lunes, 31 de agosto de 2009
Ulises de James Joyce
Por fin he podido terminar el Ulises de James Joyce. Han sido varios meses peleando con esta novela de unas 900 páginas, especialmente las últimas, donde la fatiga ya se notaba. De un lado se trata ciertamente de una novela extraordinaria, pero en mi opinión, más por su valor lingüístico y de virtuosismo literario. No es una obra que se disfrute al modo usual, ni que una vez terminado se vuelva a releer una y otra vez, más bien deja una sensación de alivio y de trabajo concluido. También es cierto que me propuse su lectura como una meta que no estaba segura que fuera a conseguir. Finalmente, puedo decir que si que me ha gustado Ulises de James Joyce. Su lectura es fatigosa y hay que prestar una especial atención, es más, en numerosas ocasiones hay que volver atrás para releer pasajes que no han quedado totalmente claros. A pesar de ello, tiene momentos realmente increíbles como el del funeral, donde Bloom, el protagonista, reflexiona sobre la muerte y sus aspectos más fisiológicos y crudos. También está especialmente cuidado el episodio de la playa, donde primero una joven nos cuenta cómo ve la realidad -para ella romántica y almibarada-, para a continuación, sacarnos Bloom con su pragmatismo de ese mundo ideal son sus observaciones mordaces. Si la lectura de Ulises presenta una especial dificultad es la de la enorme extensión de la novela. Cada capítulo nos deja exhaustos, pues hay que prestar muchísima atención, pero cada uno de ellos es una auténtico ejercicio maestro de literatura, y una novela en sí misma. Joyce ha sido muy criticado siempre por esta obra, pero es innegable que era un maestro de la escritura, y que era una persona capaz de jugar con las palabras como nadie. La lectura de Ulises definitivamente vale la pena, eso sí, es imprescindible hacerse con una edición comentada que nos ayude a seguir el argumento. Con esto, y paciencia, se puede disfrutar de una novela magnífica. De hecho, si Marilyn pudo, -que en absoluto era tan tonta como cuentan - ¿por qué no nosotros?.
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James Joyce,
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jueves, 27 de agosto de 2009
Fahrenheit 451 de Ray Bradbury
Acabo de terminar de leer Fahrenheit 451 (1953), la increíble novela de Ray Bradbury sobre una sociedad futurista donde se persigue a todo ser pensante, y en especial a los libros, que hacen que las personas se cuestionen las cosas y no vivan en un mundo de eterna felicidad pegados a una pantalla, quemándolos a 451 grados fahrenheit. Existen muchas distopías de este tipo, baste recordar Un mundo feliz (1932) de Aldous Huxley o 1984 (1949) de George Orwell, ambas excelentes y sobrecogedoras novelas. Pese a que no sea un tema nuevo, Bradbury consigue con su novela hacernos reflexionar sobre la falta de libertad que aún existe en nuestros días. Al parecer, en su momento, intentó ser una crítica a la caza de brujas del senador McCarthy, así como una denuncia a la quema de libros llevada a cabo por Hitler y a las bombas lanzadas en Hiroshima y Nagasaki. La novela es tan universal que aún hoy en día podemos aplicar muchísimos de sus conceptos: las masas alienadas pendientes de las pantallas de sus televisores cada vez más planas y grandes, y cada vez con contenidos más vacíos; los coches cada vez más veloces que impiden recrearse en el paisaje; la falta de ideas, y lo peor, la falta de interés por las ideas, por las letras y en definitiva, por la cultura. Bradbury traza un panorama desolador, que bien podría reproducirse en el mundo real, si bien de una manera algo más sutil, la quema de libros lleva a la quema de la individualidad y del ser pensante. Un mundo sin libros sería como un mundo sin ideas. Uno de los personajes reflexiona: "¿Se da cuenta, ahora, de por qué los libros son odiados y temidos? Muestran los poros del rostro de la vida. La gente comodona sólo desea caras de luna llena, sin poros, sin pelo, inexpresivas." No olvidemos que hoy en día siguen quemándose libros en muchos países, que se prohibe su lectura, como medio para controlar a las personas. Una vida sin libros sería una vida que no valdría la pena ser vivida. No hay una sensación tan maravillosa como la de sentarse en soledad con un libro entre las manos, olfatear sus hojas con olor amaderado -en el libro hablan de que huele a nuez moscada-, y sumergirse en su lectura, perdiendo conciencia del mundo que nos rodea e incluso de nosotros mismos. Los libros son la mejor máquina del tiempo que jamás se pueda inventar, la mejor pantalla en la que vivir nuestros sueños. Ahora, quieren quemarlos de otro modo, dejarnos sin esas increíbles páginas y darnos a cambio libros electrónicos sin aroma a naturaleza, sin alma, fríos. Yo por lo menos, como en la novela, me negaré siempre a ello, y esconderé mis libros, no dejaré que mueran bajo el fuego.
miércoles, 26 de agosto de 2009
Sueño profundo de Banana Yoshimoto
La escritora japonesa Banana Yoshimoto provoca con su novela de relatos cortos Sueño profundo sentimientos encontrados en el lector. Las tres historias tienen como protagonistas a tres mujeres jóvenes que se encuentran en un momento de estancamiento de sus vidas. Por motivos diferentes -una relación que no avanza, la muerte de un hermano, la espera de un trabajo que nunca llega- estas mujeres se abandonan al ostracismo, al sueño, a la soledad, al alcohol. Son personajes que nos sumergen en un mundo tranquilo y apacible, pero engañoso, ya que viven al margen de la realidad, se han retirado a un refugio interior que las aisla del resto del mundo, pero esa misma apacibilidad es la que les hace difícil salir de ese estado. Tan sólo acontecimientos exteriores drásticos les hará despertar de su letargo, y enfrentarse a sus temores, para a continuación, incorporarse de nuevo al río de la vida. Se trata de una novelita breve que nos envuelve en su apacible atmósfera y en sus personajes perfectamente dibujados. Los títulos de cada uno de los relatos son ya de por sí evocadores: Sueño profundo, La noche y los viajeros de la noche y Una experiencia.
martes, 25 de agosto de 2009
Antichrist de Lars Von Trier
Antes de nada tengo que reconocer mi debilidad por Lars Von Trier, sé que hay mucha gente que no le soporta, e incluso considera que sus películas son absurdas e insufribles. No es mi caso. Adoro a Lars Von Trier, es de hecho uno de mis directores vivos favoritos. Siempre he sido una estusiasta seguidora del movimiento Dogma -al que mucha gente critica también-, pero es que incluso cuando Von Trier se desligó de él, he seguido siendo fiel a todas y cada una de sus ocurrencias fílmicas. La última, Antichrist es una película de una dureza sin límites, como he leído por ahí, no es un film que se pueda recomendar a cualquiera, de hecho, no me atrevo a recomendárselo a nadie. Y no porque no me haya gustado, es más, me ha encantado, ha sobrepasado con creces las expectativas que tenía sobre ella, pero no es una película fácil. La trama se sigue sin dificultad, una pareja atraviesa una profunda crisis tras la muerte de su hijo pequeño. Willem Dafoe -un actor sobresaliente en todos y cada uno de sus trabajos- es el marido psiquiatra que trata de sacar de su honda depresión a su mujer, Charlotte Gainsburg- quien ganó el premio a la mejor actriz en Cannes por su brillantísima actuación en Antichrist-, para ello se van a Edén, una cabaña apartada de todo en medio del bosque. El ritmo de la película es sobrecogedor y no aburre al espectador en ningún momento, al contrario, atrapa en la butaca en donde no sabes cómo refugiarte. Von Trier sufrió él mismo una profunda depresión, y nos hace partícipes de ella. No sólo nos transmite las sensaciones de angustia, ansiedad, depresión, desasosiego y terror, sino que estas nos invaden sin remedio, al final de la película sientes cómo tu estado anímico ha cambiado sin poder evitarlo. La película ha conseguido meternos en otra dimensión, y a través de las imágenes descarnadas pero también gracias a los efectos sonoros, nos ha sometido a una intensa bajada a los infiernos. Se ha hablado mucho de el abuso de sexo -nunca tanto como en Los idiotas donde había una auténtica escena de pornografía - y especialmente de violencia rozando lo gore. Es posible, pero en ningún caso es gratuita, necesitamos de esa violencia para poder comprender el infierno en el que se hayan inmersos los personajes. Al salir del cine, todo ese desasosiego podemos ir quitándonoslo de encima, y analizar en cada caso qué es lo que nos angustia y combatirlo, esa es la magia de este film. Aparte quedan las controvertidas interpretaciones del mal que reside en la naturaleza humana, y especialmente en la femenina. Lo bueno de las películas de Lars Von Trier es que están totalmente abiertas a cualquier tipo de interpretación, por eso, Antichrist nunca será igual para un espectador que para otro, depende de su estado anímico previo, de sus experiencias... Con todo, y pese a la extrema violencia y escenas desagradables, es esta la película visualmente más hermosa del director. Especialmente en su inicio y final, consigue escenas de una belleza sorprendentes.
lunes, 24 de agosto de 2009
Un grito de amor desde el centro del mundo
Un grito de amor desde el centro del mundo de Kyoichi Katayama engancha desde la primera página. La historia, tan simple, como el enamoramiento de dos adolescentes en Japón. Lo que engancha de la novela, es que esta historia podría tener lugar en cualquier lugar del mundo, podría pasarnos a cualquiera de nosotros, va más allá de las fronteras culturales, físicas o temporales. De hecho, en este momento, miles de Aki y Sakutarô están viviendo en todo el mundo su primera historia de amor. El primer amor es siempre inmortal, el más grande e importante de nuestras vidas, el que nunca olvidaremos, y el que esperamos que dure para siempre. También es el más inseguro, el que más miedos suscita, es el primero en todos los sentidos. La historia va más allá de una simple novela de amor, Aki enferma de leucemia y acaba muriendo, y Sakutarô tiene que asumir con tan sólo 16 años que nunca volverá a vivir un amor tan intenso, que nunca volverá a estar al lado de la mujer de su vida. El proceso por el que el protagonista se plantea el sentido de la vida y de la muerte, y cómo va aceptando la inevitabilidad de ésta última, son de una tristeza infinita, pero a la vez un canto a la esperanza y un grito de amor a la vida y al propio amor.
miércoles, 19 de agosto de 2009
Enemigos públicos: Dando caza a John Dillinger, enemigo público número 1
Michael Mann, Johnny Depp y Christian Bale juntos en una película, Enemigos públicos, ¿qué puede salir de todo esto más que un excelente film? Pues así es, confieso que tanto Depp como Bale son dos de mis actores favoritos, han sabido crear un equilibrio perfecto -especialmente Bale- entre cine comercial y grandes interpretaciones sin caer en proyectos ridículos sólo por dinero o por el afán de fama rápida, ellos no lo necesitan, son dos grandísimos actores, y no dejan de demostrarlo. El hecho de que en la película se hable de John Dillinger el enemigo público número 1, un ladrón de bancos aclamado por las masas angustiadas por la crisis económica tras el crack del 29, al que la policía no consigue atrapar, sólo hace que acrecentar el interés del mismo. Mann utiliza en esta película una forma de rodar hiperrealista, que nos mete de lleno en la acción, además, cada una de las escenas está perfectamente coreografiada, tanto en movimientos como en una música especialmente escogida para cada momento. Hay que destacar también el papel de Marion Cotillard- Edith Piaf en La vida en rosa- que da vida a la sufrida novia de Dillinger, juntos, logran momentos de lo más románticos y consiguen humanizar aun más si es posible a este antihéroe. La película tiene ritmo, es ágil, no deja ni un momento de sorprendernos, tiene acción, humor, drama, romance, no le falta nada para atraer a todo tipo de público. Eso sí, no es el biopic al uso en el que se cuenta desde la infancia desdichada del personaje hasta su trágico final, el film trata de ser lo más realista posible y meternos de lleno en él como si fuésemos un personaje más. A pesar de mi predilección por Christian Bale, soberbio en su papel de policía incansable luchador contra los enemigos públicos, en esta ocasión es Johnny Depp quien nos vuelve a sorprender con su maestría y su amplio bagaje de registros. Con él nos acercamos a Dilinger, le entendemos, nos hacemos sus amigos, sus cómplices, nos enamoramos de él, pero también vemos sus debilidades, su ego desmedido, sus errores, su humanidad, en definitiva.
El puente de San Luis Rey de Thornton Wilder
A veces llegamos por azar a una novela, sin saber por qué, leemos su título, y sin saber nada del autor ni del argumento de la misma, nos adentramos en sus páginas. Es lo que me ha sucedido con El puente de San Luis Rey de Thornton Wilder, de la que vagamente sabía que hay una película, y cuyo autor era un auténtico desconocido para mi. Ahora veo que Thornton Wilder no es en absoluto un desconocido, sino que fue un prolífico novelista y dramaturgo estadounidense, que obtuvo el Pulitzer de narrativa en 1928 por esta misma novela, y el de teatro en 1938 por Nuestra ciudad y en 1943 por La piel de nuestros dientes. Además, su obra La casamentera sirvió como base para el musical Hello, Dolly! y participó como guionista en La sombra de una duda de Alfred Hitchcock. Sin duda se trataba de una gran laguna que había que subsanar. El puente de San Luis Rey nos habla de cinco personajes que viven en el Perú del siglo XVIII y cuyo único vínculo aparente es que mueren todos al romperse un antiguo puente sobre un precipicio y caer al vacío. Poco a poco vamos conociendo sus vidas y cómo sin saberlo, sus vidas de entrecruzaron en más de una ocasión. Lo más destacable de esta novelita de poco más de cien páginas es, además de su ritmo ágil que nos atrapa desde las primeras palabras, cómo se hace una reflexión sobre la vida, el azar, y las consecuencias que tiene hasta el más nimio de nuestros actos. La obra nos invita a reflexionar sobre nuestra propia existencia y a valorar qué es realmente lo importante de la misma. La frase con la que se cierra la obra -y con la que no desvelo nada de su argumento- me parece abrumadoramente certera: "Hay una tierra de los vivos y una tierra de los muertos, y el puente que las une es el amor, lo único que sobrevive, lo único que tiene sentido".
lunes, 17 de agosto de 2009
Roma: También hay rock en italiano
Por fin de vuelta a Madrid tras pasar quince días de vacaciones en Roma, un viaje increíble que recomiendo a todo el mundo a una de las ciudades más bellas e impresionantes del mundo, aunque como todo, con sus miserias: servicios públicos nefastos, mendicidad, dejadez y berlusconianismo extremo. Dejando esto aparte, me gustaría comenzar a hablar cómo no de la música que me he encontrado en Italia. Siempre lo digo, y es que la música para mí es parte fundamental en mi vida, por eso, no he podido evitar abrir las orejas a ver qué se oía por esa parte del mundo. Cuando viajas te das cuenta que ese rollo que nos venden de la globalización no es tal, si no ¿por qué sólo nos llegan ciertas cosas musicalmente hablando, principalmente británicas y norteamericanas? De Italia apenas tenemos conocimiento de su música, aparte de Eros Ramazzottis, Lauras Pausinis y demás. Es cierto, allí casi todo es canción melódica, pero hay mucho más, mucho más que los intereses de las discográficas no quieren que conozcamos.
Durante estos días en Roma he tenido la oportunidad de conocer a un grupo increíble llamado Negrita, aquí ni nos suena, pero allí se escucha a todas horas en MTV y por doquier. Son un grupo de una gran calidad, que llevan tocando juntos desde los noventa. Yo me he hecho con su último disco HellDorado, grabado en Buenos Aires, donde se nota una gran evolución de álbumes anteriores, y en el que fusionan el rock de siempre con ritmos latinos. Tengo que destacar Gioia Infinita, que suena a todas horas en Italia, una canción increíble. ¡No sólo la canción melódica suena bien en italiano, también el rock! Negrita tiene su propio estilo, aunque en ciertos momentos pueden recordarme a bandas españolas como Elefantes, Le Punk o Bunbury, sobre todo por el rollo canalla que tiene su cantante, Pau Bruni. De verdad, quien no los conozca que se ponga a ello, porque de verdad valen la pena.
Otro disco con el que me he hecho es un recopilatorio de Litfiba, un grupo nacido en los 80, y que por casualidades de la vida, conocí hace 14 años cuando veraneaba en Lloret de Mar. Entonces estaban muy de moda Héroes de Silencio, y a Litfiba los etiquetaron -por lo menos en España- como los Héroes italianos. Por lo que sea, en un bar de Lloret los ponían a todas horas, y en un arranque de nostalgia me he hecho con un disco, que llevaba años buscando en España y que no encontraba en ningún sitio. Allí sin embargo, los tenían entre los grandes éxitos, hay que ver qué diferente se ve todo. Su sonido es bastante ochentero, y recuerda en ocasiones a los Héroes sí, aunque también tienen influencias de otros grupos de los 80 como The Cure, Cult... El grupo ha evolucionado bastante con el paso del tiempo, incluso ha cambiado la formación, pero repito, en un país donde el rock es una excepción y no una norma, Litfiba abrió el camino a muchas otras formaciones, y aún hoy en día son considerados por muchos los padres de la música rock moderna de este país.
Y para terminar, un grupo que no he comprado, porque quizá ya no conecten mucho con mi gusto musical actual, pero del que me parece interesante hablar, sobre todo por el impresionante fenómeno fan que han provocado en su país son Dari. Si hay algo que me ha llamado la atención es la gran cantidad de adolescentes emos que hay en Roma- una de las cunas de la moda-, con pelos fucsia o morado, y ropa de lo más extravagante, quizá como una reacción a la norma impuesta. Estos adolescentes son los que han encumbrado a Dari, un grupo que huye de cualquier convencionalismo con una estética entre lo emo y lo punk, y una música a veces divertida e insustancial, pero con una base que, creo que con el tiempo, les puede llevar a hacer canciones interesantes, sino, escuchad el dúo con Max Pezzali Non Pensavo, una canción realmente preciosa. Se mueven entre los ritmos electrónicos de Depeche Mode y los nuevos grupo emo como Tokio Hotel o post punk del tipo Green Day, aunque con un rollo más adolescente y divertido.
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