A Gabriele D'Annunzio, el genial escritor italiano, he llegado en realidad a través del también genial Luchino Visconti y su adaptación de El inocente, una película increíble, cargada de grandes personajes y de una historia claustrofóbica y apasionante. Ahí queda esa recomendación. Sin embargo, aún no he podido encontrar este libro, y eso que lo he buscado por todas partes, sin embargo, en medio de esa búsqueda infructuosa, me he topado con Cuentos del río Pescara, una selección de cuentos del autor, que incluye los mimos ingredientes que me fascinaron en El inocente: la crueldad, la inmoralidad y la bajeza de unos personajes, que sin embargo, son cotidianos. No se trata de grandes tragedias, sino de pequeñas criminalidades que llevan a cada uno de los personajes a un final cada cual más trágico. Nacionalista acérrimo, decadentista, excesivo y precursor del fascismo italiano, la vida de D'Annunzio no puede separarse de su producción literaria. Sin embargo, esa misma asociación con el fascismo ha hecho que su obra no sea lo suficientemente difundida ni apreciada. Una vez más hay que quitarse prejuicios y darse cuenta de que una cosa es el ideario de una persona, y otra su calidad como literato. Y D'Annunzio merece ser leído. Sus personajes son gentes del pueblo, en concreto del pueblo de Pescara, donde el nació, en la tristemente conocida zona de los Abruzzos por el no tan lejano terremoto. Para D'Annunzio, la brutalidad es inherente en el ser humano, y aún más en aquellos que no han recibido una educación y son de baja extracción social. El fanatismo y las manifestaciones religiosas también son un ingrediente de ese coctel que lleva a sus protagonistas a un desenlace fatal, aunque siempre anodino, ya que el autor tiñe esas tragedias con elementos ridículos que la hacen aún más trágica, pues han sido muertes o finales sin sentido.
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