Título: En busca del tiempo perdido I. Por la parte de Swann (Du côté de chez Swann)
Autor: Marcel Proust
Traducción: Carlos Manzano
Traducción: Carlos Manzano
Editorial: DeBolsillo (febrero 2011)
Año de publicación: 1913
Páginas: 446
Precio: 10,95 euros
Precio: 10,95 euros
En su momento, cuando terminé de leer este libro tras el verano no me vi ni con fuerzas ni con ganas de hablar de él en el blog. Había sido una lectura muy dura, compleja y que necesitaba digerir, no es lo mismo comentar un libro entretenido sin más que un clásico de la literatura de este calibre. Ahora, pasados unos meses, con la distancia que eso da, me veo con un poco más de ganas para comentaros mis impresiones sobre la primera parte de esta extensa obra de Marcel Proust. Y es que En busca del tiempo perdido está compuesto por siete volúmenes, escritos entre 1908 y 1922, de los cuales, este Por la parte de Swann es la primera parte. Como veréis en la ficha del libro, este 2013 se cumple el primer centenario de la publicación de esta primera parte, un motivo más para acercarse a ella. En busca del tiempo perdido es una obra que de primeras asusta, a mí incluida, principalmente por su gran extensión, pero también porque es uno de esos libros complejos, en los que se usa magistralmente el monólogo interior y el libre discurrir de la conciencia, pero donde, a cambio, suceden pocas cosas y el diálogo es casi inexistente. No nos vamos a engañar, es una lectura compleja y ardua, pero que vale mucho la pena, leer una obra como esta es disfrutar de una prosa realmente cuidada y de recursos literarios realmente ingeniosos, algo que seguro que se incrementa para aquellos que tengáis la suerte de leer en francés. Si no os da miedo la complejidad del estilo narrativo, que no os eche para atrás su extensión, comenzad con esta primera parte (que se puede leer de manera independiente, no quedan cabos sueltos) y si os animáis ya iréis leyendo poco a poco el resto de volúmenes, que es lo que tengo pensado hacer yo, sin prisa, sin fechas, cuando me apetezca me leeré el segundo volumen (que ya tengo en casa) y así con el resto.
Toda la novela gira en torno a la pérdida y al tiempo que pasa sin que podamos detenerlo, a los recuerdos que esto nos genera, tanto de momentos concretos, como de sensaciones como son un olor o un sabor. Se divide en tres partes, una primera, Combray, en la que se rememora la pérdida de la infancia desde los recuerdos del protagonista cuando veraneaba en esta localidad, los anhelados besos de buenas noches que tenía que robar a su madre, la presencia de un padre rígido y severo o las cenas que ambos organizan y donde aparece el personaje que da nombre a la novela, Swann, un personaje enigmático al que iremos conociendo poco a poco. Esta ha sido quizá mi parte favorita de la novela, especialmente por la facilidad que tiene Proust para universalizar esos recuerdos de infancia y conseguir que recordemos los nuestros propios. Destaca uno de los pasajes más famosos de la obra, en la que el protagonista, al probar un trozo de magdalena con té, asocia ese sabor a sus días de infancia de manera subconsciente, volviéndole un montón de recuerdos a través de sus sentidos, en este caso del gusto.
...no tardé en llevarme maquinalmente a los labios una cucharada de té, en la que había dejado ablandarse un trozo de magdalena, pero en el preciso momento en que me tocó el paladar el sorbo mezclado con migas de bizcocho me estremecí, atento al extraordinario fenómeno que estaba experimentando. Me había invadido un placer delicioso, aislado, sin que tuviera yo idea de su causa. Al momento me habían vuelto indiferentes -como hace el amor- las visicitudes de la vida, sus inofensivos desastres, su ilusoria brevedad, colmándome de una esencia preciosa: o, mejor dicho, esa esencia no estaba en mí, sino que era yo. Había cesado de sentirme mediocre, contingente, mortal.
La segunda parte, Un amor de Swann, suele venderse por separado y ya la había leído hace muchos años. Se trata de la parte más amena ya que trata la relación amorosa de Swann con Odette, los círculos sociales llenos de cotilleos y la vida frívola y desenfadada de la burguesía parisina de la época. En esta parte la pérdida es la del amor. Puede parecer en un primer momento que se desliga del resto de la novela, ya que el narrador, ese hombre que rememora sus recuerdos de infancia, no aparece como hasta el momento para contar vivencias propias, sino que narra exclusivamente la relación de Swann y Odette. Sin embargo, Swann ya ha aparecido en la primera parte como un personaje importante en la vida de la familia del protagonista, y volverá a aparecer en la última parte, donde el narrador retoma su protagonismo, sin dejar de hacer un balance de la relación y la vida de Swann. Esta última parte, Nombres de país: El nombre, la más breve de la novela pero también la más pesada, avanza en la acción de la trama y nos muestra cómo han evolucionado algunos de los personajes que hemos venido conociendo hasta ahora, en especial nuestro narrador-protagonista y Swann. Esta parte final supone el despertar al amor del protagonista y su primer alejamiento de esos días de infancia.
Como podéis haber visto por el fragmento que añado, el estilo es bastante denso, especialmente porque las frases son muy largas, se dan muchas vueltas sobre un mismo punto, y se reflejan de manera muy minuciosa los pensamientos del narrador, como un libre transcurrir de la conciencia. Esto hace que la lectura no sea sencilla en absoluto, que requiera mucha concentración y que en ocasiones resulte hasta aburrida. Sin embargo, este libro, como otros de este tipo (Ulises de James Joyce, Al Faro de Virginia Woolf) aunque duro mientras se lee, produce al terminarlo una sensación de lo más agradable, ya que en conjunto es una lectura muy por encima de otras, e incluso en pasajes concretos (como por ejemplo el de la magdalena) consigue conectar con nosotros de una manera increíble, ya que, a pesar de la distancia temporal que nos separa de la época del autor y de las diferencias sociales y culturales, podemos sentir que el tiempo no ha pasado y que hay un carácter universal en la novela que hace que podamos entender y empatizar con el personaje, ya que esas vivencias de sensación de tiempo perdido, de pasado idealizado, de memoria y momentos dejados atrás que nos hubiese gustado poder conservar intactos, viven también en nosotros.
¿Recomiendo esta novela? Por supuesto. Se trata de una obra maestra de la literatura universal con la que no solo nos deleitamos con el lenguaje y las figuras literarias que utiliza el autor, sino con una historia universal y actual a pesar del paso del tiempo. Como toda obra con mayúsculas de la literatura, su lectura es dura, pesada en muchas ocasiones, no es para relajarse o pasar un rato, más bien al contrario, exige mucha concentración. Por eso, aunque la recomiendo, lo hago solo si se coge con ganas, si se tiene tiempo y momentos para sumergirse completamente en la lectura. Y como decía antes, sin presiones ni agobios, sin pensar que quedan otras seis novelas más para completar el ciclo. Leed esta novela como si fuese única e independiente (que de hecho puede serlo), y si os quedáis con ganas de más, acercáos a la siguiente con el mismo espíritu y si luego queréis más, a por la tercera, y así, pero sin pensar en ningún momento que se trata de una obra tan extensa.
Marcel Proust |
Las imágenes que ilustran esta entrada son todas de la localidad de Illiers-Combray, protagonista indiscutible de la novela, aunque algunos pasajes se desarrollen en París. Illiers-Combray se encuentra en la región de Baja Normandía en Francia y fue realmente la localidad en la que veraneó Proust. En un principio su nombre era simplemente el de Illiers, pero debido a la repercusión de la novela, se decidió añadirle el Combray de la novela para atraer al turismo. Es por ello que la localidad se encuentra llena de referencias al escritor, como la Casa Museo o incluso una panadería que asegura vender esas deliciosas magdalenas que Proust describe en su novela y que consiguen transportarnos a nuestra niñez. Un destino literario que sin duda hay que tener en cuenta.
Tras leer este verano Madame Proust y la cocina kosher me quedé con ganas de leer algo de Proust, en ese libro habla bastante sobre él y despierta la curiosidad, me asusta la complejidad por un lado pero por otro me atrae muchísimo
ResponderEliminarbesos
toda mi admiración por haber conseguido leerlo Carol! En tercero de carrera nos tocaba un autor para hacer en un trimestre un trabajo sobre él y a mi me tocó Proust y le cogí tanta manía que no pude terminar ninguno de sus libros :(. De todas formas, lo cuentas tan bonito aquí que lo mismo me animo a retomarlo, dentro de un tiempo eso sí :)
ResponderEliminarMe he venido corriendo. Creo que has elegido bien los párrafos, te entiendo cuando hablas de que se necestia mucha concentración por el tipo de frases lardas, y que parece que va de un sitio para otro, pero me ha gustado ese vagar de la conciencia. AL menos no es tan dispersa como la mía por ejemplo, jajaja. Sabe mantenerla centrada.
ResponderEliminarYa te digo, me apetece mucho experimenar a ver qué pasa, a ver si puedo con él. Te creo cuando dices que si te metes, y lo pasas, al final te deja una sensación de lo más agradable. Pues ´si, me apetece meterme en el mismo vehículo de esta conciencia, y dejarme llevar.
Te ha salido genial la reseña, y sé que este tipo de libros son durísimos de hacer una reseña, porque hay demasiados matices.
Mira que disfruto leyendo tus reseñas.
ResponderEliminarTienes toda la razón en que gran parte del deleite de este tipo de novelas se encuentra en sentir el momento adecuado para su lectura.
Estás embarcada un reto literario mayúsculo, leer los siete tomos y también pienso que aciertas dejando discurrir un prudencial tiempo entre uno y otro. De otra manera, principalmente debido a la extensión la sensación de hastío sería inevitable.
Y seguro tiene un plus de satisfacción interior llegar al último párrafo de la última página de la novela por el esfuerzo (llámalo concentración) que supone al lector.
El reto complejo despierta el orgullo.
Seguiré con interés tu búsqueda de ese tiempo perdido.
Un saludo :)
Es una lectura pendiente para mí... pero de momento, no me encuentro con fuerzas.. jeje. Besos!
ResponderEliminarel fragmento es de lo más revelador, desde luego, si las 431 páginas son tan prolijas describiendo no me extraña que quedaras agotada tras la lectura, sin ganas de comentar! los lectores de verdad seguro que aprecian este referente de la literatura universal, los ocasionales probablemente preferimos cosas más fáciles de digerir :)
ResponderEliminarYo no me veo capaz así que te doy mi enhorabuena. No me extraña nada que te dejara exhausta y tuvieras que dejarla reposar para hablar de ella.
ResponderEliminarBesos
No he leído nada de Proust, y tu reseña y el fragmento que nos has dejado me dejan con ganas de probar. Aunque lo dejaré para cuando me encuentre con ganas de este tipo de lecturas, que ahora mismo tengo la cabeza pidiendo lecturas ligeritas.
ResponderEliminarBesotes!!!
Uy, Carol, al principio creía que no te iba a gustar pero ya veo que sí, y mucho. Lo hablamos en su momento y te comenté que para mí es de lo mejor que he leído en mi vida. La experiencia fue similar a la tuya, ir poco a poco, sentirme derrotado, extenuado pero ir a por más. me atrevo a vaticinar que volverás muchas veces a los pasajes anotados, que abrirás los libros en busca de la belleza que un día encontraste y que no los olvidarás nunca. No sabía que habías leído Un amor de Swann :) Me gusta que hayas señalado el lenguaje que usa el autor, quién lo conocía decía que se expresaba verbalmente de la misma manera y que en su manera de escribir se percibe sus dificultades al respirar y su erudicción. Me ha gustado mucho que menciones a Joyce y sobre todo a Virginia Woolf, casualmente yo también mencioné a Proust e incluso utilicé una cita para reseñar Al faro de Virginia Woolf. Perdona la extensión pero me ha hecho ilusión encontrarme con esta reseña para empezar la semana. Un abrazo :)
ResponderEliminarSi soy sincera a mí me suele asustar más la extensión de ciertos libros que su complejidad. Este mismo trimestre sale (o acaba de salir) a la venta "El asunto Lemoine" del autor; pero, todavía no sé si estoy preparada para tamaña aventura. Gracias por la detallada reseña. Besos
ResponderEliminarTiene buena pinta, aunque últimamente me apetecen lecturas mucho más ligeras, así que no sé yo si me lanzaré a leer esta novela. Me la apunto por si acaso.
ResponderEliminarBesos!
Apuntadísimo queda. Me apetece algo así en estos momentos, a ver si puedo hacerme con él.
ResponderEliminarMuchos besos!
Mi enhorabuena por leerlo, es denso y extenso, pero es verdad que pasa con Flaubert, a mi su estilo me apasiona, pero reconozco que gusta poco. Proust requiere toda mi admiración, una vez se hizo pasar por su agente literario para colar su manuscrito. una genialidad.
ResponderEliminarOs presento a Truman Capote, su estilo es màs ligero.
muy chulo tu blog, hoy coincidimos en Audrey, la chica sin diamantes que desayunaba con Truman. Aquí te dejo mi post de hoy, seguro que te gusta la melodía de Henry Mancini
http://lidiaherbada.com/los-diamantes-de-audrey-y-el-desayuno-de-truman-capote/
Me asusta mucho este libro, aunque tengo muchas ganas de leerlo. Pero hasta que no llegue el momento en el que pueda dedicarle toda mi atención, para leerlo totalmente concentrada, creo que no me animaré. Quiero ser capaz de enfrentarme al libro con todas mis facultades íntegras. 1beso!
ResponderEliminarLo siento, pero no creo que lo lea en mi vida. No discuto su calidad literaria, pero prefiero otro tipo de lecturas.
ResponderEliminarPor cierto, creo que sales de cuentas pronto, así quién sabe si estás leyendo esto. ¡que salga todo muy bien! Besos!
Pues la verdad es que me da bastante respeto... pero por otro lado me atrae muchísimo =)
ResponderEliminarBsotes
Me recomendaron a Proust ;) libro que seguramente tengo que leer :D
ResponderEliminarTengo pendiente toda la recopilación de Proust pero me da un poco de miedo adentrarme en su lectura. Se que no será fácil
ResponderEliminarNo he leído nada de este autor y la verdad es que me da pereza y miedo, no me veo capaz... Muchos besos.
ResponderEliminarayer justo leía una entrevista a Juan Manuel de Prada en el que decía que este libro le ha había descubierto lo que era la literatura y la vocación de escrtor.
ResponderEliminarLo dejaré para más adelante, se necesita una concentración para este tipos de lecturas que yo ahora no tengo. Buena reseña.
ResponderEliminarCon el poco tiempo que tengo para leer, en el bus de camino al trabajo, no creo que fuera capaz de concentrarme lo suficiente como para apreciar todo el potencial de esta obra que bien lo merece.
ResponderEliminarMusus.
Me pasó algo curioso con este libro. Me dispuse a leer Por el camino de Swan (o al menos un libro que ponía eso en la portada) y al final resultó ser sólo Unos amores de Swan, sin que se indicara en ningún momento que no se trataba del primer volumen completo. Conocía de antemano la célebre evocación a través de la Magdalena y al no encontrarla me extrañé, empecé a indagar y ahí me di cuenta de que no estaba leyendo Por el camino de Swan. No obstante, espero terminar al menos este primer volumen en cuanto pueda pues lo cierto es que la parte que leí me transmitió la sensación de que se trataba de esas lecturas con las que merece la pena implicarse.
ResponderEliminarUf, eso da más miedo que enfrentarse a La historia de Genji. ¿Pero quién dijo que éramos cobardes? jeje.
ResponderEliminarPor cierto, que he dejado (por fin) en mi blog una de esas experiencias niponas que te suelen gustar.
Me había propuesto encarar la lectura de los volúmenes de 'En busca...' pero no hallé aun todos los tomos que lo componen, de una misma edición. Estoy tras eso. De toas maneras, viejos escritores siempre han aconsejado la lectura completa de esta obra, porque dicen que el uso de los sentidos en las descripciones de lo cotidiano es fantástico. El día que concluya la lectura de la obra, y lea los 4 volúmenes del 'Mar de la Fertilidad', de Mishima, sentiré que me recibo de 'Gran Lector', je, je. Besos para ti, y avísale a Emma que ya empezamos a realizar trabajos de parto desde el confín del mundo.
ResponderEliminarProust es una de mis asignaturas pendientes. Pero hay que encontrar el momento y el valor para "enfrentarse" a él, como bien dices. Con Madame Bobary tardé como cuatro años en leerlo desde que lo compré hasta que lo leí, porque, además en francés leo un poco más despacio y no quiero perderme nada. Con Proust, todavía el respeto es mayor, porque la extensión de la obra es inmensa e imponente, jejeje. Pero lo leeré, te lo aseguro. Un besote!
ResponderEliminarestoy tironeada: por un lado me asusta la extensión de esta obra, por el otro me gusta lo que me has platicado de este libro....¡ayyyy! voy a ver si está en casa de mis papás para ver si me aventuro aunque sea a las primeras páginas y después ya se verá ;)
ResponderEliminargenial la reseña, como siempre.
¡Gracias!
un beso,
Ale.
Querida Carol
ResponderEliminarTienes razón,comencé a leerlo en la época en la que me leí a todos los clásicos y no la pude continuar...quizás era demasiado joven y ahora la apreciaría mucho más.
Creo que estoy en un momento de mi vida en el que me da la sensación de que el tiempo se me escapa y me agarro a menudo a los recuerdos para intentar detenerlo.
Muchos Besos
Me alegro que te haya gustado a pesar del esfuerzo que se necesita. Pero qué satisfacción se siente al final. Con lo que llevo leído (me faltan 3 partes) sí que he notado que existe un antes y un después de haberlo leído.
ResponderEliminarAnte todo: ¡Enhorabuena! Enhorabuena por partida doble: Primero por tu reciente maternidad y segundo por haber consiguido el reto de adentrarte en el mundo de Proust y haber sobrevivido. Ya te comenté que hace un tiempo lo intenté y fracasé. No quiero adelantarme a los acontecimientos, pero estoy otra vez en ello...Ya veremos como me va.
ResponderEliminarBesos para la madre y la hija. A disfrutar de la maternidad!!
ResponderEliminarHola Carol, he descubierto tu blog a través del de Sandra Ballesteros y me gusta, así que me quedo por aquí. Traes un clásico duro de pelar pero que merece la pena. Buena reseña. Un saludo.
Guau, solo la reseña ya me ha dejado extenuada, muy completa. Con Proust ya lo he intentado y he fracasado estrepitosamente, cuando hay que compaginar largas horas de trabajo con el placer de la lectura es complicado encontrar la concentración para este tipo de lecturas, y sin esa concentración, es imposible...
ResponderEliminarBesos
Una gran reseña. Me gusta mucho Prouts y su camino de Swann que descubrí hace unos cuantos años ya.
ResponderEliminarY enhorabuena, qué maravilla :)
Besos
Este es uno de esos libros que quiero leer antes de morir (aunque está en la lista de “antes de los 30”, pero esa edad se acerca peligrosamente y apenas he leído 5 ó 6), pero necesito encontrar el momento en el que pueda asimilarlo. Sé que va a ser una lectura difícil, y por eso no quiero forzarlo.
ResponderEliminarpor el momento creo que sólo disfrutaré de nuevo de tu entrada (necesito una segunda lectura con más detenimiento), me gusta tu peculiar manera de reseñar las obras que lees...
ResponderEliminarmi vida atraviesa un período demasiado denso de trabajo, soy incapaz de leer nada que no sea liviano y trivial!!!
un beso
Gracias por esta magnífica reseña. Desde hace unos meses tengo interés en descubrir la obra de Proust, así que me ha gustado conocerla desde una perspectiva más "cercana" que los libros académicos. Haré lo que recomiendas y buscaré un momento tranquilo para leerla, sin presiones y probablemente combinándomela con algo ligerito. Por cierto, te entiendo muy bien con lo que comentas al principio, yo también he leído algún "clasicazo" hace poco y me tomo mi tiempo para redactar la reseña, este tipo de obras requieren una reflexión mucho más profunda.
ResponderEliminarBesos.
Gran reseña carol Grcias ha sido muy instructiva.
ResponderEliminarYo estoy leyendo también "En busca del tiempo perdido" (y escribiendo sobre ella en mi blog, aunque de manera menos detallada), pero no me parece un esfuerzo sino un deleite. Disfruto tremendamente con la forma de narrar de Proust, además de divertirme con sus personajes, algunos tan pintorescos (esa tía Leoncia que no se levanta de la cama y cuya mayor pesadilla es que su difunto esposo vuelva a la vida y le pida que se levante para dar un paseo es antológica). Recomiendo su lectura fervientemente a quienes quieran entender la vida. De ella aprenderán más que de todos los libros de autoayuda del mundo (los cuales aborrezco, por cierto). Besos.
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