lunes, 3 de noviembre de 2008

Che, el camino del mito al hombre



Por fin he podido ver
Che, el Argentino, la película de Steven Soderbergh que está en boca de todos, principalmente por el soberbio trabajo de Benicio del Toro. Se trata de una película muy recomendable, no sólo por sus soberbias actuaciones, que incluyen también la de Demián Bichir en el papel de Fidel Castro -y de la que por desgracia se ha hablado muy poco, ensombrecido por la grandeza de del Toro-, sus maravillosos paisajes o su ritmo trepidante. Che, no es una película al uso, para nada se trata del típico biopic de un personaje más o menos famoso. Soderbergh utiliza intencionadamente un estilo muy cercano al documental, intercalando las escenas de la lucha de guerrillas en color, con la visita y discurso del Che en Naciones Unidas, en blanco y negro, intentando así dar apariencia de realidad. El director se acerca a una muy polémica figura, amada hasta el éxtasis por unos, y odiada con igual intensidad por otros. El Che ya no es una persona de carne y hueso, sino un mito. Ante esta complicada labor, la película sale más que airosa. Che, el argentino no se posiciona, sino que muestra, y somos nosotros y sólo nosotros testigos de la grandeza de Ernesto Che Guevara, un hombre que luchó por lo que creía, y que incluso dio la vida por ello. Valiente, soñador, amante de la justicia, culto, profesor, médico, compañero, guerrillero, el Che es todo esto y mucho más y eso se refleja en la película. Muchos dudarán y creerán que se trata de un endiosamiento del mito, nada más lejos de la realidad, aunque nos cueste creerlo, en el mundo, muy de vez en cuando, aparecen personas así, entregadas a los demás, a la justicia y a la libertad. Personas sin tacha que nos hacen desear que haya más personas como el Che en el mundo. Para terminar, unas palabras del propio Che que no dejan lugar a dudas de sus intenciones:

"Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad. [...] Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos, a las causas más sagradas y hacerlo único, indivisible. No pueden descender con su pequeña dosis de cariño cotidiano hacia los lugares donde el hombre común lo ejercita... hay que tener una gran dosis de humanidad, una gran dosis de sentido de la justicia y de la verdad para no caer en extremos dogmáticos".

3 comentarios:

  1. Y mira que no me sorprende tu opinión sobre la peli, jeje... Un besazo¡ David.

    ResponderEliminar
  2. A mí tampoco. Sabía que te gustaría. Un abrazo. Diana

    ResponderEliminar
  3. Sí, pero, como que no.

    ResponderEliminar