viernes, 26 de marzo de 2010
Barceló en Caixaforum y El arte del Poder en el Prado
Como se acerca la Semana Santa y con ello mi precipitado viaje a Viena de último momento y tengo que organizarlo todo, voy a escribir un post conjunto de las dos últimas exposiciones que he podido ver.No tienen nada que ver en temática, aunque por buscarle alguna relación, podríamos decir que su proximidad geográfica hace que puedan visitarse en el mismo día y en pocas horas.De un lado tenemos la muestra que Caixaforum dedica al genial Miquel Barceló, un artista al que conocía superficialmente y que me ha maravillado por lo cuidado de sus obras, por sus temáticas tan diversas e innovadoras, y porque estoy convencida de que el el mejor artista vivo de nuestros días. La muestra puede verse hasta el 13 de junio y reune los últimos 25 años de trayectoria de Barceló, una auténtica maravilla y la oportunidad de vivir una experiencia única a través de las sensaciones que su obra nos producen: pasando del desasosiego a la calma, del terror a la beatitud.
Por su parte, el Museo del Prado brinda la oportunidad de ver hasta el 23 de mayo la muestra El arte del poder, un interesante recorrido en el que por primera vez pueden verse juntas las armaduras de la Real Armería, junto a su reproducción en diversos cuadros, en su mayoría de los distintos miembros de la familia real que gobernaron España. Son treinta y cinco pinturas entre las que podemos encontrar obras de Tiziano o Rubens, entre otros.
miércoles, 24 de marzo de 2010
El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas, Murakami sigue sin enganchar
No entiendo muy bien qué me sucede con Haruki Murakami, pero creo que se ha establecido entre nosotros una relación de amor-odio que soy incapaz de comprender. La primera novela que leí de este autor de bestsellers japonés fue Tokio Blues, una novela que me decepcionó bastante y que no me enganchó nada. A pesar de ello decidí darle una segunda oportunidad, me parecía mal desechar a un escritor sólo por una novela, y me lancé a El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas. Y si bien he de decir que este libro me ha gustado mucho más que el anterior, me temo que Murakami va a seguir sin ser para mi un autor de cabecera. Reconozco la gran imaginación de Murakami y lo maravilloso de los mundos que crea, además, la novela engancha muchísimo en un principio, pero poco a poco va decayendo, y lo único que deseas es que termine cuanto antes para conocer el desenlace y leer otra cosa. Aunque la idea sea original, para mi gusto a Murakami le falta ese algo indefinido que hace que algunos libros nos emocionen y enganchen, que conectemos en seguida con sus personajes. En esta novela sin embargo, la sobreabundancia de información del principio que consigue captar nuestra atención, acaba convirtiéndose en tediosa, los personajes son tan planos que no conseguimos empatizar con ellos, y la historia acaba enredándose tanto en sí misma, que parece que el autor, llegado a un punto ya no sabe cómo encauzarla. En esta novela nos cuentan dos historias paralelas: una transcurre en el fin del mundo, una misteriosa ciudad amurallada, donde los unicornios mueren al llegar el invierno, y donde para entrar, hay que deshacerse de la propia sombra y perder así todo recuerdo de lo que uno fue; el otro mundo es el despiadado país de las maravillas, donde un informático se ve envuelto en los enfrentamientos entre dos organizaciones por hacerse con el control de la información. Leyendo esta novela he establecido un paralelismo, Murakami podría ser el Paul Auster japonés, un autor correcto con gran imaginación y agradable de leer, pero que no deja de ser un fabricante de bestsellers, sus novelas, una vez terminadas no dejan ningún poso en nosotros. Para los que no estén muy metidos en la literatura japonesa recomiendo tres libros realmente fundamentales, y éstos sí, que dejan un poso profundo y difícil de olvidar en el lector: Botchan de Natsumo Soseki, El rumor de la montaña de Yanusami Kawabata y El pabellón dorado de Yukio Mishima. Feliz lectura!
martes, 23 de marzo de 2010
Brothers de Jim Sheridan
Tras el bombardeo publicitario al que hemos sido sometidos tanto con Avatar como con En tierra hostil, parece que empieza a haber algunos estrenos a los que podemos prestar atención sin que la avalancha publicitaria nos abrume. Brothers (Hermanos), dirigida por Jim Sheridan (En el nombre del padre, En América) y protagonizada por Natalie Portman, Jake Gyllenhaal y un Tobey Maguire en auténtico estado de gracia, tanto que ha sido nominado a los Globos de Oro como mejor actor dramático, es una pequeña película que no va a quedar en los anales de la historia del cine, pero que cumple su misión: entretiene y emociona a partes iguales. Cuenta la historia de dos hermanos, Sam, un militar con esposa y dos hijas que tiene que partir a Afganistán, y Tommy, el hermano que siempre ha vivido al límite y que acaba de salir de la cárcel. Entre los tres personajes se creará un triángulo, no sólo amoroso, a través del cual, aflorarán muchos sentimientos e ideas reprimidas durante años. Se trata de un auténtico dramón, que sin embargo, gracias al tono sobrio y contenido del que ha sabido dotarle Sheridan, no resulta falso o exagerado en ningún momento. Sólo pueden achacársele dos fallos: el patriotismo desmesurado norteamericano al que ya estamos más que acostumbrados, pero que en el irlandés Jim Sheridan sorprende; y por otro lado el trailer de la película, aviso, ¡que nadie vea el trailer! Yo lo hice, y resulta que destripa al completo el argumento de la película, desde el primer fotograma hasta el desenlace, algo que parece que se está convirtiendo en una constante en el cine: los trailers, o no cuentan nada y ni sabes qué vas a ver, o resumen en unos minutos la película entera, por lo que ésta pierde toda emoción.
lunes, 22 de marzo de 2010
Calígula: recordando a Albert Camus en el 50 aniversario de su muerte
Este año se cumple el 50 aniversario de la trágica muerte del genial escritor Albert Camus en un accidente de coche. Qué mejor ocasión para dar un repaso a su obra dramática, quizá menos conocida que sus famosas novelas El extranjero o La peste. Hasta el 11 de abril puede verse en el Teatro Fernán Gómez de Madrid una de sus obras teatrales más representadas, Calígula, de la mano de la compañía L'Om Imprebís y bajo la dirección de Santiago Sánchez. Calígula recoge, a través de la figura del emperador romano, algunas de las constantes en la obra de Camus: la dureza de convertirse en adulto, las consecuencias del poder, la existencia o no de la libertad del individuo... todo ello, teñido con su habitual halo de existencialismo. La puesta en escena es soberbia, la escenografía aunque sencilla resulta impactante y el vestuario atemporal se adapta a la perfección a lo que pudiera ser la de la época. Hay que destacar por encima de todo el trabajo de los actores, creíbles en todo momento. Además, a pesar de la fidelidad a la obra de Camus, la compañía introduce elementos que nos retrotraen al antiguo teatro latino: percusión, música en directo, danza, declamación de poemas, máscaras... volviendo al concepto clásico de teatro como un todo en el que caben toda clase de disciplinas artísticas.
martes, 16 de marzo de 2010
La crisis da un respiro a la música en vivo
Parecía que la temporada de conciertos estaba de capa caída, y que la crisis había conseguido matar una de mis grandes pasiones: la música en directo; pero no, parece que la cosa va remontando, y en un ataque de locura me he hecho con varias entradas. Éstos son algunos de los grandes conciertos que nos esperan (obviamente no podré ir a todos, estoy loca pero no tanto). he seleccionado los que, según mi criterio son los más interesantes de la temporada:
- Burning en la sala Heineken el 19 de marzo: uno de esos grupos por los que no parece pasar el tiempo, pude verles hace un par de años en los Veranos de la Villa, y valen realmente la pena. Son divertidos y de esos pocos grupos que aún quedan de la vieja escuela rockera española.
- Sonic Youth el 18 de abril en la sala Razzmatazz (Barcelona) y el 19 en La Riviera (Madrid): parece mentira, pero éste grupo indie se ha convertido ya en un clásico que puede merecer la pena ver en directo.
- Iggy and the Stooges el 30 de abril en La Riviera: una oportunidad inmejorable para ver a este grande de la música, la única pega, el precio, cercano a los 70 euros. ¡Iggy, que estamos en crisis!
- Negrita en la Sala Heineken el 3 de junio: conocí a este grupo de rock italiano durante mis vacaciones de verano en Roma y aluciné, tanto que compramos el disco, pensando que jamás tendríamos la oportunidad de escucharles en directo o volver a hacernos con otro disco. La gran sorpresa, ver que se acercarán a España. Quien no los haya escuchado aún, que preste atención a una gran banda, con un sonido diferente y original. Merecen de verdad la pena, yo no voy a perderme la cita en la Heineken. Estarán también en la sala Wah-Wah (Valencia) el 3 de junio y el 4 en la Bikini (Barcelona). Repito, atentos a este grupo, es una auténtica joya.
- Repetimos el 16 de junio con Muse en el Calderón, aunque ya pude verles el pasado noviembre en el Palacio de Deportes, Muse son un gran grupo de esos que puedes ver una y otra vez sin cansarte. Además, el hecho de que su último clip muestre imágenes de dicho concierto en Madrid, les hace merecedores de un lleno total en el Calderón.
De momento ésto es lo que hay, sin contar los festivales de verano, que también vienen bien cargados de buenos grupos: el BBKLive en Bilbao con Pearl Jam (¡por fin podré verles en directo!) o Alice in Chains; el FIB con unos buenísimos Kasabian o el más flojo de todos Rock in Rio Madrid, cuyo único concierto potable hasta el momento será el de Metallica. Sólo cabe que la oferta de conciertos siga creciendo en cantidad y calidad.
lunes, 15 de marzo de 2010
Maestro Delibes, estés donde estés, te admiramos, te añoramos
Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así. Daniel, el Mochuelo, desde el fondo de sus once años, lamentaba el curso de los acontecimientos, aunque lo acatara como una realidad inevitable y fatal. Después de todo, que su padre aspirara a hacer de él algo más que un quesero era un hecho que honraba a su padre. Pero por lo que a él afectaba...
(En Camino)
sábado, 13 de marzo de 2010
84 Charing Cross Road de Helene Hanff
84 Charing Cross Road de Helene Hanff es una de las obras más curiosas con las que me he topado. La escritora, que vivía en Nueva York, descubrió durante los años posteriores a la II Guerra Mundial un anuncio de una librería londinense -situada en el número 84 de Charing Cross Road- donde vendían ediciones rarísimas de libros de segunda mano a un precio módico. Decidió ponerse en contacto con ellos, y de este modo, comenzó una activa correspondencia con uno de los libreros, Frank Doel, y otros miembros de la librería, así como con la mujer de Frank, Nora. Lo que empieza como una correspondencia puramente formal para pedir libros por encargo, va fluyendo lentamente y de manera natural hasta desembocar en una profunda amistad y admiración mutua entre dos personas que aman los libros y la literatura más que a cualquier otra cosa del mundo. La situación de Londres, todavía con racionamiento y con las devastadoras consecuencias de la guerra muy presentes, se hace palpable a través de los obsequios -en forma de alimentos y medias para las mujeres- que Helene hace a sus amigos del otro lado del Atlántico. Y en medio de todo ello, una inmensa melancolía, por la promesa de ese viaje que la escritora siempre tiene previsto hacer a Londres, y siempre pospuesto por las circunstancias de la vida. Parece increíble que algo así pueda ser real, pero lo es. Años después, una editorial decidió publicar tal y como estaba esta singular correspondencia, con un éxito sin precedentes que desembocó en una obra de teatro y en una popular película protagonizada por Anthony Hopkins y Anne Bancroft. Una obra singular, pero imprescindible.
viernes, 12 de marzo de 2010
Una pequeña joya: El frío modifica la trayectoria de los peces de Pierre Szalowski
Siempre digo que no hay nada que me produzca más placer y alegría en esta vida que encontrarme de repente, así por las buenas y sin esperarlo, con una pequeña sorpresa literaria. A veces son grandes obras maestras de la literatura, otras simplemente pequeñas joyas, pero al pasar la última página y cerrar el libro, me invade una alegría tonta y sencilla, como si hubiese encontrado un tesoro o un secreto que sólo me pertenece a mí. En esta ocasión ha sido una pequeña joya, una novela simple y breve, pero de una sinceridad y autenticidad impresionantes. El frío modifica la trayectoria de los peces, primera novela del canadiense Pierre Szalowski, cuenta la historia de un niño que, abrumado por la separación de sus padres pide desesperado al cielo que lo impida. La respuesta viene en forma de una de las tormentas de hielo más espectaculares que haya vivido nunca Quebec, sin embargo, ésta, en vez de incomunicar a los vecinos del edificio donde vive el niño, les une, y les hace comprender la importancia de valores tan básicos como la amistad, la esperanza, los sueños o el amor. La historia está narrada con un estilo sencillo pero conmovedor, lo mejor de todo son sus protagonistas, y cómo Szalowski consigue meterse en la mente de un niño de una manera realista, sin recurrir a esos falsos retratos que se suelen hacer de ellos. Entre estos protagonistas encontramos personajes tan variopintos como una bailarina de striptease que nunca ha conocido el amor, un científico ruso que vive ensimismado en sus investigaciones sobre la trayectoria de los peces, un padre alcohólico y su hijo en permanente lucha con el mundo, una pareja de homosexuales que no se atreven a proclamar al mundo lo que son, y unos padres desencantados con la vida y el amor. Pocas veces he disfrutado tanto con un libro, que no intenta vendernos ningún mensaje, solamente hablarnos de cómo es la vida, sencilla y llena de ternura, siempre que uno quiera que sea así.
miércoles, 10 de marzo de 2010
Henri Suhamy retrata a Enrique VIII
A raíz de mi vicio insano con la serie Los Tudor, y a la espera de que estrenen en abril la cuarta y última temporada, he decidido ahondar en la figura de Enrique VIII, y tapar así mis muchas lagunas en temas históricos, como digo siempre, ando un poco pez en historia. Para ello, nada mejor que la biografía Enrique VIII de Henri Suhamy, una obra no demasiado extensa y concisa, que va al grano del asunto en cada momento, aunque contextualizando la realidad social, religiosa, política y cultural de cada etapa de la vida de este rey. Suhamy es profesor de la universidad París X, y se nota su estilo pedagógico, aunque sin querer dar lecciones ni juzgar a un monarca del que es difícil no emitir una opinión personal. Aunque el libro no está en absoluto novelado, y se presentan los hechos en ocasiones de una manera un tanto árida, la concisión de los mismos, y su desglose en capítulos bien estructurados, hacen que su lectura sea más ágil de lo que cabría esperar de un libro de estas características. Además, la obra nos contextualiza el inicio de la dinastía de los Tudor, aportando genealogías de cada uno de los personajes principales para no perdernos en los intrincados vericuetos de matrimonios, en muchas ocasiones, entre familiares, y ofrece al final una breve recopilación de los últimos Tudor, los hijos de Enrique VIII: Eduardo, María e Isabel, con los que murió la dinastía.
martes, 9 de marzo de 2010
El Thyssen y la Fundación Caja Madrid nos traen al más abstracto Monet
El Museo Thyssen-Bornemisza y la Fundación Caja Madrid vuelven a brindarnos la oportunidad de ver una gran exposición dividida en los dos edificios que poseen cada una de sus sedes. En esta ocasión nos acercan la obra del gran pintor impresionista Monet como referente de los movimientos abstractos que vinieron después, y de hecho, después de ver "Monet y la abstracción", se puede asegurar que Monet fue un auténtico precursor y un pionero en la abstracción. Cuando pensamos en el pintor francés casi siempre nos vienen a la memoria sus famosos nenúfares -que también están presentes en la exposición- o sus pinturas al aire libre de colores pastel y amplias pinceladas, sin embargo, es su obra abstracta la que más nos llama la atención. Primero, porque parece increíble que anticipara éste movimiento, y segundo, porque viendo sus cuadros junto a los de autores contemporáneos, vemos que los suyos son aún más modernos y arriesgados. Monet fue totalmente ninguneado durante el movimiento de las vanguardias, sin embargo, a partir de los años 50, los expresionistas abstractos norteamericanos y los informalistas europeos lo reivindicaron y encumbraron como padre de la modernidad.
En el sentido de las agujas del reloj: Puente japonés 1918-1924), Sauce llorón (1918,1919), Marina El Havre (1866) y Puesta de sol en Étretat (1883), todas de Claude Monet
En el Thyssen-Bornemisza podemos encontrar además de las obras del maestro Monet, otras de Gerhard Richter, Hans Hoffmann, Mark Rothko, Adolf Gottlieb, Helen Frankenthaler y Jackson Pollock, entre otros. En la Fundación Caja Madrid podemos disfrutar de las obras que el pintor realizó en el jardín de Giverny, diseñado por él mismo, y que se convirtió en lugar posterior de peregrinaje de muchos artistas que quisieron plasmar también en sus obras esos maravillosos jardines como Ellsworth Kelly, Sam Francis o Zao Wou-Ki. Además, diversas fotografías y un vídeo nos muestran a Monet trabajando en su jardín.Fragmentos de: André Masson, La primavera se acerca (1957); Gerhard Richter, Pintura abstracta, lago (1997); Sam Francis, Pintura (1957); Gerhard Richter, Paisaje Marino (nublado) (1969); Jackson Pollock, Número 9 (1949); Adolph Gotlieb, Consecuencias (1959); Mark Rothko, Negro, rojo y negro (1968); Helen Frankenthaler, Lorelei (1957).
lunes, 8 de marzo de 2010
Ubú rey de Alfred Jarry, una reflexión sobre el abuso de poder
El Círculo de Bellas Artes de Madrid pone en marcha estos días una iniciativa de lo más interesante: la XV Muestra de Teatro de las Autonomías, que empezó el pasado 25 de febrero y que aún se puede disfrutar hasta el 22 de marzo. Cada día podemos ver a una compañía de teatro de distintos puntos de España presentando obras tanto clásicas como modernas. Lo mejor de todo, que es asequible para el público en general, pues podemos encontrar localidades desde los 7 a los 15 euros. En la página web del Círculo de Bellas Artes podemos encontrar más información de las obras que aún pueden verse. Yo pude ver este sábado Ubú Rey, una obra de Alfred Jarry, llevada a los escenarios por la compañía balear Iguana Teatro. Ubú Rey nació de un grupo de adolescentes como crítica a un profesor tirano, para ello, representaron una especie de parodia de Macbeth de Shakespeare. Uno de esos adolescentes era Alfred Jarry, quien años después, a finales del siglo XIX, reescribió la obra convirtiéndola en un clásico universal. La obra cuenta cómo Ubú, instigado por su ambiciosa mujer, derroca al rey de Polonia para llegar él al trono e instaurar una dura tiranía. La obra, pese a haber sido escrita en el siglo XIX es de una asombrosa actualidad y nos hace plantearnos si realmente somos tan libres y hemos logrado tantos avances con la democracia como nos quieren hacer creer. Ubú y su mujer son dos déspotas, pero también son estúpidos e ignorantes, sus medidas políticas se limitan a subir continuamente los impuestos y a colocar como un ministro a un retrasado mental y recién salido de una institución para enfermos mentales. Los abusos de los poderosos sobre la gente a la que gobiernan, las guerras absurdas y fraticidas, la ambición desmedida, son sólo algunos de los temas que trata esta obra, que puede tener múltiples lecturas. Y envolviendo todo eso, un humor negro y visceral, con el que el espectador no puede para de reír.
jueves, 4 de marzo de 2010
Fimin entretetiene, pero no es la gran novela que nos han prometido
Nunca me puedo resistir a los fenómenos editoriales, siempre pienso que si a tanta gente le ha gustado será por algo, y al final, en la mayoría de los casos, me llevo grandes desilusiones, quizá por mi culpa, porque tener demasiadas expectativas sobre un libro antes de leerlo nunca es bueno. Es lo que me ha pasado con Firmin de Sam Savage, uno de los grandes fenómenos editoriales de los últimos años, el primer libro que el autor cuando tenía más de 60 años,. Publicada por una pequeña editorial, ha logrado su gran éxito gracias al boca a boca de los lectores,y ha obtenido numerosos premios. Firmin cuenta la historia de una rata nacida en una librería de Boston que aprende a leer, pero su gran cultura le hace sentirse alejado de sus semejantes, y aunque intenta trabar amistad con los humanos, para ellos no deja de ser una "asquerosa" rata. A todo ello hay que sumarle la inminente demolición de la plaza Scollay, donde se encuentra la librería y hogar de Firmin. La novela no está mal, es entretenida, con sus altibajos, aunque con un potente final, sin embargo, no puedo evitar pensar que se ha sobrevalorado esta obra. Firmin tiene un arranque prometedor aunque algo pretencioso, en la primera parte del libro las citas a libros y autores clásicos es casi continua, algo que algunos han dado en llamar el "amor a la lectura" que desprende la obra, y que resulta bastante pesado y pedante. La mejor parte de la novela empieza hacia el final de la misma, cuando Firmin es recogido por un escritor medio hippy y vagabundo que la trata como si fuese una mascota. Las descripciones de las novelas que supuestamente ha escrito son insuperables, de una imaginación desbordante. Además, la destrucción de la plaza Scollay de Boston, un lugar marginal de la ciudad, fue un hecho real, recreado en esta novela con gran sensibilidad y que nos recuerda cuántos lugares emblemáticos se han destruido en muchas ciudades en aras del supuesto progreso.
miércoles, 3 de marzo de 2010
¡Pero qué buena es Celda 211!
No me lo podía creer, mucha gente venía diciéndome que Celda 211 era una gran película y que tenía que verla, pero dobre mí pesaban dos grandes prejuicios: no me interesaba nada el tema de la cárcel, y el cine español en general no me atrae nada. Sin embargo, de vez en cuando, entre las tinieblas de nuestro aburrido e insistancial cine español, surge sin saber muy bien cómo una joya de este calibre. Celda 211 cuenta la historia de un funcionario de prisiones (Alberto Ammann), en su primer día de trabajo se produce un motín en la cárcel, por un absurdo accidente ha quedado confinado en la celda 211, por lo que ahora tendrá que hacerse pasar por un preso más para poder sobrevivir. La trama es interesante y engancha desde el primer minuto, la acción es imparable, lo de la cárcel es lo de menos, se trata de un thriller con todos los ingredientes necesarios que mantiene en vilo hasta el trágico final. Pero sobre todo, lo que hay que resaltar es el magnífico trabajo de los actores, simplemente sobresaliente. Luis Tosar ya era para mí uno de los grandísimos del cine de nuestro país, pero en esta película, en el papel del sanguinario y desquiciado preso Malamadre, está que se sale. Merece mención Alberto Ammann, Goya al actor revelación, un protagonista creíble tanto en los momentos de acción en la cárcel como en los románticos con Marta Etura, que aunque con un papel breve, está a la altura como siempre. El resto del reparto lo compone un Antonio Resines que consigue hacerse odiar, Carlos Bardem, quizá lo más flojo del film, interpretando a un colombiano poco creíble, Vicente Romero, Manuel Morón o Fernando Soto. Pero yo me quedo con el increíble trabajo de Luis Zahera, un actor increíble que hace el papel de Releches, quizá uno de los presos más chungos de la cárcel. Cuentan en Facebook, en la página de la película: "El primer día que Luís Zahera hizo su aparición en la galería de la prisión real donde rodábamos, rodeados de una figuración en bastantes casos compuesta por presos de tercer grado o antiguos “clientes” de la propia cárcel de Zamora, fueron muchos de ellos los que vinieron a preguntarme de dónde había sacado a semejante individuo. A ninguno se le ocurrió siquiera sospechar que no era un colgado, que aquel tipo vestido con atuendo imposible, que arrastraba pies, cerebro y palabras con dientes podridos y entre buches de saliva era un –portentoso– actor". Y es que su papel consigue robar planos al mismísimo Luis Tosar.
martes, 2 de marzo de 2010
Bunbury aburre con Las consecuencias
No pensaba hablar del nuevo álbum de Bunbury, Las consecuencias, pero mi amigo Pedro me lo ha pedido en uno de los comentarios de este blog, así que ahí va. Siempre he sido seguidora al cien por cien de Bunbury y fanática de Héroes del Silencio, pero de un tiempo a esta parte ha conseguido con sus últimos trabajos desprestigiar toda una carrera plagada de éxitos y de grandes discos. El viaje a ninguna parte, aunque todavía conservaba parte del genio de Bunbury con grandes canciones, empezaba a flojear: demasiado largo y muchas canciones de relleno. Luego vino Helville DeLuxe, un disco totalmente prescindible, aunque la gira fuera impresionante (fui hasta a tres conciertos de esta gira). Sin embargo, aún nos quedaba la esperanza de que su siguiente trabajo remontase un tanto lo hecho anteriormente. El susto llegó con la versión de Jeanette Frente a frente, una canción que no pegaba nada con su trayectoria musical y que no aportaba mucho. Lo peor de todo es que una vez escuchado el disco entero, Frente a frente es la mejor canción del mismo, así que ya podéis imaginaros cómo es el resto. Bunbury ha calificado a su nuevo disco de oscuro y de guitarras, Nacho Vegas dice que es el disco que estaba esperando escuchar de Bunbury, y ambos se refieren continuamente a Bob Dylan. Bien, yo lo describiría con una única palabra: aburrido. Bunbury parece haber perdido la chispa, ese algo que tenía y que lo hacía especial, algo que suele pasarle a muchos artistas cuando llevan demasiado tiempo en esto de la música, y Bunbury lleva ya mucho tiempo, de hecho, podría dejarlo cuando quisiera con la cabeza bien alta, pues ha creado un buen puñado de buenas canciones y grandes álbumes. Las consecuencias carece de grandes hits y de canciones que emocionen o enganchen mínimamente, Bunbury se ha creído una especie de cantautor -una pobre imitación de Leonard Cohen en muchos casos-, y guitarra en mano se ha dedicado a torturarnos desde la primera a la última canción del disco. Dicho lo dicho, sigo pensando que Bunbury es uno de los mejores músicos de éste país, y en cuanto venga por España de gira iré a todos los conciertos que pueda. Pero éste, Bunbury, éste disco sí que no te lo compro, por mucho que te cabrees y despotriques contra las descargas y te pongas del lado de la SGAE.
lunes, 1 de marzo de 2010
La Ratonera, una obra de crímenes y suspense para pasar un buen rato
Hacía semanas que andaba detrás de unas entradas para la obra La Ratonera en el Teatro Reina Victoria de Madrid, misión casi imposible pues siempre colgaba el cartel de completo, pero por fin, el sábado pude hacerme con un par. ¿Valió la pena tanta espectación? Pues sí, la obra cumple con su propósito, es entretenida, las dos horas de duración pasan en un suspiro, y nos mantiene en vilo intentando averiguar quién es el asesino. La escenografía y vestuario son excelentes, y las actuaciones, aunque no se encuentran a la altura de lo que deberíamos esperar, tampoco son malas, correctas diría yo, con algún momento que desentona, pero por lo que llevo viendo, habitual en estas obras en las que se reune un reparto televisivo. La obra transcurre en una casa de huéspedes de la Inglaterra de los años 50 que acaba de abrir sus puertas, entre sus inquilinos hay un asesino, pero nadie puede salir o entrar de la vivienda, pues se encuentran incomunicados por una gran nevada. La labor de los inquilinos y de los espectadores será la de descubrir quién es el asesino antes de que sea demasiado tarde para todos. La obra está basada en una novela de la gran dama del suspense Agatha Christie, y es una de sus obras más representadas, tanto que en Londres lleva más de 50 años en cartel triunfando. Entre los actores, como ya he comentado, muchas caras conocidas que en mayor o menor medida hacen un buen trabajo: María Castro (Sin tetas no hay paraíso), Gorka Otxoa (Pagafantas), Paco Churruca (Amar en tiempos revueltos), Aroa Gimeno (Sin tetas no hay paraíso), Maribel Ripoll (Al salir de clase) o Leandro Rivera (Volver). Aparte del buen trabajo de los veteranos, me sorprendió enormemente Gorka Otxoa, que nos tiene acostumbrados a su faceta más cómica y gamberra en series como Vaya semanita o Cuestión de sexo, y que convence con su papel de inspector de policía.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)