domingo, 29 de noviembre de 2009

Muse arrasan con un espectacular concierto en el Palacio de Deportes


Sé que más de uno me va a odiar, pero el sábado en el Palacio de Deportes de Madrid pude comprobar cómo Muse han pasado de ser la gran esperanza rock de este siglo, a un grupo extremadamente sobrevalorado. No tengo muy claro si el sábado acudí a un espectáculo alienante de masas o a un concierto de un grupo de rock. Sí, todo era perfecto, una música y especialmente un espectáculo rayando la más absoluta perfección, quizá demasiada. El espectáculo estaba preparado al milímetro sin dejar ni un momento a la improvisación, de hecho, Mathew Bellamy controlaba totalmente sus solos de guitarra, duraban unos escasos minutos y en seguida cortaba cuando pensaba que iba a empezar a aburrir a los oídos más impacientes. La voz de Bellamy era demasiado perfecta, cuando si se ha visto u oído cualquier actuación de Muse en directo, se sabe que su voz no es especialmente su fuerte, no podría jurarlo, pero yo diría que o iba con muchísimos efectos de voz o que estaba grabada, lo que sí está claro es que llevaban muchísima música grabada. El espectáculo fue inmejorable, pero este ahogaba a la música, el concepto que intentaban transmitir de una sociedad alienante al estilo de 1984 de George Orwell, en ocasiones se tornaba en su contra. Con tanta luz, imágenes repetitivas, mensajes y letras de las canciones impresas, en ocasiones sentía que eran ellos los que intentaban alienarme a mí.
A pesar de todo ello, y tras la debacle de su último disco, hay que reconocer que Muse siguen siendo de lo mejor que tenemos hoy en día en el panorama musical. Su música emociona y su directo también, sin embargo, un poco menos de parafernalia, y un poco más de improvisación no les iría mal.

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