lunes, 30 de enero de 2012

Arctic Monkeys, contundentes, pero breves y flechazo musical con Miles Kane en el Palacio de Deportes



Poco puedo decir ya a estas alturas del concierto que Arctic Monkeys dieron este viernes en el Palacio de los Deportes de Madrid, toda la prensa se ha hecho eco con mayor o menor entusiasmo de su actuación. Lo que es cierto es que parecen imparables, comenzaron tocando en La Riviera, pasaron al Palacio de Vistalegre donde pude verles por primera vez en 2010 y han acabado finalmente en el Palacio de Deportes, creciendo en cada actuación en los recintos en donde tocan y en el número de seguidores. No hay duda de que es el grupo británico del momento, podríamos decir que casi casi los españoles éramos una anécdota en comparación con la gran cantidad de angloparlantes que había en el Palacio de Deportes. Venían a presentan su último disco Suck it and See donde parecen haber querido conciliar a sus dos tipos de seguidores: los de la primera etapa, más gamberra y acelerada; y los de Humbug y el proyecto paralelo de su cantante, Alex Turner, The Last Shadow Puppets, con canciones más melódicas y con un rollo 60-70.  La actuación fue tan contundente como siempre, melodías pegadizas, estribillos coreados con furor y muchísima fuerza en el escenario, con la destacable voz de Alex Turner. Sin embargo, a este grupo le falta algo, cuando son gamberros son demasiado ruidosos, cuando se ponen serios, se les nota demasiado que no son un grupo de nivel. Va a ser complicado que sigan conjugando dos facetas tan complicadas de unir y mantener, quizá necesiten un disco que realmente marque la diferencia. De nuevo, la gran queja, la de siempre: que por casi 40 euros de entrada tocasen tan solo una hora y cuarto, teniendo cuatro discos ya a sus espaldas, cabrea bastante. De todos modos, creo que los que estuvimos el viernes en el concierto se lo perdonamos en cierto modo por el buen rato que nos hicieron pasar.


No puedo dejar de mencionar al telonero de la noche, o como aparecía en las entradas, el artista invitado, Miles Kane, ex The Rascals y la otra mitad del increíble proyecto The Last Shadow Puppets junto a Alex Turner. En mi caso, la gran revelación de la noche, y del que pienso hacerme pronto con su nuevo disco. Presentaba su proyecto en solitario, el disco The colour of the trap, una mezcla de rollo sixtie, brit pop, mucho retro y algo de glam rock bien conjugados, un sonido divertido y muy bailable que calentó de lo lindo el Palacio de Deportes antes de la actuación de Arctic Monkeys. Sin duda, un músico al que seguir muy de cerca. La gran decepción de la noche fue el momento que no fue y que muchos esperábamos: ya que Kane y Turner estaban juntos en un mismo recinto ¿por qué no atacar juntos alguna canción de The Last Shadow Puppets? Pues no, no hubo manera, hubo que conformarse con la actuación conjunta en la última canción del concierto de 505 del segundo álbum de Arctic Favourite Worst Nightmare. ¿Otra vez será?

jueves, 26 de enero de 2012

'El montaplatos' de Harold Pinter sube a escena en el Matadero de Madrid de la mano de Animalario



Una puesta en escena minimalista y efectiva: dos tribunas de butacas a cada lado; en el centro, el escenario, en el que tan sólo hay dos camastros; dos puertas al fondo; butacas, suelo y paredes cubiertas por plástico negro que esconden el montaplatos que da nombre a la obra. Sobre el escenario dos únicos actores: Guillermo Toledo y Alberto San Juan, excepcionales, de una naturalidad que no había visto jamás en teatro, sin declamar, parece que realmente viven lo que representan. Sin apenas variaciones (tan sólo algunos ajustes geográficos para darle más verosimilitud), la compañía Animalario lleva a escena en el Matadero la obra El montaplatos de Harold Pinter. La obra en sí es sobresaliente, la puesta en escena que hace Animalario hace justicia a una obra imprescindible del teatro moderno.


Dos hombres esperan en un sótano instrucciones, se trata de un trabajo más, son dos sicarios que deben matar sin preguntar, sin preguntarse siquiera nada a sí mismos. Pasan el tiempo como pueden, durmiendo, leyendo y comentando noticias del periódico, hasta que les llegue la orden. Parece que va a ser un trabajo más, cuando repentinamente, comienzan a llegarles absurdos pedidos de comida a través del montaplatos del sótano donde se encuentran. Será el momento de decidir si seguir obedeciendo ciegamente o si plantearse algo más. Alberto San Juan representa el papel de ser sumiso, que acata las órdenes sin rechistar, si le dicen algo lo cree ciegamente, ya lo demuestra mientras lee las noticias del periódico y, sin vacilar, afirma que han de ser verdad: "blanco sobre negro" dice, cómo dudar de ello. Por su parte, el personaje de Guillermo Toledo busca más allá de lo aparente, se pregunta cosas, se las pregunta a su compañero, busca ver más allá de lo que otros le dicen que es verdad. Una obra que sigue estando de actualidad, el conflicto entre el individuo y cualquier clase de poder opresor. ¿Nos creemos las mentiras que nos cuentan, obedecemos ciegamente, o tenemos criterio? El final de la obra, impactante, opresivo, abierto a que cada uno decida si realmente vale la pena rebelarse: si la rebelión está en marcha o si sólo somos una pieza más de ese gran engranaje de poder que mueve (y destruye) el mundo.


El autor de la obra, el británico Harold Pinter (1930-2008), fue galardonado en el año 2005 con el Premio Nobel de Literatura. Sus primeras obras de teatro han sido enmarcadas dentro del teatro del absurdo, fuertemente influenciadas por el genial dramaturgo irlandés Samuel Beckett, autor de Esperando a Godot. Posteriormente, sus obras irían tomando un cariz más político, como instrumento de denuncia ante los abusos de poder. Su activismo no ha sido solo literario, ha denunciado entre otras causas las torturas a la población kurda en Turquía, ha sido crítico con los bombardeos de Kosovo autorizados por la OTAN, se opuso a las invasiones de Afganistán y de Irak, y, junto a otros judíos, decidió no aceptar la ciudadanía israelí para condenar los abusos contra la población palestina. La obra de Pinter invita a la reflexión, él pone el escenario, los personajes y la situación, pero somos nosotros los que debemos hacernos las preguntas y responderlas.

lunes, 23 de enero de 2012

'El sueño del celta' de Mario Vargas Llosa

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Título: El sueño del celta
Autor: Mario Vargas Llosa
Editorial: Alfaguara (2010)
Año de publicación: 2010
Páginas: 464
Precio:  22 euros

Desde que ha comenzado el año parece que voy de acierto en acierto lector, crucemos los dedos y esperemos que la racha siga igual. El sueño del celta de Mario Vargas Llosa ha sido uno de esos grandes aciertos, un libro magistralmente escrito, como suele suceder con los libros del Nobel peruano, entretenido y con el que a la vez se aprenden muchas cosas sin apenas esfuerzo. Mezclando la novela histórica, la biografía novelada, e incluso los libros de aventuras y viajes, Vargas Llosa devuelve a la actualidad la figura del irlandés Roger Casement, un personaje lleno de contradicciones, que ha pasado del desprestigio total a ser un héroe nacional en su país, pero ante todo, un personaje muy humano.
Roger Casement

Roger Casement nació en 1864 en Sandycove, cerca de Dublín, en el seno de una familia protestante y probritánica. Casement, como muchos irlandeses de la época, está ciego ante la invasión británica a su país, de hecho, trabajó como diplomático para el Gobierno británico y llegó a alcanzar grandes honores, como el de ser nombrado sir, por el país que terminaría por asesinarle. Su trabajo como cónsul le llevó a viajar por todo el mundo y conocer la realidad del colonialismo, en especial en las explotaciones de caucho del Congo y del Amazonas, donde los indígenas eran explotados y masacrados para que occidente tuviera el preciado caucho que luego se utilizaría por ejemplo en la fabricación de ruedas. En un principio Casement piensa, como muchos de su generación, que el colonialismo es necesario, un "favor" que los occidentales hacen a esos "salvajes" llevándoles educación, sanidad y una vida mejor. Poco a poco, a medida que va conociendo las barbaries que se cometen, se da cuenta de su error. El colonialismo solo beneficia a los colonizadores y aplasta a los colonizados. Es en ese momento cuando comienza a tener conciencia de que su propio país, Irlanda, es una colonia de la Inglaterra invasora. Y es en ese momento, cuando decide luchar por la independencia de su país, por la recuperación de su idioma, el gaélico, sus costumbres y tradiciones, prohibidas por el invasor. Esa  lucha por la libertad de Irlanda le llevará ante los tribunales británicos y finalmente a la horca, donde moriría a los 52 años de edad. No contentos con ello, los británicos orquestaron una política de desprestigio contra él, utilizando su condición de homosexual para desprestigiarle en una época en la que dicha tendencia sexual era algo condenable, especialmente en un país radicalmente católico como Irlanda.

Tumba de Roger Casement en Glasnevin
La historia de Casement es absolutamente fascinante, de hecho, al terminar el libro nos queda la sensación de que el autor podría haber escrito dos o tres libros más sobre el irlandés, dada la intensa vida que vivió este, y que, además, estaríamos encantados de leerlos. La novela se divide en tres partes, una dedicada al Congo, otra a la Amazonía y una tercera a Irlanda, todo ello con continuos saltos temporales al presente del protagonista, encerrado en la prisión de Pentonville, en Londres, días antes de su ejecución. A su alrededor, podremos conocer a personajes históricos como Leopoldo II, rey belga al que regalaron por su cumpleaños el Congo, y que trata el lugar y a sus gentes como si fueran de su propiedad, con terribles torturas; el famoso explorador Stanley, quien no siente ninguna piedad por los africanos; o el escritor Joseph Conrad, con quien Casement compartiría la experiencia del Congo y que el primero plasmaría en su genial novela El corazón de las tinieblas. Si la parte del Congo es dura, la dedicada al Amazonas, en la peruana zona del Putumayo, lo es aún más. Los indígenas son cruelmente torturados y mutilados, muchas veces tan sólo para la propia diversión de los jefes de las explotaciones caucheras, quienes, al no tener que rendir cuentas a nadie por lo que hacen, dejan aflorar sus instintos más sádicos. Casement escribió sendos informes sobre el Congo y el Amazonas, sobre las barbaridades que se cometían allí, que le valdrían el reconocimiento internacional por su labor en favor de causas humanitarias. Por último, la parte dedicada a Irlanda nos relata todo el movimiento revolucionario por la independencia del país, que se saldó con el sonoro fracaso del Alzamiento de Pascua. Por la novela desfilan numerosos personajes históricos y muchísimos escritores e intelectuales con los que se relacionó Casement, es el caso del escocés Arthur Conan Doyle, los irlandeses William Butler Yeats y George Bernard Shaw, el periodista Edmund D. Morel, o la historiadora Alice Stopford Green, entre muchos otros. Se trata de una novela en la que se aprende casi sin darnos cuenta, donde desde el primer momento simpatizamos con Casement a pesar de que nos llevemos las manos a la cabeza ante su ingenuidad, y su carácter soñador, los cuales le hicieron no ser todo lo práctico que debiera y acabar ajusticiado. Un libro para disfrutar y aprender, para que, especialmente los occidentales, nos planteemos en qué ha consistido la colonización y el daño que ha hecho a tantas personas, para viajar, para conocer a un personaje histórico que no era tan visible, en definitiva, un libro con el que disfrutar de la primera a la última página.

viernes, 20 de enero de 2012

Rory Gallagher: 'A million miles away'


Hace tiempo que no comparto música en el blog, algo a lo que quiero ponerle remedio ya mismo, porque para mí la música es tan importante como los libros. De hecho, el vídeo del absolutamente genial guitarrista irlandés Rory Gallagher que traigo hoy está muy relacionado con mis últimas lecturas. Como ya dije a mi vuelta del viaje que hice a Irlanda en diciembre, he estado sumergiéndome en la literatura irlandesa con algunos autores nuevos para mí como el increíble poeta William Butler Yeats o viejos conocidos como mi adoradísimo Oscar Wilde al que no volvía desde hacía años y con el que estoy disfrutando muchísimo de su ingenio y humor incisivo. También he podido adentrarme un poco más en la historia de Irlanda a través del activista por la independencia del país Roger Casement, retratado por Mario Vargas Llosa en la excepcional novela El sueño del celta. Aún me quedan lecturas que hacer, autores por descubrir y otros que retomar, pero para empezar el año no ha estado nada mal. Además, mi objetivo del año de tomarme mis lecturas y el blog con calma, y de escoger mejor los libros, están dando sus frutos, y estoy disfrutando el doble de lo que leo. De momento, y para recordar un viaje con el que disfruté muchísimo os dejo la preciosa canción  A million miles away de Rory Galagher, considerado uno de los mejores guitarristas de la historia. Espero que os guste. ¡Feliz fin de semana!

lunes, 16 de enero de 2012

'Las Partículas Elementales' de Michel Houellebecq

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Título: Las Partículas Elementales (Les particules élémentaires)
Autor: Michel Houellebecq
Editorial: Anagrama (mayo 2011)
Año de publicación: 1998
Páginas: 328
Precio:  10 euros

"La desgracia sólo alcanza su punto más alto cuando hemos visto, lo bastante cerca, la posibilidad práctica de la felicidad."

No es sólo que esté un poco perezosa (que lo estoy, lo admito), es que hablar de los libros de Houellebecq no es nada fácil, por eso, aunque terminé Las partículas elementales hace ya un tiempo, no me he decidido a escribir sobre él hasta ahora. Me da la sensación de que cuanto más me esfuerzo por explicar por qué estoy tan fascinada con él, menos lo consigo. Me pasó con mi chico, le estuve hablando sin descanso de este libro mientras lo leía, se lo recomendé una y otra vez, y al final conseguí que lo leyera con el trato de que yo leería el libro que él estaba leyendo en ese momento (lo cual ha sido un trato excelente porque es El sueño del celta de Mario Vargas Llosa que me está entusiasmando). La cosa es que ahora que lo está leyendo, me dice que le está encantando, pero que es cierto, que no pude transmitirle lo que era el libro, que ha tenido que leerlo por sí mismo para comprenderlo. Y es que Houellebecq no es un autor fácil, y no porque su prosa sea complicada, sino porque cada frase suya es como un puñetazo directo al alma del que lee, nos habla, más bien susurra y a veces vocifera al oído, nos sacude e incluso nos da más de una bofetada, y a pesar de eso se lo consentimos, es más, seguimos leyendo deseando que siga vapuleándonos, que nos despierte del letargo en el que solemos vivir. No soy de las que piensa que ciertos libros tienen ciertos lectores, soy más categórica que eso, están los libros que entretienen y que pueden gustar a un lector o no, y luego está la literatura, la literatura con mayúsculas, aquellos libros que no son para soñar o evadirse, sino que contienen una pequeña porción de universo. Al cerrarlos parece que vemos algo más claro en medio del caos de esta vida, libros para pensar, en definitiva. Los libros de Houellebecq entran dentro de esta segunda categoría, son libros que todo el mundo debería leer.

Michel Houellebecq

Con esto no quiero asustar a nadie, de hecho, Las partículas elementales es un libro que se lee mucho mejor que el primer libro que leí de Houellebecq el año pasado, El mapa y el territorio. La historia, la superficie, nos habla de dos hermanos, Michel y Bruno, el uno encerrado en la ciencia, casi célibe, solitario y que no se siente unido a ningún otro ser humano; el otro, un devorador insaciable de sexo, racista, solitario también, y que inexplicablemente, a pesar de su carácter aborrecible, nos inspira ternura y lástima. Ambos llenos de carencias, de soledades, de inseguridades. Todo ello en un marco inmejorable: Francia en los años 60. Las comunas hippies, la libertad sexual, la píldora, la música rock, Jimi Hendrix, Mick Jagger, el musical Hair, la llegada del hombre a la luna, mayo del 68... Un retrato de una sociedad y una época en las que el mundo aún creía que podían cambiarse las cosas. Houellebecq nos demuestra que no, que el ser humano está abocado al fracaso, a repetir los mismos errores una y otra vez. Si hay algo que me gusta en especial de esta novela es que cada frase invita a ser leída dos veces, a parar a reflexionar en ella. Houellebecq puede parecer un cínico, un depravado o simplemente un pesimista sin remedio, sin embargo, creo que detrás de todo ese discurso derrotista se encuentra una persona de una gran sensibilidad, consciente de lo que se nos viene encima, de todo lo oscuro y perverso en lo que intentamos no pensar.

"Uno puede enfrentarse a los acontecimientos de la vida con humor durante años, a veces muchos años, y en algunos casos puede mantener una actitud humorística casi hasta el final; pero la vida siempre nos rompe el corazón. Por mucho valor, sangre fría y humor que uno acumule a lo largo de su vida, siempre acaba con el corazón destrozado. Y entonces uno deja de reírse. A fin de cuentas ya sólo quedan la soledad, el frío y el silencio. A fin de cuentas, sólo queda la muerte."

A pesar de ese tono fatalista, por el que comienzo a entender por qué se habla tanto de Sartre y de los existencialistas franceses a la hora de hablar de Houellebecq, la novela tiene momentos de un humor visceral que me ha recordado en algunos aspectos al Bukowski más lascivo. Bruno (y sus correrías sexuales) es el protagonista de esos momentos que nos llevan de la carcajada a la lástima, sin duda, y pese a no ser el protagonista de la novela, ha sido mi personaje favorito de la misma. Me da la sensación de que una vez más, no he sabido explicar bien qué ha significado para mí este libro, sólo puedo recomendaros que lo leáis, que os dejéis llevar por Houellebecq, confiad en él, dejaos arrastrar aunque os muestre al lado más oscuro del alma humana. Si en su momento dije que El mapa y el territorio era de los mejores libros que había leído en 2011, Las partículas elementales me ha parecido aún mejor, me ha conmovido desde muy dentro. Ahora sí, puedo decirlo ya, Michel Houellebecq es mi gran descubrimiento de los últimos años, del que voy a ir devorando todo lo que caiga en mis manos.

jueves, 12 de enero de 2012

La magia de la fotografía: Eve Arnold continúa viva a través de sus imágenes


El pasado miércoles fallecía en Londres, a los 99 años, la fotógrafa estadounidense Eve Arnold, famosa por sus retratos de Marilyn Monroe y por ser la primera mujer que entró a formar parte de la prestigiosa agencia Magnum


Sus imágenes son sencillamente maravillosas, pero este homenaje quiero dedicárselo también por razones personales, ya que tiene un valor especial para mí: una reproducción de la primera fotografía de esta entrada cuelga enmarcada en mi pasillo, la tengo ya desde hace años, se vino conmigo desde mi anterior piso y ahora continúa teniendo su lugar de honor junto a otras tres fotografías de mis también adoradísimos Henri Cartier-Bresson, Alfred Eisenstaedt y Philippe Halsman. 


Fue, de hecho, Cartier-Bresson quien decidió proponer a Eve Arnold para que entrara a formar parte de la agencia Magnum en 1951, tras ver algunos de sus trabajos y quedar fascinado por ellos.


"Había sido pobre y quise documentar la pobreza; había perdido a un hijo, y estuve obsesionada con los nacimientos; estaba interesada en política y esperé saber cómo afectaba nuestras vidas; soy una mujer y quise saber sobre las mujeres", la propia Eve Arnold resumía así los principales ejes de su trabajo en una entrevista concedida a la agencia AP.


Eve Arnold nació en Filaelfia en 1912, estudió fotografía y cine en la New School for Social Research de Nueva York. Sus fotografías han aparecido en publicaciones del prestigio de Life, Paris Match, Stern, Sunday Times o Vogue


De hecho, estuvo trabajando hasta el último momento, ya que todavía colaboraba con diarios de renombre como The Sunday Times.


 

Apenas hace un año recibió en Cannes un galardón en reconocimiento a su carrera profesional. Además, a lo largo de su carrera recibió numerosos reconocimientos, entre los que destaca la Orden del Imperio Británico.



Sus imágenes de denuncia de la pobreza y el racismo son quizá las más emblemáticas. Fue una fotógrafa comprometida que destacó por sus retratos espontáneos, por su objetivo desfilaron algunas de las caras más destacadas del siglo XX como la reina Isabel II, Jacqueline Kennedy o Malcolm X.


Sin embargo, las imágenes que la harían realmente popular fueron las que tomó a mi adoradísima Marilyn Monroe, de la que supo retratar sus mil y una caras, sus contradicciones.


También retrató a otros rostros populares del celuloide como Marlene Dietrich, Joan Crawford, Clarck Gable, Paul Newman o Elizabeth Taylor.

 

Realizó numerosos monográficos a lo largo de su vida, pero quizá el más popular de todos fue el que realizó durante el rodaje de la película Vidas Rebeldes de John Huston en 1960, en las que Marilyn Monroe es la protagonista indiscutible.

 

Marilyn es retratada en estas imágenes posando, jugando con la cámara, pero también de manera espontánea sin saber que la estaban retratando, descansando, alegre, enfadada, triste... Un auténtico manual para ver a fondo las mil caras de la actriz.


Uno de sus últimos y más reconocidos monográficos fue el que realizó sobre China, con imágenes llenas de magia y realmente hermosas como la última que os muestro. Una vida intensa, llena de viajes y de fotografías indispensables que tenemos la suerte de poder seguir admirando. Es la magia de la fotografía. Espero que hayáis disfrutado de unas imágenes que no me canso de contemplar y que hablan por sí solas sin necesidad de decir nada más.

lunes, 9 de enero de 2012

'El jardín olvidado' de Kate Morton

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Título: El jardín olvidado (The Forgotten Garden)
Autor: Kate Morton
Editorial: Suma de Letras (mayo 2010)
Año de publicación: 2008
Páginas: 544
Precio: 21 euros

Tenía en el punto de mira esta novela ligera y entretenida y aproveché la lectura conjunta organizada por María en su blog De todo un poco para devorarla durante estos días navideños en los que, entre compromisos, unas cosas y otras, es imposible concentrarse durante mucho tiempo seguido en una lectura. Aún así, como digo, la he devorado en pocos días, incapaz de dejarla ni un momento de lado. El jardín olvidado, utilizando varios escenarios (Australia, Londres y la costa de Cornualles) y varias épocas, desde principios del siglo XX hasta nuestros días, nos introduce en una saga familiar, en la que varias generaciones conviven con un misterio que finalmente será resuelto. Todo comienza cuando una niña pequeña, que parece haber perdido totalmente la memoria, aparece sola y con la única compañía de una maleta blanca, en el puerto de Maryborough, en Australia, después de viajar sola en un gran barco desde Londres. El misterio de quién es esa niña, por qué la abandonaron en un barco con destino a Australia y por qué nadie la buscó jamás, persigue a varias generaciones de mujeres de una familia, llevándolas en su investigación hasta el Londres de principios de siglo.

Costa de Cornualles

La novela es muy ligera, se lee en un suspiro y nos mantiene en vilo, deseando seguir leyendo un capítulo tras otro para ir desvelando el misterio. A través de tres mujeres: Eliza, Nell y Cassandra, sus historias e investigaciones, iremos desentrañando una historia que bebe de varias fuentes: desde las historias de Dickens sobre niños huérfanos y explotación infantil, pasando por las novelas románticas decimonónicas o los cuentos populares infantiles, ya que en la novela se introducen cuentos de hadas creados por la autora que tienen una relación muy estrecha con el argumento de la historia del que no quiero contaros absolutamente nada más para que lo vayáis descubriendo vosotros mismos si os decidís a leerlo.
John Singer Sargent, Las hermanas Wyndham

Si bien los cuentos de hadas son uno de los ejes principales de la historia, también ocupa un papel muy importante la pintura y el coleccionismo, por ejemplo, aunque brevemente, se nombra el cuadro que os muestro de John Singer Sargent, Las hermanas Wyndham, y otro pintor, esta vez imaginado, será crucial en la trama. La novela avanza sola entre las manos tanto por su lenguaje sencillo, abundancia de diálogos y capítulos cortos, como por la variedad, ya que se van alternando capítulos en los que la protagonista es Nell, Eliza o Cassandra, a lo largo de distintas épocas y lugares. Una historia ligera para pasar el rato, de las que no dejan poso pero que se disfrutan y son adictivas, con un final y una trama, eso sí, más que predecibles desde el primer momento, aunque no por ello nos mantiene menos enganchados a la historia. Kate Morton pasará sin pena ni gloria como escritora, lo suyo son los best sellers de consumo rápido y olvido más rápido aún, a pesar de ello, El jardín olvidado es sin duda una novela que os entretendrá y que no podréis soltar hasta haber leído hasta la última página.

Reseñas lectura conjunta El Jardín Olvidado:

- El universo de los libros

- Arte para contar

- Libros que hay que leer

- De todo un poco 

-Cris y sus mariposas

- De tinta en vena

-Mis lecturas y más cositas 

-Cuéntate la vida 

- La Caverna Literaria

jueves, 5 de enero de 2012

'Gotthard Schuh. Una mirada artística en la fotografía documental' en la Sala Azca de la Fundación Mapfre



Como me ha sucedido con las lecturas, también ha habido algunas exposiciones que he visto durante 2011 y que han quedado sin asomarse por el blog. Además, estos días navideños estoy aprovechando para ver algunas muestras a las que no había podido acercarme aún. 

Parlez-moi d'amour, París (1932)

El plan es perfecto: mientras la gente se hacina en centros comerciales y tiendas comprando, pudimos ver el mismo día de Nochevieja por la mañana la magnífica exposición dedicada al fotógrafo Gotthard Schuh en la sala Azca de la Fundación Mapfre Vida totalmente solos. Por un lado, es una pena que una muestra así suscite tan poco interés, por otro, fue un auténtico lujazo poder verla sin un alma en la sala, como si la hubiesen abierto tan solo para nosotros.

Muchachos en la National Gallery, Londres (1937)

Los que pasáis habitualmente por aquí ya sabéis que me encanta la fotografía en blanco y negro, en concreto, la que va de los años 30 a los 50. Me transporta a ciudades como París o Nueva York que, aunque hoy siguen siendo excepcionales, tenían en aquel entonces una magia y un encanto que un puñado de fotógrafos supo inmortalizar y traer hasta nuestros días. Es el caso de Gotthard Schuh, primero pintor y luego fotógrafo, cuyas imágenes son evocadoras a más no poder.

Cancán en el Tabarin, París (1936)
La muestra ha sido llevada a cabo en colaboración con la Fotostiftung Schweiz de Winterthur, de donde provienen las imágenes. Podemos ver un total de 113 fotografías: 93 de Schuh tomadas entre 1929 y 1956; y 20 de otros fotógrafos contemporáneos o que tuvieron alguna relación con él, como Robert Frank, Werner Bischof, Jakob Tuggener y René Groebli. Mientras veía la muestra, se me fueron irremediablemente los ojos a la imagen que os muestro aquí abajo del fotógrafo Werner Bischof.

Werner Bischof, Monje sintoísta en el templo Meiji, Tokio (1951)
Volviendo a Schuh, nació en Berlín en 1897 y falleció en Zurich en 1969, y es considerado uno de los fotógrafos suizos más importantes del siglo XX. En 1930 decidió dejar de lado su carrera como pintor y meterse de lleno en la fotografía, convirtiéndose en un pionero en el fotoperiodismo.

Noche de invierno ante el Teatro Municipal, Zurich (1932-1935)
Lo más fascinante de la muestra es cómo el fotógrafo viajó incansablemente por todo el mundo captando lo que veía con su cámara y haciéndonos viajar con esas imágenes con él. Uno de sus libros de fotografías más famoso es Islas de los dioses, publicado en 1941, donde muestra las imágenes que tomó durante sus viajes por Singapur, Java, Sumatra y Bali.

Prigi, Bali (1939)

La muestra puede verse hasta el próximo 19 de febrero en la Sala de Exposiciones AZCA de la Fundación Mapfre (Avda. General Perón, 40 - Planta baja del Centro Comercial Moda Shopping) los lunes de 14 a 21 horas; de martes a sábado de 10 a 21 horas; y los domingos y festivos de 12 a 20 horas. La entrada es gratuita.

Minero, Winterslag Bélgica (1937)

Espero que os haya fascinado este fotógrafo tanto como a mí, y que quienes podáis os animéis a visitar la exposición. Para los que no tengáis la oportunidad de acercaros a Madrid, espero, como siempre, haberos podido acercar algo de la muestra y que la hayáis disfrutado. Y para todos, que los Reyes Magos se porten muy bien con vosotros y os traigan muchos regalos, yo ya les he pedido unos cuantos libros que espero no se olviden de traerme. ¡Feliz fin de semana!

Amantes en Parco della Rimembranza, Roma (1950)

lunes, 2 de enero de 2012

'Sayonara Mio' de Tabuji Ichikawa


Título: Sayonara, Mio (Ima, ai ni yukimasu)
Autor: Takuji Ichikawa
Editorial: Alfaguara (2011)
Año de publicación: 2003
Páginas: 256
Precio: 16 euros

Cuando Mio murió, pensé que quien haya hecho nuestro planeta debió de hacer otro al mismo tiempo en algún lugar del universo. Sería el planeta al que van las personas cuando mueren. Ese planeta se llama Archivo.

Mi primera reseña del año pertenece, como va a venir pasando durante un tiempo, a una lectura del año pasado, son unas cuantas las que se me han quedado en el tintero, pero que poco a poco irán apareciendo por aquí. Este es uno de esos libros que con tan solo ver la portada y leer estas primeras líneas iniciales, apetece leer. En un principio pensé que iría en la misma dirección que otras novelas de éxito japonesas como Cosas por las que llorar cien veces de Kou Nakamura o Un grito de amor desde el centro del mundo de Kyoichi Katayama, pero no. A pesar de que Sayonara, Mio narra una historia triste no lo hace con ese tono amargo y trágico que usan las dos novelas que he nombrado. La gran virtud de esta novela es que trata la muerte y los sentimientos que esta provoca en los que se quedan de una manera muy tierna y serena. El autor, el tokiota Takuji Ichikawa, ha sabido aunar la sencillez de la escritura que suele definir a los autores japoneses, grandes dosis de ternura y algo de fantasía, para construir una pequeña fábula urbana y actual, cuya moraleja es ni más ni menos, que las cosas más pequeñas son las más importantes, que cada pequeño gesto diario, cada caricia, beso o simplemente mirada de los que amamos son lo más precioso que tenemos. Quizá algún día perdamos todo eso, pero hasta entonces, hay que regodearse y disfrutar de ello como si fuera la última vez que podamos hacerlo. Takuji Ichikawa ensalza lo esencial de la vida y crea con ello una novela de sentimientos, personajes y amor, tanto el de una pareja como el de padres e hijos.

En todas esas expresiones sencillas como "Buenos días", "Buenas noches", "Qué rico está esto", "¿Has dormido bien?", es donde reside el amor.
Me dije que eso era lo que significaba ser una pareja.
Pero en aquellos momentos no lo comprendí.

Takkun y su hijo de seis años Yuji tratan de salir adelante como pueden tras la muerte de Mio, esposa y madre respectivamente. Aunque no hay grandes exteriorizaciones del dolor que les causa la pérdida, pues ya ha pasado un tiempo desde esta, Takkun es incapaz de cumplir la promesa que le hizo a su mujer de cuidar de su pequeño y seguir adelante. Ambos van siempre con la ropa llena de manchas, la casa es un desastre y Yuji tiene que ocuparme muchas veces de más cosas de las que debiera. A todo esto hay que sumarle la gran cantidad de fobias que tiene Takkun, un treintañero bastante despistado y dejado, por ejemplo, no puede entrar en el cine, ni puede recorrer grandes distancias porque los trenes, aviones y autobuses le dan pánico. Cada vez que se enfrenta a una situación difícil, su corazón parece a punto de estallar. Un día, durante el primer día de la estación de lluvias, se produce el milagro mientras ambos pasean entre las ruinas de una fábrica de sake en medio de un bosque. Allí, de la nada, aparece una mujer que es exactamente igual que Mio, aunque no tiene ningún recuerdo. Mio había prometido a Takkun que regresaría el primer día de la estación de lluvias para comprobar que todo les va bien, algo a lo que este se aferra, a pesar de que no haya cumplido su promesa.

Takuji Ichikawa

Una novela como veis a medio camino entre la fantasía y la realidad, de hecho, el único elemento fantástico es la repentina aparición de Mio, que debería estar muerta. Todo lo demás es relativamente normal a partir de ese hecho insólito, la novela se centra en las relaciones entre los tres personajes y en el tema recurrente de la necesidad de seguir adelante cuando perdemos a un ser querido, aunque en principio parezca imposible. Como digo, la novela no se recrea en temas tristes o en transmitir al lector un sentimiento desesperado, al contrario, con un tono incluso un tanto ingenuo y dulce, asistimos a la pérdida de Takkun y Yuji y su intento por salir adelante con o sin Mio.

Cartel de la película estrenada en 2004 y basada en la novela

Algo en lo que suelen fallar la mayoría de las novelas, incluso aquellas escritas por grandes autores, es a la hora de hacer hablar a los personajes infantiles. Normalmente se tiende a hacerles hablar y actuar como adultos o como a "un niño muy maduro para su edad", algo que me parece un gran fallo. Sin embargo, en ese sentido Sayonara, Mio ha sido toda una sorpresa, el pequeño Yuji es un niño como lo son los de la realidad, de hecho habla como un niño, repite las cosas mil veces, pregunta mucho, se equivoca y se comporta como un niño pequeño. De hecho, al haber conseguido retratar a un niño real, el autor ha conseguido que empaticemos en seguida con este personaje, es un verdadero encanto. Como suele suceder con la narrativa japonesa contemporánea las alusiones a la cultura occidental son continuas, por lo que si no estáis habituados a leer literatura japonesa, no os preocupéis, porque esta novela se sigue a la perfección, tan solo los nombres de los personajes y algunos pequeños detalles nos sitúan en Japón, por lo demás es una historia que podría suceder en cualquier parte del mundo. La cultura occidental impregna toda la novela y se hacen continuas alusiones a películas como Momo o La historia interminable, a la serie de televisión Expediente X, o a personajes como Woody Allen, Charlie Brown o Snoopy.

Portada de la edición anglosajona

Como Takkun decide escribir una novela sobre su mujer, vamos conociendo poco a poco su historia, cómo coincidieron desde muy pequeños en clase y cómo se enamoraron y fueron construyendo sus vida juntos. El libro es una delicia, se lee muy rápido, contiene muchos diálogos, es dinámico y muy corto. Sin embargo, hay un pequeña pega que quiero ponerle, y es el final. Todo parecía encaminado hacia un final muy determinado, y en el último momento hay un giro que no me ha gustado nada, aunque claro, eso ya son gustos y percepciones muy personales, pero es que la nueva explicación de por qué está allí Mio, tratando de ser más racional dentro de la irracionalidad de todo, no me ha acabado de convencer. A pesar de ello, es una lectura ligera que os recomiendo para pasar un rato agradable, no es una novela que vayamos a guardar para siempre en la memoria pero es bonita y está bien escrita, trata con mucha delicadeza un tema duro como es la muerte de un ser querido, sin grandes dramas y es perfecto para comenzar a leer a autores japoneses contemporáneos.