Título: Punto Omega (Point Omega)
Autor: Don DeLillo
Editorial: Seix Barral (noviembre 2010)
Año de publicación: 2010
Páginas: 157
Precio: 17 euros
La verdadera vida no es reducible a palabras habladas ni escritas, por nadie, nunca. La verdadera vida ocurre cuando estamos solos, pensando, sintiendo, perdidos en el recuerdo, soñadoramente conscientes de nosotros mismos, los momentos submicroscópicos. [...] llegamos a ser nosotros mismos por debajo del fluir de los pensamientos y las imágenes apagadas, peguntándonos ociosamente cuándo moriremos. Son los pensamientos sin clasificar que tenemos mientras miramos por la ventanilla del tren, pequeñas manchas apagadas de pánico meditativo.
Creo que es una de las primeras veces que leo un libro con tanta sustancia como Punto Omega del norteamericano Don DeLillo de un tirón, en un solo día, sin poder despegarme de él ni un segundo. Lo he hecho con novelas ligeras, con best sellers, literatura juvenil o novelitas muy breves, pero creo que nunca me había pasado con una novela de 157 páginas, cada una de ellas con un trasfondo, con mil lecturas. He leído tras acabarlo varias reseñas sobre ella y he visto que hay sentimientos muy encontrados: o se le ama o se le odia. Y he de decir que ese tipo de escritores (o creadores del tipo que sea) que despiertan odios o pasiones pero no medias tintas, suelen ser los que más me apasionan. Me gusta lo extremo, lo diferente y lo arriesgado, qué se le va a hacer. Recomendaría Punto Omega a todo el mundo, creo que es una de esas novelas que marcan un punto de inflexión en nuestras lecturas, un antes y un después, una novela que hay que leer. Aún así, soy consciente de que a todo el mundo no le va a gustar, muchos encontrarán que es una novela con escasa acción, que no cierra interrogantes sino que no hace más que abrirlos. En mi caso, DeLillo me ha conmocionado, ha sido no como conocer a un nuevo autor, sino como reconocerlo, ir leyendo las palabras e ir sintiendo una identificación, como si ya le conociera, como si algo en mi interior reaccionara ante un escritor desconocido como si fuera ese escritor que llevaba tiempo queriendo encontrar. Porque Punto Omega ha sido mi primera novela de Don DeLillo, pero no será la última.
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Desierto de Anza-Borrego (California)
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Mi grado de identificación con la novela comienza con un interés común con el autor: el arte. DeLillo se encontraba un día en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) y allí pudo ver una instalación que le marcaría profundamente, se trataba de Psicosis 24 horas (24 hour Psycho) de Douglas Gordon, una proyección en una pantalla grande, en una sala a oscuras, sin asientos, fría y aséptica, de la película Psicosis de Alfred Hitchcock, con la peculiaridad de proyectarse fotograma a fotograma, con lo que su duración se alargaba hasta las 24 horas. Una interesante reflexión sobre el tiempo, la propia existencia, la vida y la muerte o la dependencia de mecanismos de control autoimpuestos como el reloj, que DeLillo quiso plasmar primero en un ensayo y que finalmente decidió utilizar en una de sus novelas. Punto Omega se cierra y se abre de este modo con un hombre que observa esta proyección en el MoMA, acude cada día y, mientras que el resto de visitantes del museo apenas duran unos minutos en la sala, él permanece allí hasta el cierre del mismo. Esa apertura y ese cierre en el MoMA envuelven el argumento central de la novela, una historia en cuatro capítulos sobre tres personajes en medio de la nada, en un desierto californiano que el autor identifica como el de Anza-Borrego. Richard Elster, un asesor de guerra del Pentágono retirado en busca de los grandes espacios abiertos y la soledad que le brinda el desierto; Jim Finley, un cineasta que le sigue los pasos tratando de convencerle para que cuente ante la cámara su experiencia durante la guerra de Irak; y Jessie, la hija de Elster. Los tres pasarán el tiempo en un espacio cercano al fin del mundo, rodeados de desierto y amplios cielos, en medio de la nada, en uno de esos paisajes desolados, inhabitados y salvajes que tanto atraen a los americanos, conversando sobre la vida, filosofando un poco, conociéndose entre ellos.
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Desierto de Anza-Borrego, California |
Lo fundamental de la novela no es el punto de inflexión que se produce en ella, un acontecimiento extraño y trágico que marcará a los personajes, ya que realmente todas las puertas quedan abiertas, todas las preguntas quedan sin respuesta, tan solo tenemos un atisbo de lo que ha podido suceder, y somos nosotros los que tenemos que tejer la historia. Lo que me ha parecido realmente genial de Punto Omega ha sido la propia Punto Omega, cómo el autor ha tejido una historia a partir de unos pocos personajes apenas ligados entre sí, cómo les hace pensar y expresarse (y por lo tanto cómo nos hace pensar y reflexionar a nosotros los lectores), cómo contrapone la frialdad de una sala del MoMA en Nueva York y lo que sucede allí con los amplios espacios abiertos del desierto californiano, cómo los detalles cuentan más de lo que parece, ya que estos serán el hilo conductor de la historia, los que harán que nuestro cerebro haga clic cada vez que aparezcan de nuevo y podamos ir hilando la historia, completándola. El estilo de DeLillo me ha parecido también magnífico. Con una gran economía lingüística, con frases breves, secas pero limpias, consigue sin embargo recrear ambientes, personajes, escenas. Aunque se demora en ocasiones en ciertos pasajes, no da para nada la sensación de ralentización de la instalación que describe, Psicosis 24 horas, sino que la historia avanza a un ritmo imparable. Sé que Punto Omega no es una novela que vaya a gustar a todos, aún así no puedo dejar de recomendarla. Si no os gusta, apenas os quitará unas horas ya que es muy breve, pero si conectáis con ella... No hay nada más maravilloso para un lector que encontrar a un autor alma gemela, alguien al que no conocías pero que parece que conoces de toda la vida, alguien a quien llevabas mucho tiempo esperando.
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Don DeLillo |
Don DeLillo nació en Nueva York en 1936, y desde los años 70 hasta la actualidad ha publicado unas 16 novelas, además de ensayos, obras de teatro y guiones de cine. Ha recibido numerosos premios entre los que se encuentran el National Book Award, por Ruido de fondo; el PEN/Faulkner Award por Mao II; la Medalla Howells de la American Academy of Arts and Letters por Submundo; el Premio Jerusalem; el International Fiction Prize del Irish Times; y el PEN/Saul Bellow.