martes, 24 de noviembre de 2009
Mujercitas de Louisa May Alcott no es una novela sólo para chicas
Todo el mundo ha oído hablar alguna vez de Mujercitas de Louisa May Alcott, pero como sucede con muchos clásicos de la literatura, son más los que la conocen de oídas que los que han leído la novela original. Gran parte del desprestigio que sufre la obra ha sido culpa de las múltiples versiones infantiles y edulcoradas que se han hecho de ella, y de las adaptaciones cinematográficas más o menos bien intencionadas, pero que siempre se han detenido en el lado más ñoño de la historia. De hecho, hasta hace bien poco sólo se había editado en España una versión censurada por los editores, en la que se habían cortado de cuajo seis capítulos y se habían eliminado asuntos espinosos como las críticas de Jo a los periódicos de la época y a su afán por publicar historias folletinescas de escasa calidad. Lo ideal sería hacerse con un ejemplar de la versión íntegra y original de la novela, leerla y entonces hacer nuestro juicio de valor. Si mujeres tan sobresalientes como Simone de Beauvoir o Joyce Carol Oates la han alabado, por algo será. No voy a negar que es una obra que suele gustar más a las mujeres que a los hombres, pero creo que eso se debe a que a ellos les cuesta más empatizar con personajes femeninos que a nosotras con masculinos, si no ¿por qué tantas mujeres leen novelas protagonizadas sólo por hombres y aún así disfrutan de ellas? No voy a detenerme en los muchos méritos que para mí tiene esta novela, pero voy a destacar el que me parece más importante. Si Mujercitas no ha perdido su vigencia a pesar del paso del tiempo y a que algunas de sus reflexiones han podido quedar un tanto anticuadas para algunos, es porque sus valores se mantienen en pie a pesar de todo. La familia, el amor, el respeto a los mayores, el trabajo duro y honrado, y el intentar superar los defectos propios como la vanidad, el egoísmo o la ira, son sus grandes pilares. Mucho tendrían que aprender hoy en día padres y educadores de esas bestezuelas de niños y adolescentes que vemos campar a sus anchas. Han sido muchos los momentos mientras leía la novela en los que la educación que la señora March da a sus hijas y sus consejos me han parecido de lo más acertados y totalmente aplicables hoy en día, y lo mejor de todo es que se hacen desde el cariño y el respeto. Es una novela que todo el mundo debería leer al menos una vez en la vida, si bien es cierto, que la primera parte, cuando Jo, Meg, Beth y Amy son aún unas niñas, supera con creces a la segunda, la que ha dado la fama de sensiblera a la novela, pues en esta desaparece prácticamente todo lo bueno de la primera parte, y se centra sólo en los amoríos y bodas de las protagonistas. Para mí, esta segunda parte es totalmente prescindible, aún más ahora que se que la novelista la escribió un año después de publicarse Mujercitas a petición de los lectores. Me quedo con las cuatro mujercitas que son unas niñas y que ven la vida de una manera amable, intentando día a día ser mejores.
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Las bestezuelas de los niños de hoy en día deberían aprender de los cláisicos, entre ellos, mujercitas. Ahora bien, creo que la mejor enseñanza se encuentra en "Mas allá del bien y del Mal" de Nietche. Un beso a todos y a disfrutar
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