sonrisa, un optimismo, una proactividad rayando el fanatismo, aunque no se sientan, tan solo para demostrar el enorme entusiasmo ante el nuevo régimen. No voy a decir que sea un libro fácil, porque no lo es. Hay trozos que vuelan, especialmente los narrados por Ludvik con ese estilo directo y limpio tan característico de Kundera, lleno de axiomas que nos llegan como una llamada de atención sobre las que reflexionar. Sin embargo, los monólogos interiores o algunas disertaciones (especialmente las dedicadas a la música o la religión) se me han hecho bastante pesadas, por no hablar del final a tres voces en el que comparten la narración Ludvik, Helena y Jaroslav, con lo que hay que estar especialmente atento para saber quién está hablando en cada momento. Un final algo dilatado que, en mi opinión, hubiera resultado más efectivo e impactante de haber sido más directo. No olvidemos que se trata de  la primera novela de Kundera y que por lo tanto no es tan redonda como otras posteriores en las que alcanzaría una gran maestría. A pesar de ello, menudo debut, ojalá todas las primeras novelas de todos los escritores fueran pequeñas obras maestras como esta.

Milan Kundera


Hemos hecho lectura conjunta de esta novela a través del grupo de lectura del Café Literario, con los que he compartido opiniones y muy buenos momentos. A todos ellos quiero darles las gracias por hacer de la lectura algo aún más placentero cuando es compartido. Os iré dejando a continuación las reseñas que mis compañeros se vayan animando a publicar.

jueves, 24 de mayo de 2012

Cuatro días en Milán. Día 4: Final del viaje


Y hoy llega la última entrada con fotos de mi viaje a Milán la pasada Semana Santa. El cuarto y último día salíamos de vuelta a Madrid por la tarde, así que tratamos de exprimir al máximo la mañana: las últimas fotos y las últimas cosas que nos quedaban por ver. Como nuestro hotel se encontraba al lado, de nuevo aproveché para fotografiar los imponentes Bastioni di Porta Venezia del siglo XIX donde antiguamente se encontraba la muralla española durante la ocupación del emperador Carlos V.


Ya habréis notado que me encanta mirar hacia arriba, los edificios antiguos, los detalles arquitectónicos y los grandes cielos en fotografía son mi debilidad, por no hablar de los contrapicados muy pronunciados.


Habíamos paseado varias veces de noche por el famoso quadrilatero de la moda (del que os enseñé imágenes aquí), donde se concentran la gran mayoría de tiendas de lujo de Milán, sin embargo nos faltaba un paseo a plena luz del día. La ventaja: al ser domingo las tiendas estaban cerradas y al ser calles peatonales, supone un paseo muy agradable.





Por no hablar de que si miramos más arriba de los llamativos escaparates podemos encontrar preciosos palacios, ya que aquí se encuentran algunas de las más importantes residencias aristocráticas neoclásicas de la ciudad.


Una visita que dejamos intencionadamente para el último día pero que no podíamos perdernos, eran las terrazas del Duomo, desde las que se tienen unas vistas espectaculares de la ciudad. A las terrazas se puede subir tanto en ascensor como andando, yo recomendaría esta última opción, es más económico y la subida, aunque en escalera de caracol, no es muy pesada ya que las escaleras se encuentran en buen estado y no son demasiado estrechas. 



Una vez arriba podemos pasear por las terrazas de la catedral, y ver con más detalle los arbotantes y las estatuas típicamente medievales con terroríficos monstruos y animales fantásticos.




Las innumerables agujas son también impresionantes, la más antigua de ellas es de 1404


Llegar hasta arriba del todo vale la pena, las vistas de toda la ciudad son preciosas y es desde aquí desde donde mejor se pueden apreciar los fuertes contrastes en esta ciudad, entre los edificios antiguos y los grandes rascacielos modernos.


También puede verse más de cerca la Madonnina, una virgen dorada de 4,16 metros de altura esculpida por Giuseppe Bini en 1774, que corona el Duomo, siendo el punto más alto de la catedral.


Al bajar de las terrazas del Duomo, un último paseo por la piazza del Duomo, siempre concurrida, ya sea de día o de noche.


Y sin embargo, las calles posteriores al Duomo, muy bonitas también, estaban prácticamente desiertas.


Ya que estábamos en la zona, hicimos también una breve visita al interior del Palazzo Reale en la Piazza del Duomo, que fue sede administrativa de la Comuna de Milán en el siglo XI, cuartel general de los señores de Milán y el primer teatro permanente de la ciudad donde Mozart dio un recital siendo un niño. Actualmente el edificio neoclásico, tras reconvertirse en la residencia del archiduque Fernando de Austria, pertenece a la ciudad y alberga oficinas, museos y exposiciones temporales.


Cerca se encuentra la Piazza Fontana, tristemente célebre por tener lugar en ella un atentado terrorista en 1969 cuando una bomba colocada en la Banca dell'Agricoltura mató a 16 personas. Una placa conmemorativa recuerda los hechos, y en el centro de la plaza podemos ver una bonita fuente construida por Piermarini en 1783.


En esta zona está también San Bernardino alle Ossa, en Piazza Santo Stefano, de origen medieval, es una iglesia en la que tienen una curiosa capilla, construida en 1210 y remodelada en 1695, totalmente cubierta de huesos y cráneos humanos, que impresiona un poco, y que contrasta con el bonito fresco de la bóveda El triunfo de las almas entre los ángeles de Sebastiano Ricci.


De vuelta al hotel para recoger las maletas camino del aeropuerto de Malpensa, pasamos por el Archi di Porta Nuova, restaurado en 1861, es una de las dos puertas de la ciudad que quedan de la antigua muralla medieval. Se comenzó a construir en 1171 basándose en la Porta Romana de la que se tomaron algunos materiales, es por ello que en la cara que da a via Manzoni está decorada con copias de tumbas romanas del siglo I.


Pasada la Porta Nuova nos encontramos con los Giardini Pubblici, los jardines públicos, que cuentan con una superficie de 160.000 metros cuadrados. Este gran parque, el más grande de Milán, lleno de estatuas, es una zona ideal para pasear y relajarse.



En una de las entradas del mismo encontramos la estatua del periodista y escritor Indro Montanelli, considerado uno de los periodistas más destacados de Italia, con fama y reconocimiento internacional. En Estados Unidos fue reconocido como el mejor periodista internacional y en España recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 1996. Aunque era florentino de nacimiento, murió en 2001 en una clínica de Milán. 


Los jardines fueron proyectados por Piermarini en 1786 y ampliados por Giuseppe Balzaretto en 1857, con la anexión del Palazzo Dugnani y su jardín. Posteriormente, Emilio Alemagna introdujo nuevos cambios tras la exposición internacional que se celebró entre 1871 y 1881.


El Palazzo Dugnani, en el interior de los jardines, fue construido en el siglo XVII y remodelado un siglo más tarde. Pertenece actualmente al Ayuntamiento de Milán que ha instalado en su interior el Museo del Cinema.





Aquí se encuentra también el Museo di Storia Naturale, fundado en 1838, un edificio neorrománico de Giovanni Ceruti con decoración en terracota.


Espero que os hayan gustado estos paseos por Milán y las fotografías que tomé allí. ¡Feliz fin de semana!

lunes, 21 de mayo de 2012

'El autobús perdido' de John Steinbeck

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Título: El autobús perdido (The Wayward Bus)
Autor: John Steinbeck
Editorial: Punto de Lectura (octubre 2007)
Año de publicación: 1947
Páginas: 345
Precio:  8,99 euros


"Mira chica. Vas a tener que creer lo que voy a decirte hasta que lo aprendas por tu cuenta... Todo el mundo es una golfa, o un vagabundo, y anda perdido alguna vez en la vida. Todos. Y los peores de todos son los que no lo reconocen y lo llaman de otra manera."

Vaya por delante que John Steinbeck es uno de mis escritores favoritos, un mago de las letras que me ha hecho siempre soñar y que me ha trasladado a sus paisajes agrícolas, desérticos y calurosos de California. Es un autor que me ha acompañado toda mi vida, desde mis primeras lecturas siendo una niña leyendo y releyendo hasta la saciedad las magníficas Tortilla Flat y El pony rojo; hasta que con los años me topé con las maravillosas y épicas Las uvas de la ira y Al este del Edén; o las breves pero enormes De ratones y hombres o La perla; cada libro leído de Steinbeck me acerca más a él, lo convierte en un viejo amigo, en un remanso en el que me pierdo sin dudarlo. El autobús perdido ha sido una pieza más de mi puzzle de adoración hacia el Nobel norteamericano, una historia en apariencia sencilla, una novela de personajes perdidos y solitarios, que emprenden un viaje hacia ninguna parte, un viaje en el que su pérdida interior se verá reflejada en ese vagabundeo del autobús, en esa pérdida real en el paisaje agreste y rural californiano.

Dorothea Lange. The Road West, New Mexico (1938)

Considerada por algunos una obra menor, algo con lo que no estoy de acuerdo pues Steinbeck no tiene obras menores, es cierto que El autobús perdido no nos cuenta una gran historia, ni siquiera el hecho de que los personajes alcancen o no su destino es relevante. Como sucede con muchas grandes novelas, lo importante no es tanto lo que se nos cuenta sino cómo se nos cuenta. Se trata de un ejercicio literario de primer orden, en el que Steinbeck nos presenta a un puñado de personajes que se ven obligados a compartir el reducidísimo espacio de un autobús, personas muy diferentes, con un pasado, un presente y un futuro y unas ideas que les alejan a unos de otros, pero que debido a la intimidad obligada del autobús, durante unas horas sus vidas confluirán en un mismo espacio y lugar. Ocho pasajeros y un conductor se dirigen en un pequeño y destartalado autobús desde Rebel Corners a San Juan de la Cruz en California. Nos encontramos en los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial, un conflicto que ha marcado de distintas maneras a los personajes, desde el cinismo y el desencanto de los jóvenes ex combatientes, pasando por aquellos que no fueron al conflicto y se enriquecieron, y que no entienden que el dorado sueño americano ya no existe. 

Dorothea Lange. Riverbank Gas Station (1940)


Juan Chicoy, el chófer, mexicano que sueña con volver a su país de origen, anclado en un matrimonio con la asfixiante y alcohólica Alice; su mecánico Pimples acomplejado por un severo problema de acné, soñando con estudiar radar para salir  de esa vida insignificante y vivir aventuras en alta mar; el matrimonio formado por el señor y la señora Pritchard, él, hombre de negocios pagado de sí mismo, ella, perdida en sus ensoñaciones de burguesa, ambos, perdidos en un matrimonio sin sexo, sin amor, sin ganas, viajan con su hija Mildred quien desea ser todo lo contrario a lo que son sus padres, llena de deseo por los hombres y por vivir cualquier aventura que la saque de su ordenada vida; Norma, camarera que huye de su trabajo buscando un sueño en Hollywood con su adoradísimo Clark Gable siempre en la cabeza; Camille, una rubia despampanante que tiene que redefinir su vida y empieza por dar un nombre falso al resto de pasajeros; Ernest Horton, un ex combatiente de la II Guerra Mundial, dedicado ahora a vender objetos imposibles de un lugar a otro; y el señor Van Blunt, un anciano amargado que tiene que decir siempre la última palabra. Todos los personajes huyen de sí mismos, buscan algo, quieren seguir hacia delante, sin realmente llegar a hacerlo en ningún momento. La historia es coral, ningún personaje sobresale sobre otro, el hecho de que vayamos metiéndonos en las cabezas de los personajes, conociendo sus pensamientos y anhelos (a modo de monólogo interior, aunque de una manera muchísimo más ligera y para nada rebuscada que como pueda hacerlo, por ejemplo, Faulkner), nos acerca a los personajes, los humaniza muchísimo más. De fondo, el paisaje salvaje y rural californiano que los rodea en su viaje.

Bien entrada la primavera, cuando la hierba  estaba verde sobre los campos y las estribaciones del monte, cuando los altramuces y las amapolas pintaban la tierra de espléndidos tonos azulados y dorados, cuando los grandes árboles se despertaban entre hojas nuevas de un amarillo verdoso, no había lugar más bello en el mundo. No era una belleza que se pudiese ningunear por estar acostumbrado a ella. Te agarraba del cuello por la mañana y causaba un dolor placentero en la boca del estómago al ponerse el sol sobre ella. El olor dulce de los altramuces y de la hierba alteraba el ritmo de la respiración, inducía a jadear de un modo casi sexual.

Dorothea Lange. Men walking Toward Los Angeles, California (1937)


La novela, publicada en 1947, tiene un fuerte contenido sexual que sorprende para la época, expresado más que en lo que se hace, en lo que se anhela o en lo que no llega a materializarse. Todos los personajes están hambrientos de sexo, todos desean a alguien (excepto la señora Pritchard, cuya falta de deseo sexual la incorpora al tema desde el otro extremo), sin embargo no hay amor por ningún lado, en el fondo, todos viajan solos. Existe sin embargo una versión cinematográfica del año1957, protagonizada por Jayne Mansfield y Joan Collins, en la que curiosamente se decidió manipular el argumento y convertir esa pulsión sexual en historias de amor entre los distintos personajes, algo que en la novela no aparece por ningún lado, pero que supongo sería mucho más atractivo para el público de la época. Al ser la base de la novela los monólogos interiores y los pensamientos de los personajes, algo que no puede plasmarse en la película, esta pierde aún mucho más. Os dejo el tráiler, aunque ya aviso que ni hay historias de amor, ni de terror, ni de misterio o aventuras, como sugiere este.




John Steinbeck nació en Salinas (California) en 1902 y falleció en Nueva York en 1968. Aunque recibió muchos premios a lo largo de su vida, los dos más importantes de todos son sin duda el Premio Nobel de Literatura que recibió en 1962 y el Premio Pulitzer en 1940. Muchas de sus novelas han sido llevadas al cine, algunas con resultados tan impresionantes como las magníficas Al este del Edén de Elia Kazan, protagonizada por James Dean; Las uvas de la ira de John Ford, protagonizada por Henry Fonda; o De ratones y hombres de Gary Sinise, protagonizada por John Malkovitch. Aunque El autobús perdido me ha gustado muchísimo, quizá si no se ha leído nada de Steinbeck antes, aconsejaría comenzar con Las uvas de la ira o Al este del Edén para los más valientes, ya que son dos novelas bastante largas, o con las más ligeras y breves De ratones y hombres o Tortilla Flat.

viernes, 18 de mayo de 2012

Cuatro días en Milán. Día 3: Santa María delle Grazie, los Navigli y Milán nocturno

Patio en Via Caradosso

Vuelvo a enseñaros más imágenes de mi viaje a Milán la pasada Semana Santa, en este caso de nuestro tercer día. La idea era visitar, pero también descansar, así que este día fue mucho más relajado que los anteriores: nos levantamos tarde y nos dirigimos sin prisa a la iglesia de Santa María delle Grazie.

Santa María delle Grazie

Como ya os comenté en entradas anteriores, sabíamos que no podríamos ver La última cena de Leonardo da Vinci, que se encuentra en esta iglesia, ya que es necesario reservar las entradas con al menos dos semanas de antelación, y el viaje surgió en el último momento.

Chiostrino delle Rane

A pesar de ello, no queríamos desperdiciar la oportunidad de ver la iglesia, y fue un acierto porque, independientemente del fresco de Leonardo, es una iglesia preciosa que puede visitarse de forma gratuita. Nosotros entramos por un pequeño claustro llamado Chiostrino delle Rane por las ranas que hay en la fuente central, un pequeño remanso de paz en medio del bullicio de Milán.

Interior de Santa María delle Grazie

La iglesia fue construida entre 1463 y 1490 por Guiniforte Solari, y dos años después, Ludovico El Moro le pidió a Bramante que la convirtiera en un mausoleo familiar. Por ello, dentro de la iglesia  conviven dos estilos muy diferentes: contrasta la parte de Solari, de estilo gótico lombardo y el ábside renacentista de Bramante.

Fachada principal de Santa María delle Grazie

La fachada de ladrillo de la entrada princial es de Solari, aunque la puerta fue diseñada por Bramante. Además, en esta fachada puede verse una pintura de Leonardo da Vinci que representa a la Vírgen entre Ludovico y su esposa Beatrice d'Este.

Residencia Atellani

En la misma calle donde se encuentra Santa María delle Grazie, en el Corso Magenta, podemos ver la residencia Atellani, la casa donde Leonardo da Vinci vivió mientras pintaba La última cena.

Corso Magenta

El Corso Magenta está lleno de edificios históricos y se respira un ambiente mucho más relajado y joven que en otras zonas de Milán, ya que cerca se encuentran la Università Cattolica y el instituto San Carlo, los precios son también mucho menos prohibitivos por aquí.

Interior de San Maurizio
En esta misma calle está San Maurizio, una iglesia con un exterior muy austero del que sorprende su interior ricamente decorado con pinturas murales. La iglesia comenzó a construirse en 1503, y la mayor parte de la decoración pertenece a Bernardino Luini, quien pintó los frescos de las paredes.

Torre di Ansperto
Junto a San Maurizio, otro edificio al que vale la pena acercarse es el Civico Museo Archeologico, por los objetos que expone y porque en su interior pueden verse los restos de la antigua muralla romana de Maximino, de la que se conserva la Torre di Ansperto.

Interior de la Torre di Ansperto
El museo expone objetos encontrados en diversas explotaciones arqueológicas desde la edad de bronce, pasando por la época romana, sin dejar de lado algunas interesantes piezas etruscas.

Ruinas romanas en Via Brisa
Siguiendo el recorrido, terminamos en Via Brisa, donde podemos ver unas ruinas romanas que se cree que formaban parte del palacio imperial de Maximino. Estas ruinas aparecieron gracias a las excavaciones realizadas tras los bombardeos de 1943. En Milán se han conservado poquísimos restos romanos, así que vale la pena ver lo poco que queda.

Naviglio Grande
De aquí nos movimos a una de las zonas de Milán que más ganas teníamos de ver: los Navigli. Se trata de los antiguos canales de la ciudad que hasta el siglo XIX estuvieron en funcionamiento con tráfico de barcos y mercancías, siendo el distrito portuario de Milán. Las obras del canal Naviglio Grande comenzaron en 1177, seguidas de los canales Pavia, Bereguardo, Martesana y Padermo. Actualmente se conservan solo el Naviglio Grande y el Pavese, ambos conforman el barrio de los canales, una de las zonas más animadas y bonitas de la ciudad, a la par que tranquilas, perfecta para pasear o ir en bici.

Naviglio Grande

Pasear por los Navigli es como transportarse a otra ciudad, nada tiene que ver con el ajetreo y el tráfico del centro de MilánA lo largo del Naviglio hay bonitos bloques de edificios típicos en amarillo milanés con preciosos balcones.

Naviglio Grande

En los Navigli el ambiente es muchísimo más relajado, con infinidad de restaurantes trattorias de buen precio y deliciosas, vale la pena venir a comer o a cenar en cualquiera de ellas, o a tomar algo en alguna de sus terrazas frente a los canales, para disfrutar de las vistas del agua y de los patos.

Naviglio Grande


Volviendo al tema de los canales, estos funcionaban antiguamente gracias a un sistema de esclusas que permitían que los barcos pudieran navegar entre los canales en diferentes niveles. De este modo fue como se transportó el mármol de Candoglia en el siglo XIV que sirvió para la construcción del Duomo, y en los años 50 los materiales necesarios para la reconstrucción de la posguerra.


Naviglio Grande
En el siglo XV, Ludovico El Moro mejoró la red de canales con la ayuda de Leonardo da Vinci, quien rediseñó el XX, en los años 30, algunas secciones de los canales que antes se extendían a lo largo de 150 kilómetros se rellenaron con tierra y en 1979 cesó totalmente la navegación, quedando únicamente dos canales que hoy en día ya no se usan para la navegación. 

Antiguo lavadero

En el llamado camino de sirga, por donde las barcazas eran arrastradas por caballos o bueyes para facilitar su navegación, todavía pueden verse los antiguos lavaderos, con techos de madera, donde las mujeres iban a lavar la ropa.

Viale Gorizia
La zona está bastante cerca del centro histórico de la ciudad y muy bien comunicada tanto por metro como por tranvía. Además, como podéis ver, se pueden alquilar bicis para dar una vuelta por la zona.

Naviglio Pavese

El otro canal, algo menor, es el Naviglio Pavese. Aquí se conservan algunas grandes barcazas que, a falta de navegación, se han convertido en clubes y restaurantesSi en el Grande se concentran la gran mayoría de restaurantes y terrazas, el Pavese es el lugar ideal para acercarse de noche a tomar unas cervezas o unas copas sin los formalismos de otras zonas de Milán. Aquí los locales son muchísimo más distendidos, no miran la vestimenta, ni hay porteros, ni listas de entrada (como sí sucede en los locales snobs y pijos del centro). Además, hay varios locales de rock y blues con música en directo que nos gustaron muchísimo.

Naviglio Pavese
En el Naviglio Pavese pueden verse aún los antiguos sistemas de esclusas de los que os hablaba antes, que facilitaban la navegación al nivelar el agua de los canales.



En la zona suelen montarse mercados y mercadillos, tanto de ropa o antigüedades, como de comida, como es el caso del día en que paseamos por ellos, todo con una pinta y un colorido buenísimos.

Naviglio Grande
Todas las ciudades cambian y tienen un encanto especial por la noche. Los Navigli, también. Además de que, como he contado, es una zona muy animada para salir a cenar, tomar unas cervezas o unas copas y escuchar gratis música en directo. La pena es que justo esa noche le dio por llover, aún así no podíamos dejar de conocer el Milán nocturno.

Candados en uno de los puentes del Naviglio Grande

La moda de los candados del amor ha llegado también hasta Milán, donde en uno de los muchos puentes que cruzan el Naviglio Grande encontramos estos pocos candados en los que no me había fijado durante el día.

Duomo

Galleria Vittorio Emanuele II

Si los Navigli son preciosos de noche, son espectaculares el Duomo y la Galleria Vittorio Emanuele II de noche. Ya que llovía y era algo inevitable, decidí aprovechar para experimentar y hacer algunas fotos "con" y "sin" lluvia, creo que el efecto ha quedado bastante curioso, y casi me gustan más las imágenes con esas gotas de lluvia transformadas en puntos de luz.




Como veis, hay que pasearse por esta zona de la ciudad tanto de día como de noche, los edificios iluminados tienen un encanto especial, la pena, como digo, que lloviera muchísimo y tuviéramos que estar continuamente con el paraguas, pero había que aprovechar, ya que era la última noche en la ciudad.



A diferencia de otros viajes que hemos hecho a países donde la Pascua se celebra con más colorido y dulces (por ejemplo, Viena), en Milán, al igual que en España, la Semana Santa se celebra de una manera más religiosa. Aún así, no me resistí a fotografiar esta espectacular tienda donde el chocolate y los huevos de Pascua sí que tenían su  protagonismo, para dejar constancia de que estábamos en Semana Santa.






También hicimos un recorrido nocturno por las calles de las tiendas que vale realmente la pena, al ser peatonales y estrechas, y al tener solo tiendas de ropa, están prácticamente desiertas por la noche, y es toda una experiencia caminar por las calles de una ciudad tan bulliciosa en completo silencio y sin nadie alrededor, iluminados tan solo por la tenue luz de las farolas y los luminosos escaparates.


Y hasta aquí llega nuestro tercer día en Milán, más relajado como habréis podido ver, pero del que disfrutamos mucho: comimos muy bien, dimos largos paseos y por la noche tomamos unas cervezas y vimos un concierto de versiones de grupos clásicos de rock en los Navigli. Espero que os hayan gustado las fotos y el recorrido por Milán, en breve os traeré las fotos del último día. ¡Feliz fin de semana!